El 'botell¨®n' viene de Par¨ªs
Hemos o¨ªdo hasta la saciedad a sagaces comentaristas y soci¨®logos medi¨¢ticos lamentarse del fen¨®meno botell¨®n. Se dec¨ªa que mientras que en Francia los j¨®venes luchaban por la dignidad de sus contratos, aqu¨ª en el sur la juventud s¨®lo quer¨ªa beber hasta caer redonda. La simpleza del an¨¢lisis es tal que no es productivo seguir por ah¨ª. La contemporaneidad de dos sucesos no los vincula m¨¢s all¨¢ de compartir edici¨®n impresa en los rotativos del d¨ªa. Ni las circunstancias pol¨ªticas son las mismas, ni los problemas, ni la respuesta gubernamental es semejante. En todo caso, es curioso que los macrobotellones hayan desaparecido como llegaron, de repente. El error de c¨¢lculo fue expulsar al grupo de la Rambla del Raval y empujarlo a calles estrechas, donde log¨ªsticamente se sabe que es mucho m¨¢s sencillo atrincherarse y causar desperfectos. Par¨ªs se invent¨® los amplios bulevares justo para evitar lo que aqu¨ª se provoc¨®. A pesar de ello, quiz¨¢ Joan Hereu ten¨ªa raz¨®n al catalogar como exitosa la acci¨®n policial de Barcelona. Despu¨¦s del vandalismo callejero, nadie se atreve ya a convocar una concentraci¨®n para beber al aire libre, usando los e-mails o los SMS. En Sevilla o Granada se llevan d¨¦cadas bebiendo en la calle, sea en formato botell¨®n o de tapeo, y a nadie se le ocurrir¨ªa mandar a 350 polic¨ªas. Ser¨¢ que all¨ª es m¨¢s sur que nuestro sur.
La celebraci¨®n de la victoria no era 'botell¨®n', era la muestra de que el Bar?a es m¨¢s que un club
La pasada semana se convoc¨® en toda Espa?a una sentada contra la situaci¨®n inmobiliaria y sus convocantes se desmarcaron desde el inicio de cualquier vinculaci¨®n con un botell¨®n. Se intent¨® as¨ª dar una imagen de compromiso, lejos de los descerebrados que s¨®lo buscan la cogorza colectiva en plena v¨ªa p¨²blica. Sin duda, tienen sentido este tipo de concentraciones. La especulaci¨®n inmobiliaria est¨¢ llegando al acoso ciudadano en grados insoportables. La pregunta es: ?y si cuando fuimos llevamos unas cervecitas, dej¨® de ser comprometida nuestra postura? En realidad hac¨ªa una solanera tal que la cerveza se agradeci¨®.
Hace unos d¨ªas, el FC Barcelona se clasific¨® para la final de la Champions, y en la misma semana se gan¨® la Liga. En Canaletes se concentr¨®, en ambas ocasiones, un buen n¨²mero de seguidores del club. Si uno se pasaba por all¨ª pod¨ªa ver bebidas alcoh¨®licas en envases peque?os y grandes. Latas de cerveza, bricks de vino y sangr¨ªa. Las conocidas litronas de cerveza estaban m¨¢s que presentes, incluso hab¨ªa chiringuitos improvisados de venta de alcohol. Los agentes de la polic¨ªa observaban las muestras de alegr¨ªa con cierta resignaci¨®n. La noche se presentaba movida y encima no ten¨ªan ¨®rdenes de impedir nada. Aquello no era un botell¨®n, era una muestra de que el Bar?a es m¨¢s que un club. Los comentaristas televisivos han dicho incluso que, en estos momentos de confusi¨®n pol¨ªtica, era una muestra de autoafirmaci¨®n nacional, que no se pod¨ªa criminalizar por unos pocos una celebraci¨®n c¨ªvica. Esos j¨®venes no eran violentos antisistema, eran simp¨¢ticos seguidores deportivos. A nadie se le ocurri¨® preguntarse qu¨¦ pasaba en Par¨ªs a esa hora. Ning¨²n comentarista avispado vio una solemne memez manifestarse porque 11 muchachos venidos de medio mundo hayan conseguido meter m¨¢s veces que los otros 11 un bal¨®n dentro de la porter¨ªa. Al final, como era de suponer, unos cuantos majaderos se liaron a palos con la polic¨ªa, con las tiendas cercanas y con el mobiliario urbano. ?No eran los mismos que los del botell¨®n? Qui¨¦n sabe, la estupidez abunda.
Por fin, en la final de Par¨ªs, el Bar?a gan¨®. El Ayuntamiento pidi¨® a los seguidores que lo celebrasen en las fuentes de Montju?c, pero la iniciativa tuvo poca receptividad. Es interesante que el municipio proponga alternativas. Es de suponer que si alg¨²n colectivo de radicales antisistema propone un botell¨®n concienciado y comprometido, les dar¨¢n tambi¨¦n alternativas para poder celebrarlo. Paralelamente, esta vez s¨ª, se desplegaron m¨¢s de 300 polic¨ªas, pero no para impedir la fiesta, sino para controlar sus efectos colaterales. Se vio gente bajando por el paseo de Gr¨¤cia en manifestaci¨®n festiva y cortando el tr¨¢fico, se vio gente sobre los coches mientras en su interior el conductor apuraba un botell¨®n de cava, mucha gente bebiendo en coches y motos. No se sabe si la ordenanza del civismo permite la alegr¨ªa deportiva si ¨¦sta est¨¢ aumentada por el alcohol bebido en el espacio p¨²blico, pero al parecer se ha hecho la vista gorda por esta vez. Hemos de felicitarnos por ello, pocas alegr¨ªas colectivas tenemos, as¨ª que mejor permitirlas. Quiz¨¢ en San Juan tambi¨¦n la permitan, el solsticio de verano es un buen motivo para festejar, o al menos tan bueno como que un bal¨®n entre en la porter¨ªa, con todos los respetos por Belletti. Al final, c¨®mo no, disturbios, destrozos y casi 50 detenidos. ?Se imaginan que habr¨ªa pasado si los mossos hubieran intentado impedir la celebraci¨®n? En esta ocasi¨®n no hace falta investigar mucho para encontrar los responsables de la concentraci¨®n. En el caso del botell¨®n, se les intent¨® inculpar por los desperfectos. ?Pagar¨¢ Laporta la factura?
A la ma?ana siguiente de las celebraciones, La Rambla se levanta relativamente bien, teniendo en cuenta la batalla. Los servicios de limpieza demuestran una vez m¨¢s su efectividad. Es su trabajo y lo hacen muy bien. Como lo hicieron en San Juan. Hubo verbena y se asegur¨® el derecho a los ba?istas a tomar el sol. En el fondo, es la noche m¨¢s corta del a?o. Quiz¨¢s ¨¦sa es la clave, no prohibir, sino solventar los problemas que la libertad de acci¨®n genera en el espacio p¨²blico. En el Raval a¨²n son visibles las huellas de la prohibici¨®n del botell¨®n. Portales quemados, persianas destrozadas y asfalto con desperfectos. Quiz¨¢ los efectos de su celebraci¨®n hubieran durado tan poco como los de Canaletes.
Por el momento, es aconsejable acudir a manifestaciones y actos reivindicativos con una camiseta del Bar?a. Ante una situaci¨®n complicada, siempre puede uno decir que estaba celebrando el gol de Eto'o y que se encontr¨® con los radicales por casualidad.
Claret Serrahima y ?scar Guayabero son dise?adores.
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