En el conf¨ªn del color
En los m¨¢s de tres lustros de trayectoria p¨²blica que acumula a la espalda, Rosa Brun (Madrid, 1955) ha consolidado una rigurosa y compleja indagaci¨®n personal de la estela extensa del minimalismo. Pero, por m¨¢s que en el pasado, al conferir mayor ¨¦nfasis a la condici¨®n objetual del soporte, como a su inserci¨®n en el espacio espec¨ªfico, su trabajo llega a deslizarse en ocasiones hacia el l¨ªmite de lo escult¨®rico, nunca llegar¨¢ a distanciarse por entero de la primac¨ªa otorgada a la referencia al plano del muro ni a la l¨®gica vertebral que enra¨ªza su apuesta en el territorio inequ¨ªvoco de la pintura. Y, de hecho, desde el arranque de la presente d¨¦cada, Brun establece en ese sentido un repliegue elocuente, para centrar, con ambici¨®n no menos radical, su inter¨¦s en el color y la exploraci¨®n de su potencial efusivo. En dicha l¨ªnea insisten de nuevo las obras desplegadas por la pintora madrile?a en esta muestra, un ciclo deslumbrante realizado en el curso del presente a?o. Reencontramos entre ellas, la estructura planteada por series justo anteriores, con el di¨¢logo establecido entre dos superficies monocromas, confrontadas en paralelo o superpuestas en vertical, sobre la l¨ªnea virtual del horizonte. Pero asimismo otras articulaciones m¨¢s complejas, como la empleada al flanquear un gran campo, en el extremo superior e inferior, por sendas franjas de distinto color.
ROSA BRUN
Galer¨ªa Oliva Arauna
Barquillo, 29. Madrid
Hasta el 31 de mayo
Pero, las piezas a la postre m¨¢s rotundas de la exposici¨®n son, a mi juicio, aquellas donde la artista vuelve a integrar de un modo efectivo en el ¨¢mbito de la obra el espacio esc¨¦nico en la que ¨¦sta se inscribe. Tal como ocurre en la secuencia desplegada por los tres campos crom¨¢ticos monumentales alineados en Auriga o en la rumorosa tensi¨®n que establecen los m¨®dulos de dimensi¨®n y color dispar en los d¨ªpticos Cetris y Markab. Obras donde alcanza adem¨¢s un equilibrio m¨¢s di¨¢fano entre la voluntad de despojamiento y esa soterrada ambivalencia tonal que Rosa Brun confiere a la entra?a del color.
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