Deslumbrante Pedrosa

Cimentada en sus innatas condiciones para volar agarrado al semimanillar de su moto, la primera victoria de Dani Pedrosa en MotoGP no hace m¨¢s que confirmar en la categor¨ªa a un novato cuya progresi¨®n ha sido mete¨®rica. Fiel a la filosof¨ªa que lo encumbr¨® en las categor¨ªas inferiores, nada ha cambiado en su m¨¦todo de trabajo. La seguridad que derrocha el espa?ol al balancear una m¨¢quina de m¨¢s de 250 caballos se debe al met¨®dico an¨¢lisis al que somete cada paso. Y, por lo que se adivina, los objetivos comienzan a presentarse.

Siempre ha ido a m¨¢s Pedrosa. Su triunfo en Shanghai, en el Gran Premio de China, s¨®lo es el escal¨®n al que le tocaba subirse tras alborotar el Mundial en Jerez, donde fue segundo, y la tremenda remontada que, aunque con un cruel desenlace, protagoniz¨® en Estambul. Asimilado su error turco, al forzar demasiado unos neum¨¢ticos heridos, Pedrosa, que ayer abri¨® la pista en la salida, se coloc¨® el quinto a la entrada del primer viraje para evitar cualquier escaramuza. Aguard¨®, sin despistarse, a que las posiciones se asentaran y el pelot¨®n se estirara para planear un ataque que comenz¨® al tercer giro. Es cuando barre los metros perdidos cuando se manifiesta su superior destreza respecto a sus competidores, m¨¢s experimentados en su mayor¨ªa. Como si de un simple tr¨¢mite se tratara, se los quita de encima sin aparentes dificultades.

Rossi, que abandon¨®, err¨® su diagn¨®stico. Cambi¨® la rueda trasera y la mala era la delantera

Ayer lo repiti¨®. Tras desembarazarse pronto de los primeros escollos (Casey Stoner, Sete Gibernau y Nicky Hayden), se acomod¨® Pedrosa en la cuarta vuelta, al punto que registr¨® tres r¨¢pidas consecutivas, lo que le vali¨® para dejar en unas insignificantes mil¨¦simas el segundo y medio de ventaja que le hab¨ªan ganado Colin Edwards y John Hopkins, los estadounidenses que mandaron hasta que apareci¨® ¨¦l. Con la misma naturalidad super¨® a Hopkins.

Encantado como est¨¢ con el material que le sirve Honda, la moto del n¨²mero 26 es la m¨¢s veloz. Las estad¨ªsticas de las cuatro primeras carreras as¨ª lo indican. Tambi¨¦n se beneficia de ello el catal¨¢n, que, liviano como es, aline¨® su moto a la del tejano Edwards en la recta m¨¢s larga del certamen (1.175 metros) y asumi¨® la cabeza. Tambi¨¦n lo hab¨ªa conseguido en Turqu¨ªa dos semanas atr¨¢s. Pero esta vez las gomas s¨ª le permitieron distanciarse de sus perseguidores.

Con pista libre para el tricampe¨®n m¨¢s joven de la historia, fue Hayden, su compa?ero en Honda, quien trat¨® de intimidarle. Tras dar el giro m¨¢s r¨¢pido hasta entonces (vuelta 17?), se coloc¨® el de Kentucky a pocos metros. Pero no atiende Pedrosa a los derechos de la antig¨¹edad y, as¨ª, su empuje cay¨® en saco roto ante el aguante de un talento que increment¨® su ritmo hasta apuntarse, a tres del final, el giro m¨¢s r¨¢pido.

La impotencia del norteamericano se asimila a la que en los ¨²ltimos tiempos padece Valentino Rossi, que abandon¨® a cinco vueltas de la conclusi¨®n. A siete y tras una brillante remontada, sufri¨® una vibraci¨®n. Cambi¨® entonces el neum¨¢tico trasero, pero... hab¨ªa errado el diagn¨®stico. El culpable era el compuesto delantero, que ser¨¢ exhaustivamente analizado.