El candidato socialista
El PSOE ha decidido adelantar la proclamaci¨®n de Joan Ignasi Pla como candidato a la Generalitat. Ser¨¢ el 20 del pr¨®ximo mes de mayo, con lo que la campa?a electoral se adelanta de hecho cinco meses para este partido en Valencia. En realidad, la espera hasta la fecha citada es mera formalidad para respetar la opci¨®n de un eventual adversario que le dispute el cartel. Pero resulta evidente que no lo hay, ni siquiera se le encontrar¨ªa busc¨¢ndolo con un candil entre la mies socialista ind¨ªgena, y la expectativa de encabezar la lista con un peso pesado de Madrid -el a menudo invocado ministro Jordi Sevilla- ha sido descartada. Otro gallo cantara si los pron¨®sticos fueran gratos.
Pues bien, ya tenemos confirmado al candidato del primer partido de la oposici¨®n, que emprende as¨ª su segunda -y sin duda ¨²ltima- confrontaci¨®n con el electorado auton¨®mico. A sus espaldas quedan casi seis a?os de beligerancia pol¨ªtica en circunstancias poco o nada propicias, tanto en el seno del PSPV, sacudido por un ineluctable proceso de derribo o renovaci¨®n, como por la bonanza que, desde 1995, ha favorecido al partido del gobierno. Dos frentes que Pla ha tenido que atender con desigual fortuna.
En el primero resulta obvio que se ha salido con la suya, aun a costa de dejar al colectivo socialista muy pr¨®ximo al encefalograma plano. Hay que celebrar casi como un prodigio las ocasiones en que el partido ha alumbrado una idea. Pero tal ha sido, por lo visto, la contrapartida de liquidar a la vieja guardia y cerrarse al universo de la cultura o cultureta de izquierda, que es la ¨²nica viva por estos pagos. Claro que, como es sabido, los artistas, tan independientes, suelen arrimarse donde hay harina antes que moh¨ªna. Y lo que ha sido m¨¢s grave: la desconexi¨®n con el tejido social y sus problemas. En este cap¨ªtulo el PSPV ha remedado durante estos a?os de ostracismo el papel de don Tancredo: apenas se le ha visto el pelo donde ha habido conflicto. Metidos en campa?a, bien que le convendr¨ªa restaurar afinidades con los vecinos, tan fluidas otrora.
En cuanto a la labor de cr¨ªtica y fiscalizaci¨®n, ha primado la ingenua idea que Franco ten¨ªa de Gibraltar: que caer¨ªa por su propio peso. Y ah¨ª est¨¢, tan s¨®lido como la roca que es. Pues aqu¨ª, lo mismo. El profesor Joan Romero, quien fuera secretario general del PSPV-PSOE en infaustos momentos, lo diagnostic¨® en su d¨ªa. Si el partido -vino a decir, m¨¢s o menos- no se configura como alternativa cre¨ªble y s¨®lida, ha de conformarse con la imprevisible loter¨ªa de la alternancia. O sea, ha de esperar a que el adversario se desmorone por s¨ª solo o a que el "efecto ZP" obre el milagro. A eso responde, entendemos, la peregrina propuesta y pr¨¢ctica de la "oposici¨®n tranquila", que m¨¢s bien ha tenido visos de mansa.
Con ello no queremos decir que todos los socialistas hayan estado mano sobre mano durante estos a?os, aunque eso parezca. Ser¨ªa injusto. Algunos pocos y pocas han trabajado con rigor y agudeza escudri?ando las lagunas o verg¨¹enzas del Gobierno, a pesar de la discriminaci¨®n escandalosa a que han sido sometidos por los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n. Pero lo notable, la imagen que a nuestro juicio predomina -y la que se desprende de los sondeos de opini¨®n- es la de un partido y un liderazgo incapaz de propiciar un proyecto diferenciado que no se limite a seguir la estela o el rebufo del PP valenciano.
A nadie se le oculta que al candidato y partido socialista les espera una ardua faena, siquiera sea para recuperar parte del espacio clientelar propio. Cuenta, sin embargo, con una ventaja: a fuerza de moderaci¨®n ha conseguido situarse en el tan deseado centro del espectro electoral, habida cuenta de la deriva conservadora del PP, pringado por la corrupci¨®n, los fastos y las fiestas. Y, a mayor abundamiento, Pla no ha de hab¨¦rselas con el ex presidente Eduardo Zaplana, que tanto le apocaba, sino con Francisco Camps, alguien de su misma o parecida talla y con quien tan buenas migas hace. Confiemos en que no tan buenas como para conformarse, sin luchar, con el actual reparto de las cartas. Tantos a?os en la oposici¨®n puede acabar por crear h¨¢bito.
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