La divisi¨®n en las sociedades frena a la UE
El proceso de integraci¨®n europeo sigue estancado por la fractura interna en los pa¨ªses miembros
Las sociedades de los pa¨ªses europeos, especialmente de los m¨¢s grandes, est¨¢n pol¨ªticamente profundamente divididas. Esta fractura interna afecta directamente a la capacidad de la UE de avanzar en su propia integraci¨®n. Esta vez, Europa no ser¨¢ la soluci¨®n, sino que las propias sociedades son las que tienen que resolver sus diferencias internas -sobre todo ante la resistencia a reformar el Estado de bienestar- antes de pretender dar pasos conjuntos significativos.
Es una crisis propia de sociedades aversas al riesgo pero en mutaci¨®n, que viene de lejos, que ata?e a las identidades pol¨ªticas y sociales (incluidas las derivadas de la inmigraci¨®n), y que se refiere m¨¢s a las identificaciones ideol¨®gicas que a los programas econ¨®micos concretos, cada vez menos diferentes entre s¨ª, entre otras razones por los m¨¢rgenes de maniobra nacional se han hecho m¨¢s estrechos en la UE y debido a la presi¨®n de la globalizaci¨®n. Parad¨®jicamente, lo que m¨¢s divide en Europa es m¨¢s que las propuestas, la identificaci¨®n ideol¨®gica entre izquierda y derecha.
Para volver a reactivar Europa ser¨¢ necesario que sus pa¨ªses se pongan en marcha
El ¨²ltimo caso ha sido el varapalo recibido a los laboristas en las municipales en Inglaterra. Pero el aviso lleg¨® ya en las generales brit¨¢nicas de 2005, en las que Blair consigui¨® su hist¨®rica tercera victoria consecutiva, pero con una diferencia de esca?os con los conservadores (356 a 198) que, debido al sistema electoral, no se corresponde con la escasa diferencia de votos: 4 puntos (37% frente a 33%). Esta distancia con los conservadores puede reducirse al asumir su liderazgo David Cameron, en muchos aspectos un calco de Blair. En todo caso, ninguno parece capaz de sacar adelante un refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n Europea o sobre el euro.
En Italia, la distancia entre la coalici¨®n de Prodi y la de Berlusconi ha sido de tan s¨®lo 25.000 votos de 38 millones de votantes (y gracias al voto de los italianos emigrantes). Algunos polit¨®logos opinan que la pol¨ªtica est¨¢ en crisis, pero en Italia la elevada participaci¨®n ciudadana -un 83%, un record hist¨®rico-, a pesar de que el voto ya no es obligatorio en Italia- muestra que no es as¨ª. Sus respectivos programas, aunque diferentes, no lo eran tanto. Berlusconi prometi¨® cinco a?os atr¨¢s unas reformas radicales en la econom¨ªa que nunca llev¨® a cabo.
Alemania es otro caso en el que ha pesado la resistencia a la reforma de las ventajas de un Estado protector. Pese a que ten¨ªa el viento a su favor, los democristianos de Angela Merkel no lograron arrancar los votos suficientes, y los socialdem¨®cratas resistieron bien. Tanto, que la salida ha sido la gran coalici¨®n entre ellos, con un programa de reformas m¨¢s lento que el que propugnaba Merkel en un principio.
La anomal¨ªa francesa arranca de que en las elecciones de 2002, una buena parte de los electores socialistas, descre¨ªdos con Jospin, se abstuvieron y pasaron a la segunda vuelta Chirac y Le Pen, el hombre que desde la derecha extrema ha contaminado toda la pol¨ªtica francesa, incluida su visi¨®n de Europa. Chirac, que no lleg¨® siquiera a un 20% en la primera arras¨® con un 82% en la segunda. Pero es un espejismo que impidi¨® ver la tambi¨¦n profunda divisi¨®n de la sociedad francesa, plasmada en el refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n Europea en el que triunf¨® el no por un 55% frente al 45% (el Tratado de Maastricht sali¨® por en 1992 por menos de dos puntos). Y las manifestaciones de j¨®venes hijos de inmigrantes en las banlieues y de los j¨®venes de la clase media ante el contrato temporal muestran las resistencias al cambio, tanto que el Gobierno ha dado marcha atr¨¢s.
De cara a las elecciones de septiembre en Suecia, las encuestas dan, hoy por hoy, un empate t¨¦cnico entre izquierda y derecha. En Espa?a, los resultados de las elecciones de 2004 mostraron un pa¨ªs dividido. Y dentro de Espa?a, unos meses antes en Catalu?a, Maragall y el PSC ganaron en votos, pero no en esca?os, a CiU. Holanda tambi¨¦n ha mostrado sus divisiones, pero es un pa¨ªs acostumbrado a las coaliciones para gobernar.
El fracaso, relativo, de la econom¨ªa europea se debe al de las de cada pa¨ªs, especialmente de los que no han sabido llevar adelante los necesarios cambios estructurales. El llamado Proceso de Lisboa, que pretend¨ªa hacer de Europa la zona de mayor competitividad para 2010, ha fracasado en buena parte debido a las carencias internas en cada Estado miembro. Y la divisi¨®n existente en cada de ellos dificultad, en general, las posibilidades de resucitar la Constituci¨®n Europea en su forma actual. El apoyo de las sociedades a la UE no se ha reducido. Pero para volver a reactivar Europa ser¨¢ necesario que sus pa¨ªses se pongan en marcha, incluso a costa de mayores desgarros internos.
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