Hermoso de Mendoza, por la puerta grande

Pablo Hermoso de Mendoza fue ayer el triunfador indiscutible del festejo de rejoneo. Cort¨® dos orejas, que pudieron ser tres, y sali¨® a hombros por la puerta grande entre el fervor de un p¨²blico que se emocion¨® durante la lidia de sus toros con el dominio y la perfecci¨®n de este n¨²mero uno del toreo a caballo actual. No le ayudaron los toros, pero es tal la ilusi¨®n que derrocha, el hambre de triunfo que demuestra y, sobre todo, conoce tan bien todos los resortes del arte ecuestre que, antes o despu¨¦s, encuentra siempre el camino del ¨¦xito.

Ayer estren¨® caballos que comenzaron a torear en diciembre. Con los nuevos y con los veteranos realiz¨® un rejoneo de alt¨ªsima escuela. Baste como ejemplo el perfecto derechazo que dibuj¨® en el primero para colocarlo en suerte y clavar un rej¨®n de castigo; o su sentido del temple a dos bandas, o los quiebros milim¨¦tricos para colocar banderillas. Hermoso de Mendoza emociona con la misma rapidez que llega a los tendidos de principio a fin de cada faena. Le toc¨® el toro m¨¢s manejable de la corrida, el quinto, y se luci¨® en todos los tercios. El punto culminante lleg¨® con las banderillas cortas a dos manos, que precedi¨® a un rej¨®n trasero que provoc¨® un profundo derrame del toro, lo que impidi¨® que le concedieran la segunda oreja.

Es una delicia ver torear a caballo a dos consagrados maestros de este arte secular, que han alcanzado la perfecci¨®n en todas las suertes. Qu¨¦ pena que el toro moderno imponga su ley de mansedumbre y falta de casta e impida la emoci¨®n que conlleva el magisterio de Jo?o Moura y Hermoso de Mendoza. Ambos poseen unas cuadras magn¨ªficas y una dilatada experiencia personal que los ha convertido en los m¨¢ximos exponentes del rejoneo. Fallaron los toros de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, mansos, rajados y distra¨ªdos, justo lo contrario de lo que necesita el rejoneo, un toro encastado que persiga a las cabalgaduras.

Aun as¨ª, a pesar de que Moura no dio ni una vuelta al ruedo, hay que reconocerle su dominio de las monturas y su extraordinario sentido del temple. Es la solera a caballo. Quiz¨¢ con los a?os ha perdido el resorte para levantar pasiones, pero es admirable su facilidad para clavar y su perfecto conocimiento de los terrenos y las distancias.

?lvaro Montes es la ilusi¨®n y la fortaleza de la juventud. Esper¨® a sus dos toros en la boca del t¨²nel de toriles para resucitar la suerte de la garrocha, de tanto sabor campero. Desafortunadamente, ninguno de los dos le permiti¨® el lucimiento por su falta de codicia. Montes es un rejoneador espectacular que busca el aplauso f¨¢cil, abusa de las carreras y las cabriolas, pero se le debe reconocer su progresi¨®n y su acierto a la hora de clavar. Ayer, sin embargo, fall¨® con las banderillas largas al viol¨ªn y rectific¨® en la misma suerte con las cortas, dej¨¢ndose atropellar la cabalgadura. Expone tanto los caballos en la cara del toro que uno result¨® herido en el sexto cuando se preparaba para colocar banderillas. Tuvo en ese toro una actuaci¨®n completa y cort¨® una merecida oreja.