Dos l¨®gicas

La valoraci¨®n que ha hecho Batasuna de los recientes atentados de Bara?ain (Navarra) y Getxo (Vizcaya), que ha calificado como "hechos muy graves", marca distancias respecto a sus pronunciamientos habituales sobre la violencia terrorista. Las palabras de su portavoz, Joseba Permach, han sido muy calculadas. Probablemente est¨¢n en el l¨ªmite de lo que la izquierda abertzale est¨¢ dispuesta a ofrecer en estos momentos, pero no pueden considerarse suficientes. No lo son para el m¨¢ximo afectado, el concejal de UPN Jos¨¦ Antonio Mendive, que ha visto destruido su negocio familiar, pero tampoco para una mayor¨ªa ciudadana que espera poder pasar al fin la hoja del terrorismo. Distinto es que se considere que est¨¢n en la buena direcci¨®n. Es lo que ha declarado el portavoz del Gobierno, lo que le ha permitido apuntar que por los indicios disponibles se tratar¨ªa de acciones no atribuibles a ¨®rdenes de ETA.

Antes de abrir el proceloso camino de una eventual negociaci¨®n con ETA, previa aprobaci¨®n del Congreso, ha de verificarse la inequ¨ªvoca voluntad de abandonar la violencia. Esta exigencia ha sido reiterada desde el alto el fuego por el presidente Zapatero, que a la luz de los informes peri¨®dicos de verificaci¨®n de las fuerzas de Seguridad debe decidir en qu¨¦ momento se presenta ante el Congreso.

Atentados como los producidos el pasado fin de semana alentar¨¢n inevitablemente los recelos de quienes sostienen que no se puede negociar con la banda terrorista, o las de aquellos que han planteado la inmediata suspensi¨®n del proceso antes incluso de que se haya iniciado, como ha hecho el presidente de Navarra, Miguel Sanz.

La obligaci¨®n del Ejecutivo es esclarecer si estos atentados obedecen a una l¨®gica etarra encubierta de seguir alimentando la kale borroka como m¨¦todo de presi¨®n, o si se trata de episodios ejecutados por descontrolados, no por eso menos censurables. En este segundo caso, la c¨²pula etarra se encontrar¨ªa ante el dilema de hacer acatar la f¨¦rrea disciplina de la organizaci¨®n a esos j¨®venes contaminados por una violencia que los dirigentes les han venido proponiendo desde hace d¨¦cadas como ¨²nica estrategia.

Las palabras de Permach est¨¢n todav¨ªa en una l¨®gica que equipara el terrorismo con el uso leg¨ªtimo de la violencia por el Estado de derecho para defender la ley. Lo mismo cabe decir del secretario general de LAB, Rafael D¨ªez Usabiaga, que ha equiparado la violencia etarra con la pol¨ªtica de detenciones y la ilegalizaci¨®n de Batasuna. Es inadmisible comparar acciones delictivas con la detenci¨®n de presuntos delincuentes o su sometimiento a la justicia. Son los violentos, y no al rev¨¦s, quienes deben avanzar mucho m¨¢s y condenar tajantemente el uso de la violencia como arma pol¨ªtica si quieren incorporarse al juego democr¨¢tico y defender su ideario desde la legalidad.