Confusi¨®n pertinaz
No pasa un d¨ªa sin que el presidente de Bolivia, Evo Morales, despliegue sus prisas por confirmar la nacionalizaci¨®n de los recursos energ¨¦ticos y la presunta firmeza con la que parece dispuesto a cumplir sus designios. Ya anunci¨®, en el rimbombante Decreto Supremo, la nacionalizaci¨®n del petr¨®leo y del gas boliviano -a la que, por supuesto, tiene derecho- con unas maneras deplorables, que inclu¨ªan la presencia del Ej¨¦rcito en los campos petroleros para garantizar que se cumpl¨ªan sus ¨®rdenes. Ahora, muy poco tiempo despu¨¦s de que declarara que Espa?a es un aliado estrat¨¦gico, ha cargado sin ton ni son contra el BBVA y el grupo suizo Zurich reclamando la entrega de las acciones petroleras que ten¨ªan depositadas ambas instituciones para organizar el sistema de pensiones boliviano. En el tono amenazador que le caracteriza ¨²ltimamente, ha conminado a BBVA y Zurich a que devuelvan las acciones petroleras en el plazo de 72 horas so pena de intervenciones y otros males mayores.
Pero la ret¨®rica amenazadora es, en este caso, un puro disparate. Las acciones petroleras que Morales y su vicepresidente Garc¨ªa Linera reclaman son el contravalor a cambio de retribuir algunos fondos de pensiones del pa¨ªs. Ni el BBVA ni Zurich pretend¨ªan la propiedad de las mismas, as¨ª que el gesto de reclamaci¨®n es probablemente innecesario y un poco rid¨ªculo. No ser¨ªa necesario que los bancos devolvieran f¨ªsicamente las acciones en cuesti¨®n, puesto que siguen siendo de los pensionistas bolivianos y del Estado, con independencia del lugar donde est¨¦n depositadas. Si lo que pretende Morales es registrar un gesto para consumo de sus votantes y retribuir de ahora en adelante las pensiones y la rentabilidad correspondiente, sea en buena hora, siempre y cuando exonere por escrito a los bancos espa?ol y suizo de la responsabilidad de pago futuro de las pensiones.
Debe insistirse en que Morales y su Gobierno tienen derecho a tomar las decisiones econ¨®micas que consideren oportunas. La nacionalizaci¨®n es una de ellas, siempre y cuando respeten los contratos y hagan honor a las indemnizaciones que en su caso decidan los tribunales internacionales si al final las empresas instaladas en Bolivia entienden que no es rentable continuar con sus operaciones. Pero el presidente boliviano deber¨ªa cuidar sus modales, sobre todo para con sus aliados estrat¨¦gicos. Con esa ret¨®rica amenazadora que gasta alegremente quiz¨¢ no est¨¦ confundiendo a sus supuestos enemigos, pero est¨¢ consiguiendo despistar a sus supuestos amigos.
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