Movilizaci¨®n tard¨ªa por el Eje Mediterr¨¢neo

Los titulares de infraestructuras de la Comunidad Valenciana, Catalu?a y Murcia han recabado esta semana la adhesi¨®n de su colega andaluz para constituir un grupo de presi¨®n auton¨®mico con el fin de recabar del Gobierno espa?ol y de las autoridades de Bruselas que no se margine el corredor ferroviario mediterr¨¢neo de la ya prevista red transeuropea de transporte, la dise?ada por el llamado informe Van Miert. En estos momentos, la l¨ªnea prioritaria para la Uni¨®n Europea parte de Algeciras y transcurre por C¨®rdoba, Madrid, Zaragoza y Barcelona. Con lo cual, el Pa¨ªs Valenciano, por lo que nos concierne, queda descolgado de una conexi¨®n tan fundamental.

Queremos suponer -por mero voluntarismo, obviamente- que alguna soluci¨®n se gestar¨¢ antes de que se consolide este desenga?o, que en realidad no debiera ser tal, pues avisos y se?ales hubo como para alertar de sobra a los sucesivos gobiernos de Madrid y, especialmente, de Valencia. Basta con echarle un vistazo a la hemeroteca para constatar la cantidad de letra impresa dedicada a este asunto por parte de expertos en log¨ªstica del transporte -si pueden describirse de esta manera- y prospectiva sobre el pa¨ªs, como el ex director del Instituto de Rob¨®tica, Gregorio Mart¨ªn, o los profesores Josep Vicent Boira, Joan Romero y Josep Sorribes, por anotar tan s¨®lo a quienes han publicado con m¨¢s frecuencia en estas p¨¢ginas.

Pero entre todos, porque nos parece de justicia, creemos que en esta hora de grupos de presi¨®n, urgencias y apremios, debe mencionarse el pron¨®stico del diputado del PP por Valencia, Leopoldo Ortiz, eliminado arteramente de la vida p¨²blica, con lo que, a nuestro entender, se empobreci¨® el estamento pol¨ªtico ind¨ªgena y los valencianos perdimos un sensor de afinada sensibilidad y tes¨®n acerca de las decisiones o previsiones comunitarias que nos ata?¨ªan. No hay posiblemente sector econ¨®mico alguno en el marco productivo valenciano que no haya sido advertido o informado puntual y desinteresadamente sobre las ventajas o riesgos que se tej¨ªan en las entretelas de la UE.

No ha de extra?arnos, pues, que en septiembre de 1995 concurriese, contra el parecer de su mismo partido que lo juzg¨® irrelevante, a un debate en el Parlamento Europeo sobre la pol¨ªtica de transporte y las redes transeuropeas. Su mensaje como corolario de lo all¨ª tratado fue prof¨¦tico y tajante: Valencia no tendr¨¢ fondos de la Red Transeuropea de Transporte. En consecuencia, vino a decir, habr¨¢ de ser el Gobierno espa?ol el que d¨¦ la vara a las autoridades de la Uni¨®n, marque sus propias prioridades y, llegado el caso, supla las inversiones en este cap¨ªtulo.

Ya hemos visto qu¨¦ se hizo, y sobre todo no se hizo, durante las dos legislaturas de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, aun cuando el PP tuvo a Loyola de Palacio presidiendo la Comisi¨®n Europea de Transportes y estaba al corriente de lo que se cocinaba hasta que en 2003 el Informe Miert, antes citado, confirm¨® en todos sus extremos la previsi¨®n del diputado valenciano: nos dejaban fuera de la red transeuropea. Y lo que es peor: tampoco el PEIT (Plan Estrat¨¦gico de Infraestructuras de Transporte) del Gobierno espa?ol contempla ahora entre sus prioridades el tramo de alta velocidad entre Castell¨®n y Tarragona.

Mala suerte o, lo que nos parece m¨¢s razonable: no hemos tenido fuerza ni estrategia pol¨ªtica para enmendar al plan que se tramaba dos lustros atr¨¢s. A pesar de las cifras macroecon¨®micas que nos avalan y la importancia que nos atribuimos -cierta tan solo en parte- no hemos sido prioritarios para Europa ni para Madrid, al menos en el apartado del transporte y las comunicaciones. Adem¨¢s, nos hemos columpiado -aludimos al Consell que gobierna- inventando ejes y alianzas que han sido pura c¨¢scara. Ahora, deprisa y corriendo, hay que recuperar el tiempo perdido y hacer frente com¨²n al problema con otras autonom¨ªas, incluida la catalana, lo que a m¨¢s de uno ha de fastidiarle como un dolor de muelas. Pero es ineluctable que para hablar de transporte por tierra o mar debemos contar con los parientes del norte. Es una ventaja tanto como una fatalidad.