La decadencia de los artistas
Fallaron todos. Bien es verdad que, sobre todo, los toros de Torrestrella, que fracasaron estrepitosamente. Muy gordos los tres primeros -regord¨ªos-, y los seis con las fuerzas muy justas y sin una gota de casta.
Y fallaron los toreros, los llamados artistas, que esbozaron, eso s¨ª, detalles, pero los tres naufragaron entre la falta de ideas, las excesivas precauciones, la escasa t¨¦cnica y la imposibilidad de superar situaciones adversas.
Una tarde de sonoro aburrimiento; una tarde de desilusiones profundas; un par de horas perdidas para comprobar la decadencia de los llamados artistas.
Los primeros, los toros. No es f¨¢cil reunir un plantel de animales imposibles para la m¨ªnima emoci¨®n exigible en esta fiesta. Toros sin motor, sin fuelle, sin raza, sin nada. Toros tibios en los caballos y banderillas y hundidos en el tercio final. Toros decadentes de los que hacen huir aficionados de las plazas. Toros para olvidar.
Torrestrella / Finito, Morante, Vega
Toros de Torrestrella, gordos, flojos, sosos y muy descastados. Mejoraron cuarto y sexto. Finito de C¨®rdoba: pinchazo hondo (silencio); pinchazo hondo atravesado y un descabello (pitos). Morante de la Puebla: pinchazo y casi entera (pitos); pinchazo y cuatro descabellos (palmas). Salvador Vega: dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n); media tendida y baja -aviso- (silencio). Plaza de la Maestranza, 24 de abril. 9? corrida de feria. Lleno.
Volv¨ªa Finito de C¨®rdoba, cuyo nombre suena a un torero conocido de toda la vida, pero ya no es el de antes. Ni mucho menos. Alguien dec¨ªa que Finito fue bueno de novillero. Pues tom¨® la alternativa en 1991, y su trayectoria no ha ido, precisamente, ascendente.
Parece un hombre cansado, agotado, con la ilusi¨®n perdida. Quiz¨¢ sean los a?os -no como persona, sino como torero-, pero no es ni sombra de lo que, a veces, fue. Inseguro, medroso y muy desconfiado, parece que hace un esfuerzo tit¨¢nico para trazar tres ver¨®nicas aceleradas y abandonar r¨¢pidamente la cara del toro. Un par de redondos, alg¨²n natural, pero todo muy deshilvanado, desva¨ªdo, sin alma y sin gracia. Su lote estuvo a su altura: soso y desangelado. Una vez m¨¢s, Finito pasa por Sevilla para ser olvidado con inmediatez.
?Cu¨¢ntos partidarios tiene Morante! ?Con qu¨¦ fervor cantan cualquier capotazo al aire o un mantazo enganchado! Y qu¨¦ desilusi¨®n cuando la realidad se impone, tozuda, y evidencia las carencias del ¨ªdolo.
Morante es un artista. Se supone que s¨ª. Pero un artista triste, con el ¨¢nimo por los suelos, y ayuno de decisi¨®n. ?Es que un artista tiene que ser un alma en pena? ?O es la impotencia la causa de ese rictus de desagrado permanente?
Cualquiera sabe... El arte tiene recovecos que nadie entiende. Lo cierto es que Morante provoca el silencio cuando dicen que acaricia con las yemas de los dedos su capote. Es un momento m¨¢gico en la mente de sus partidarios, pero todo se rompe en un segundo. Aun as¨ª traz¨® algunas estimables ver¨®nicas, con las manos bajas, a su segundo, y una chicuelina que fue un aut¨¦ntico cartel de toros. Y se acab¨®.
Muy desconfiado con su agotado primero, y con mejor disposici¨®n en el otro, un toro noble al que todos mimaron y que le permiti¨® alg¨²n esbozo que no concluy¨®. Se acab¨® as¨ª, muy triste, la feria del artista de La Puebla. Un artista que debe cimentar su fundamento taurino en algo m¨¢s que posturas aflamencadas.
Y fue Salvador Vega, una promesa que dura ya algunos a?os, el que m¨¢s empe?o puso en el triunfo, aunque no alcanzara objetivo alguno.
Variado y artista con el capote, se luci¨® por chicuelinas, ver¨®nicas y gaoneras, y llevando el toro al caballo con mucha torer¨ªa. Muy decidido con la muleta, todo qued¨® en un quiero y no puedo muy preocupante. Su primero ten¨ªa muy poca vida, y traz¨® un par de redondos y naturales sin ligaz¨®n; al sexto, con m¨¢s movilidad, lo tore¨® acelerado, con pases enganchados y casi todos pre?ados de vulgaridad.
Lo dicho: toros y toreros artistas, en franca decadencia.
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