Premios Nobel y pedofilia
Me pregunto si la fotograf¨ªa de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez que acompa?a el art¨ªculo de J. M. Coetzee La bella durmiente, publicado en EL PA?S el domingo 2 de abril, no ha sido insertada a prop¨®sito para ridiculizar la actitud grotesca y penosa de los ancianos que se creen en el derecho de abusar de ni?as p¨²beres, incluso en el hipot¨¦tico caso del nonagenario de Memoria de mis putas tristes (?bonito t¨ªtulo!), o de los degenerados ancianos de Kawabata en La casa de las bellas durmientes, ambas novelas ensalzadas por el Nobel Coetzee en su art¨ªculo, hasta el extremo de llegar a comparar estos "amores" (m¨¢s bien pr¨¢cticas) rechazados un¨¢nimemente por las sociedades civilizadas, con los castos e inocentes amores de Don Quijote por su adulta Dulcinea. El contenido de este art¨ªculo me parece altamente peligroso, sobre todo cuando las encendidas apreciaciones elogiosas de la pedofilia provienen de plumas consagradas por la Academia sueca y la opini¨®n internacional. Mucho he le¨ªdo y admirado a Garc¨ªa M¨¢rquez, pero mi ¨ªdolo cay¨® el d¨ªa en que public¨® esta novela, y m¨¢s a¨²n al atreverse a dar a la desdichada ni?a vendida en un prost¨ªbulo el nombre de la a¨²n m¨¢s desdichada Delgadina del romance, codiciada por su padre y sacrificada al no querer ceder a la lujuria de ¨¦ste. Es uno de los romances m¨¢s tristes de nuestra literatura, que acusa, desde siglos lejanos, la lacra del incesto que no cesa.
Podr¨ªa argumentarse que el autor de ficci¨®n puede crear los monstruos que su imaginaci¨®n le sugiera, sin ninguna responsabilidad moral. Pero, ojo, todo depende del punto de vista desde el que la transgresi¨®n moral se presenta y de la implicaci¨®n del autor en la valoraci¨®n de los hechos. Pensemos en el Pascual Duarte de Cela, en el Cal¨ªgula de Camus, en la Lady Macbeth de Shakespeare y, sobre todo, en el dictador Trujillo de La fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, que presenta una id¨¦ntica situaci¨®n degradante, pero dejando muy claro al lector qui¨¦n es "el malo de la pel¨ªcula".
Pues s¨ª, mirando de nuevo la fotograf¨ªa, se me aclaran muchas cosas. Y mientras la polic¨ªa del mundo entero lucha por desmontar redes de pedofilia, me gustar¨ªa pedirles a los ilustres premios Nobel que dejen en paz a las inocentes bellas ni?as durmientes y se busquen otros argumentos. ?Qu¨¦ pensar¨ªa el viejo y digno Coronel de todo esto.
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