La ley
Supongamos que a los 30 a?os de edad llama usted al 091 porque han entrado ladrones en su casa. Imaginemos que la polic¨ªa tarda 30 a?os en aparecer, o sea, cuando usted tiene 60. Para esas fechas, el jefe de la banda se ha casado con su hija y le ha dado nietos: un ladr¨®n, por duro que sea, no puede estar atracando 30 a?os seguidos a la misma persona sin que se establezcan lazos afectivos. No hablo del s¨ªndrome de Estocolmo ni nada parecido, sino del roce que, como todo el mundo sabe, engendra cari?o. Total, que lo sensato, a estas alturas, ser¨ªa que la polic¨ªa no interviniera.
Pero supongamos que el d¨ªa que usted cumple 60 a?os se abre violentamente la puerta y aparece la bofia. "?Nos han llamado ustedes?". "Hace 30 a?os, pero como tardaban tanto en llegar hemos formado una familia. El atracador es ahora mi yerno". "Pues lo tenemos que detener". "No, hombre, no, que dejan a mis nietos sin padre". "La ley es la ley", etc¨¦tera. La polic¨ªa hace lo que debe y no se lo podemos reprochar. Despu¨¦s de todo, act¨²a a instancias del juez, cuyo jefe no caemos ahora qui¨¦n es (en EE UU, durante una ¨¦poca, fue Al Capone). El caso es que la Justicia, pretendiendo hacer el bien, hace el mal. ?Qui¨¦n se acuerda a estas alturas de que ese yerno suyo intent¨® robarle un d¨ªa el televisor?
Parece que estamos contando una historia fant¨¢stica, pero es real como Marbella misma, donde la polic¨ªa ha tardado 30 a?os en llegar. Durante ese tiempo, los ladrones han construido 30.000 viviendas ilegales (1.000 por a?o), en las que, sin embargo, vive gente legal, que est¨¢ pagando hipotecas reglamentarias. Y quien habla de casas, habla de locales comerciales ocupados por sucursales bancarias que proporcionan trabajo genuino a cientos de personas. La confusi¨®n ha llegado al punto de que las calles il¨ªcitas se cruzan con las l¨ªcitas de tal manera que no se pueden destruir unas sin echar abajo las otras. Vas a detener a un mafioso y resulta que durante este tiempo ha hecho oposiciones y es el p¨¢rroco, o el jefe de la polic¨ªa. ?Qu¨¦ hacer? Llamar a G¨®mez de Lia?o, claro, que al haber estado en los dos lados de la ley se mueve con id¨¦ntica soltura en ambos. Parec¨ªa que no, pero la Rubia tiene cabeza.
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