Conspiraci¨®n suicida
La mejor receta para que el laborismo pierda las pr¨®ximas elecciones es forzar en estos momentos el derrocamiento de Tony Blair, el ¨²nico l¨ªder en la historia del Partido Laborista que ha llevado a su agrupaci¨®n a tres victorias electorales consecutivas. Y eso lo sabe Gordon Brown, canciller del Exchequer (ministro de Hacienda) y permanente sucesor in p¨¦ctore del primer ministro, que, el pasado fin de semana, se limit¨® a pedir, utilizando las mismas palabras de Blair cuando hace un a?o anunci¨® que no se presentar¨ªa a una cuarta reelecci¨®n, "una sucesi¨®n estable y ordenada" en la jefatura del partido. Brown es consciente de que lo ¨²nico que puede llevar a los conservadores a la victoria en las pr¨®ximas elecciones generales es una fractura de la unidad laborista, "una guerra civil" en el seno del Partido Laborista, como los tabloides, principalmente tories, califican las disensiones entre los partidarios de los dos l¨ªderes.
Por eso, Brown, aunque molesto por la inesperada y salvaje remodelaci¨®n ministerial decidida por Blair el pasado fin de semana en un intento de paliar el impacto de la derrota laborista en las municipales del 4 de mayo, advierte a sus partidarios de las nefastas consecuencias de forzar la salida de Blair del 10 de Downing Street. "Nuestra historia demuestra que cuando los extremistas se hacen con el control [del partido] a costa de los moderados, el resultado es el desastre". El diagn¨®stico del canciller no puede ser m¨¢s certero.
Porque lo que est¨¢ en juego no es simplemente una cuesti¨®n de personalidades, sino un cambio en el rumbo ideol¨®gico del laborismo. El old Labour, representado por los sindicatos y la izquierda radical, no le perdona a Blair su programa de reformas en l¨ªnea con las emprendidas hace d¨¦cadas por la socialdemocracia europea y el partido dem¨®crata americano. Siguen a?orando la revoluci¨®n permanente, defendida por los Arthur Scargill y Tony Benn de siempre, que mantuvo al laborismo apartado del poder durante cerca de 20 a?os, desde 1979 a 1997. Echan de menos, entre otras cosas, la cl¨¢usula en los estatutos del partido que defend¨ªa la nacionalizaci¨®n de los medios de producci¨®n y, sobre todo, no tragan el programa de reformas propuesto por Blair sobre educaci¨®n, sanidad, pensiones, energ¨ªa nuclear y renovaci¨®n de la fuerza disuasoria at¨®mica brit¨¢nica. Y, por si fuera poco, Blair no s¨®lo es amigo -amigo, no vasallo- de Estados Unidos, sino de George Bush. ?Vade retro!
Desgraciadamente para sus oponentes, Blair es un luchador nato, que no se acoquina con conspiraciones de pasillo. Se retirar¨¢ en la fecha que ¨¦l elija, no en la que le dicten los conspiradores. Entre otras cosas, porque, gracias a la democratizaci¨®n del Partido Laborista, impulsada por Blair, los sindicatos y el grupo parlamentario no ponen o deponen a su antojo al l¨ªder del partido, como ocurr¨ªa antes de la reforma estatutaria. Esa es una decisi¨®n que corresponde ahora al pleno del congreso anual del partido. Apuesten por el congreso que se celebrar¨¢ en oto?o del pr¨®ximo a?o, 10 despu¨¦s de la llegada de Blair a Downing Street y, quiz¨¢s, acierten la fecha de su retirada. Eso dar¨ªa a Brown, confirmado por en¨¦sima vez por el primer ministro como su sucesor el pasado fin de semana, dos a?os para consolidarse al frente del Gobierno. O para hundirse.
El gran temor de Blair, que quiere, sobre todo, que su legado al pa¨ªs sea una cuarta victoria consecutiva laborista. A pesar de la derrota en las municipales -s¨®lo celebradas en Inglaterra, y no en Escocia y Gales, los dos grandes viveros, junto al norte de Inglaterra, de votos laboristas- el Partido Laborista sigue siendo, por ahora, el gran partido nacional brit¨¢nico, como lo fue el conservador en la ¨¦poca de Margaret Thatcher, el republicano en la de Ronald Reagan o el dem¨®crata en la de Bill Clinton. "Los viejos soldados no mueren. Simplemente, se desvanecen", dijo el general Douglas MacArthur ante el Congreso de Washington cuando fue cesado fulminantemente por el presidente Harry Truman por defender el bombardeo de Manchuria durante la guerra de Corea. Por ahora, Blair no quiere morir, ni desvanecerse.
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