Gecko Turner, un arco iris sonoro
Gecko Turner llega con jetlag, producto de un vuelo Austin-Newark-Madrid. En la ciudad tejana ha actuado en SXSW, m¨¢ximo escaparate del, digamos, "rock alternativo". No, no formaba parte de una de esas famosas excursiones masivas al extranjero que monta SGAE: Gecko cuenta con una s¨®lida discogr¨¢fica californiana, Quango Records, que deseaba presentarle ante los medios estadounidenses, como anticipo de una gira en septiembre. "Y no me dejaron un momento libre, entre showcases y entrevistas. Una l¨¢stima, perd¨ª la oportunidad de ver a h¨¦roes como Ray Davies o Allen Toussaint".
Resulta que Fernando Gabriel Echave Pel¨¢ez (Badajoz, 1966) tiene una cultura musical por encima de la media, con historias irreproducibles sobre los m¨¦todos que us¨® para conseguir elep¨¦s b¨¢sicos de rock y blues. "Yo iba para periodista deportivo, como mi padre, pero aquello te atra¨ªa m¨¢s. Termin¨¦ de m¨²sico callejero en Londres, donde mi apodo de colegio, Keko, se transform¨® en Gecko. El apellido lo tom¨¦ de monstruos negros como Ike Turner o Big Joe Turner". El fallecimiento de su madre le hizo pensar en "normalizar" su existencia: volvi¨® a Extremadura, consigui¨® trabajo en un banco y se cas¨®. Otra muerte, la de su esposa, le devolvi¨® a la vocaci¨®n original -"vi que yo estaba en el planeta para hacer canciones"- y los a?os noventa le vieron participar en grupos como Animal Crackers, The Reverendoes y Perroflauta.
Tambi¨¦n adquiri¨® una ¨²til experiencia como t¨¦cnico en un estudio de grabaci¨®n de M¨¦rida. "Aunque lo m¨ªo suene muy hippy, las m¨¢quinas son indispensables para la creaci¨®n. Un fragmento de un disco te proporciona una base, se te ocurre una frase que vas desarrollando. Voy a?adiendo lo poco que s¨¦ como guitarrista, bajista, percusionista, lo que sea. Y luego llegan los m¨²sicos de verdad y rellenan el armaz¨®n. As¨ª que una pieza como Afrobeatnik junta fragmentos de tres bater¨ªas, grabadas a lo largo de varios meses y en estudios diferentes". Gecko tambi¨¦n gusta de llevar a su territorio a m¨²sicos inesperados, como los jazzmen Javier Vercher o Brannen Temple.
Ah, el territorio sonoro de Gecko no tiene l¨ªmites precisos; es m¨¢s, le gusta solapar ritmos y formas. Luis Pastor -"que es algo as¨ª como el gu¨ªa espiritual de los m¨²sicos de Extremadura"- dijo que era un "afrome?o". Gecko aclara que ¨¦l estaba formado en las m¨²sicas afroestadounidenses; el contacto con instrumentistas brasile?os y cubanos le abri¨® la mente, "pero tambi¨¦n estaba el reggae o el afrobeat, que me llegaron v¨ªa discos".
Lejos de las impostaciones
del "rock mestizo", la creaci¨®n de sus m¨²sicas tiende a ser un proceso org¨¢nico, que explica la interminable germinaci¨®n de sus discos. Las letras obedecen m¨¢s a los juegos fon¨¦ticos, a la escritura autom¨¢tica: "Canto en ingl¨¦s, portugu¨¦s, espa?ol. Y no siempre hay sentido en mis textos. Ni transparencia. GuapaPasea!
[que dio t¨ªtulo a su primer disco] hablaba de esas inmigrantes africanas que terminan en la prostituci¨®n, pagando con su cuerpo el coste del pasaje y los documentos. Me temo que nadie se enter¨®. Hay un tema nuevo, Joyina, que me surgi¨® de la indignaci¨®n al ver a P¨ªo Moa en televisi¨®n pero ha quedado nebuloso".
De la misma manera que se niega a encerrarse en un sonido, Gecko tampoco requiere exclusividad frente al micr¨®fono: "Bueno, las canciones mandan ?no?". En su nuevo trabajo, Chandalismo ilustrado (Lovemonk), hay piezas cantadas por el cubano Luis Barber¨ªa, su amigo-de-toda-la-vida Gene Garc¨ªa o la africana Eska Mtungwazi. El encuentro con ¨¦sta fue fruto de un error. Iba a rematar el disco en Londres y una equivocaci¨®n telef¨®nica le llev¨® al desastrado estudio de Antonio Feola cuando el destino previsto era el de Tony Economides, ingeniero de finos discos brasile?istas de Da Lata o Smoke City: "T¨¦cnicamente, no era en absoluto lo que me hab¨ªan prometido pero aquello flu¨ªa; cuando llevaba unos d¨ªas trabajando a gusto descubr¨ª la raz¨®n de que Antonio se sorprendiera de que yo siempre le llamara Tony. Eska fue todo un hallazgo: va a componer con uno de mis ¨ªdolos, Lamont Dozier, el genio de Motown".
Hablando de m¨²sica, Gec-
ko olvida el jetlag. Pero ya es hora de volver hacia Guare?a, el pueblo -8.000 habitantes- de Badajoz donde le espera su actual compa?era y una tropa de perros y gatos. Y su celebrado estudio casero, Rosario de la Aurora Pictures, ¡°s¨®lo se puede grabar de d¨ªa: los vecinos son guardias civiles retirados¡±. Ya est¨¢ planeando all¨ª el debut de Inlavables, el proyecto de Gene Garc¨ªa, cuyo negro vozarr¨®n noquea a los que han paladeado GuapaPasea! o Chandalismo ilustrado. Cuesta creer que de aquellas habitaciones hayan salido temas que aparecen en docenas de recopilatorios repartidos por todo el mundo. ¡°Yo suelo decir que lo m¨ªo es una bendici¨®n del Guadiana, que pasa cerca. Pero no, es la mezcla de gentes que viven, que respiran m¨²sica.¡±
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