Cae el jefe de la Mafia siciliana
La polic¨ªa italiana detiene a Bernardo Provenzano, fugitivo durante m¨¢s de 40 a?os
Vincent Chin Gigante se hizo pasar por loco toda su vida: paseaba por Little Italy en pijama, papando moscas, y nadie era capaz de creer que fuera el jefe de la Mafia neoyorquina. Bernardo Provenzano tambi¨¦n parec¨ªa memo. "Dispara como Dios, pero tiene el cerebro de un pollo", dec¨ªa de ¨¦l su jefe, el gran capo Luciano Liggio. Provenzano desapareci¨® el 18 de septiembre de 1963, asumi¨® el mando de Cosa Nostra tras la ca¨ªda de Salvatore Tot¨® Riina (1993) y dirigi¨® una eficaz reconversi¨®n de la Mafia siciliana. La polic¨ªa le busc¨® durante 43 a?os, hasta ayer: estaba en un caser¨ªo cercano a Corleone, su pueblo. La detenci¨®n de Provenzano, llamado Binnu u Tratturi (Benito el Tractor), supuso el tercer descabezamiento de Cosa Nostra en m¨¢s de medio siglo.
A Tot¨® Riina le gustaba Provenzano. Le ten¨ªa por tonto y poco ambicioso
Circulaban rumores de que deseaba retirarse, pactar alg¨²n tipo de rendici¨®n
Bernardo Provenzano (Corleone, 31 de enero de 1933) comenz¨® siendo un soldado de Luciano Liggio, el capo enfrentado a Michele Navarra en una guerra sin cuartel para hacerse con el control de Corleone, un villorrio siciliano lleno de viudas y de silencio. Su primera acci¨®n importante consisti¨® en una emboscada contra Francesco Streva, uno de los lugartenientes de los Navarra, el 9 de mayo de 1963. Provenzano y sus tres acompa?antes fallaron y Streva escap¨® con vida. Poco despu¨¦s, en septiembre, consigui¨® asesinar a Streva y pas¨® a la clandestinidad. La polic¨ªa difundi¨® su foto, la ¨²nica existente, tomada en 1959: un hombre joven, reci¨¦n afeitado, con el ment¨®n firme y los ojos claros. La b¨²squeda no obtuvo resultados.
Luciano Liggio, ya capo indiscutible de Corleone y del Clan de los Corleoneses, lanz¨® en la d¨¦cada siguiente una guerra feroz contra los clanes palermitanos. Tras varios centenares de muertes, los Corleoneses se hicieron con la primac¨ªa de la isla y con el mando de Cosa Nostra. Liggio, sin embargo, no disfrut¨® del ¨¦xito de sus iniciativas criminales. En 1974 fue detenido en Mil¨¢n, donde viv¨ªa como un apacible burgu¨¦s en una urbanizaci¨®n de la periferia.
El sucesor de Liggio fue Salvatore Tot¨® Riina, un psic¨®pata convencido de poder vencer al Estado italiano en una guerra abierta. Riina eligi¨® como lugarteniente al discreto Provenzano, que desde su relajada clandestinidad (siempre entre Corleone y Palermo, con frecuentes visitas a sus restaurantes favoritos) le ayudaba a llevar las cuentas de la organizaci¨®n. A Tot¨® Riina le gustaba Provenzano porque todos, incluido ¨¦l mismo, le consideraban un poco tonto y carente de ambiciones. Riina no se dio cuenta de que mientras organizaba los atentados de 1993, en los que murieron los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino junto a sus escoltas, Provenzano ten¨ªa ya en mente una estrategia alternativa, basada en los n¨²meros m¨¢s que en la sangre.
Tot¨® Riina fue detenido en 1993, juzgado y condenado en un maxi proceso que deb¨ªa acabar para siempre con la Mafia siciliana. Provenzano tom¨® el relevo sin oposici¨®n y puso en pr¨¢ctica sus planes: Cosa Nostra redujo al m¨ªnimo sus acciones violentas y dedic¨® sus esfuerzos a infiltrarse en los tribunales, las comisar¨ªas, los peri¨®dicos y las instituciones, mientras invert¨ªa con sabidur¨ªa los fondos obtenidos con el tr¨¢fico de drogas.
A?o tras a?o, la polic¨ªa retocaba la vieja fotograf¨ªa del joven Binnu para envejecer el rostro y renovar los pasquines de busca y captura, siempre sin resultados. Provenzano manten¨ªa sus contactos personales (con su mujer y sus hijos) y profesionales a trav¨¦s de pizzini, peque?os billetes de papel en los que escrib¨ªa sus instrucciones. Los pizzini se mov¨ªan por Sicilia y toda Italia gracias a una tupida red de colaboradores que extremaban la prudencia: a veces, el papelito tardaba semanas en recorrer unas decenas de kil¨®metros. Era un sistema lento, pero seguro: no hab¨ªa tel¨¦fono m¨®vil, ni ordenador, nada que la polic¨ªa pudiera localizar con medios t¨¦cnicos. Cada semana, Provenzano se reun¨ªa con un sacerdote para confesarse y para hablar de religi¨®n.
Durante a?os residi¨® en un piso pr¨¢cticamente contiguo al Palacio de Justicia de Palermo y pase¨® con tranquilidad por delante de la polic¨ªa: los a?os hab¨ªan ablandado su rostro hasta hacerlo irreconocible. En otra ocasi¨®n, hace cuatro a?os, el autom¨®vil en el que viajaba fue detenido en un control de carreteras. El hombre que buscaba la polic¨ªa era, sin embargo, aquel de la foto de 1959, no a un anciano de aspecto inofensivo: el coche de Provenzano pudo pasar sin problemas. En 2003 viaj¨® a Marsella para operarse en la cl¨ªnica La Casamance, bajo el nombre de Gaspare Troja y con cargo a la Seguridad Social italiana. El gran capo de Cosa Nostra sufr¨ªa del ri?¨®n y de la pr¨®stata. Su abogado, Salvatore Traina, difundi¨® desde entonces el rumor de que Binnu u Tratturi estaba muerto y que los pizzini que ocasionalmente interceptaba la polic¨ªa eran obra de alguien que tend¨ªa una cortina de humo para encubrir a los aut¨¦nticos jefes mafiosos. La Fiscal¨ªa de Palermo neg¨® esa posibilidad. Provenzano estaba vivo y nadie hab¨ªa creado ning¨²n fantasma.
Provenzano fue detenido ayer por la ma?ana en un caser¨ªo cercano a Corleone. Ofreci¨® una ligera resistencia y neg¨® ser Provenzano. Poco despu¨¦s admiti¨® su identidad. Cuando fue trasladado a Palermo, entre apabullantes medidas de seguridad y escuchando gritos de "bastardo" proferidos por el p¨²blico que abarrotaba las aceras, se neg¨® a hablar. Desde hac¨ªa tiempo circulaban rumores de que deseaba retirarse, pactar alg¨²n tipo de rendici¨®n, vivir con tranquilidad lo que a sus 73 a?os le quedara de vida.
Sus sucesores, por otra parte, ya estaban listos para recoger el relevo. El nuevo capo de Cosa Nostra deber¨ªa ser Sandro Lo Piccolo (Palermo, 1975), buscado por homicidio, extorsi¨®n y asociaci¨®n mafiosa; o Matteo Denaro (Castelvetrano, 1962), buscado por homicidio, matanza, devastaci¨®n y tenencia de explosivos; o Maurizio di Gati (Racalmuto, 1966), buscado por homicidio y estafa; o Giuseppe Falsone (Campobello, 1970), buscado por homicidio y narcotr¨¢fico.
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