Los c¨ªtricos, la inflaci¨®n y otros misterios

Hace unos d¨ªas, aprovechando unas vacaciones, estuve cogiendo limones del huerto de mi cu?ada. Ella dispone de un medio de vida no relacionado con la agricultura, pero mantiene el huerto que fue de su padre, que s¨ª era agricultor y, mal que bien, viv¨ªa de la agricultura. Hoy los limones, me dijo mi cu?ada, te los pagan a tres c¨¦ntimos el kilo si los coges t¨²; si vienen a cogerlos del ¨¢rbol, te los cogen gratis.

De vuelta a Madrid, le pregunt¨¦ a mi frutero a c¨®mo vend¨ªa ¨¦l los limones. A dos euros el kilo, me dijo. S¨ª, ya lo s¨¦, hay un coste de manipulado, de envasado, de transporte, de venta... Pero aun as¨ª, ?no es muy grande la diferencia?

De manera que quedan ya pocos agricultores. Porque si ocurre lo mismo con todas las frutas y hortalizas, al agricultor no le queda otro remedio que vender las tierras para que los promotores y los constructores y los ayuntamientos hagan su agosto con la construcci¨®n.

Hay algunas preguntas que hacerse, sin embargo. ?No ser¨¢ necesario controlar estas diferencias de precios para mantener controlada la inflaci¨®n? ?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando no queden huertos? ?De d¨®nde se sacar¨¢ el agua para abastecer a estas nuevas urbanizaciones que est¨¢n proliferando donde antes hab¨ªa huertos? ?Hay un Marbella o un Orihuela detr¨¢s de esta injusta situaci¨®n? Algo habr¨ªa que hacer.