Xabier rekalde, periodista y agitador cultural
Fue introductor de las m¨²sicas africanas en Espa?a
Xabier Rekalde, periodista de 54 a?os, falleci¨® en las primeras horas del jueves 4 de mayo, cuando volv¨ªa en su coche desde Madrid a T¨®rtola de Henares, el pueblo de Guadalajara donde ¨²ltimamente resid¨ªa. Aparte de su pasional actividad period¨ªstica, Rekalde alent¨® numerosas iniciativas de difusi¨®n de la canci¨®n de autor, el folk, el jazz y las m¨²sicas africanas.
Xabier Rekalde viaj¨® el mi¨¦rcoles desde su refugio alcarre?o a Madrid: no pod¨ªa faltar a la presentaci¨®n de la 15? edici¨®n de Pirineos Sur, el festival aragon¨¦s de m¨²sicas del mundo con el que se sent¨ªa identificado. Los all¨ª presentes disfrutamos del Rekalde m¨¢s risue?o. Lejos de su gusto por la pol¨¦mica ideol¨®gica, se mostr¨® cordial y dispuesto a compartir sus planes: pensaba levantar el campamento e instalarse lejos ("Australia, Marruecos, Argentina..."); promet¨ªa concluir el disco-libro definitivo sobre la m¨²sica palestina que maquinaba desde hace a?os. Estaba, adem¨¢s, impecable dentro de su look bohemio. Unas horas despu¨¦s fallec¨ªa en un accidente de carretera.
Conmocionados despu¨¦s de la tragedia, algunos nos enteramos de su nombre de pila: se llamaba Francisco Javier Ayuso Maeso y hab¨ªa nacido en Bilbao, el 31 de julio de 1951. Y poco m¨¢s; a Rekalde le encantaba aventar una nube de misterio alrededor de su persona. En verdad, su vida parec¨ªa tan intensa que pocos de sus amigos pose¨ªan una visi¨®n global de sus andanzas.
De familia obrera, dicen que fue cantautor militante en su tierra y que lleg¨® a Madrid para estudiar cine. En los setenta, la Ciudad Universitaria era un fragor de pol¨ªtica y arte comprometido; Rekalde se lanz¨® de cabeza a participar en ciclos de cine y recitales de jazz, folk, canci¨®n de autor o flamenco. Se convirti¨® en socio -luego, gerente- del Caf¨¦ Barbieri, reducto que intent¨® reciclar en centro cultural alternativo, con pases de pel¨ªculas y conciertos ¨ªntimos.
De pluma ¨¢gil y contundente, pas¨® de escribir en revistas especializadas a colaborar con El Independiente. Contaba que all¨ª disfrut¨® inmensamente de vivir el t¨®pico de periodista golfo pero cumplidor. En El Mundo dej¨® de publicar cuando se le censur¨® una cr¨®nica del Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n, donde deslizaba cr¨ªticas al cierre de Egin. Trabaj¨® regularmente para la prensa abertzale y manten¨ªa secciones en Gara, donde tambi¨¦n firmaba como Bego?a Lasa, seud¨®nimo que ya hab¨ªa usado cuando, bajo cuerda, mandaba textos jazz¨ªsticos a Egin.
Cre¨ªa en honrar a los gigantes: plasm¨® una emotiva necrol¨®gica de Fela Kuti y se quejaba de que no pudo despedir de igual manera a Ali Farka Tour¨¦. Y es que, en alg¨²n momento, qued¨® atrapado por las culturas africanas (durante la etapa universitaria, hab¨ªa tratado con m¨²sicos como Hugh Masekela, dentro de un festival contra el apartheid surafricano).
Pas¨® temporadas en ?frica y Oriente Pr¨®ximo. A ra¨ªz de esas aventuras se le ocurrieron ideas para documentales que unieran a creadores de diferentes etnias, interesando incluso a una cadena de televisi¨®n francesa. Siempre lament¨® que no se pudiera realizar su so?ado encuentro entre Miles Davis y Camar¨®n. Jurado habitual en concursos de nuevos talentos, se prestaba a animar mesas redondas o conferencias que coincidieran con sus pasiones, que inclu¨ªan la ecolog¨ªa y la literatura. Pudo materializar ambiciosas programaciones musicales, como El mundo en Madrid, que se celebr¨® en el patio del Conde Duque en 1995, armonizando milagrosamente los intereses de diversos promotores de world music.
Durante cuatro ediciones fue asesor de Alamar, festival de vocaci¨®n mediterr¨¢nea que se hace en Almer¨ªa. Tanta enumeraci¨®n, me temo, finalmente no sirve como retrato cabal de un personaje tan poli¨¦drico. Bajo su caparaz¨®n de hombre airado se escond¨ªa un ser tierno, que combinaba las vocaciones de so?ador realista y buscador fantasioso.-
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