Fidelidad sentimental
Elche vive unos d¨ªas de j¨²bilo con motivo de la visita de la Dama, que la ciudad ha esperado durante tanto tiempo. La prensa ha contado con detalle los pormenores del traslado -no todos los d¨ªas viaja una pieza de estas caracter¨ªsticas, ni se ven unas medidas de seguridad tan extraordinarias- y el recibimiento tan emotivo que se le ha dedicado a la escultura. Quiz¨¢ haya sido la devoci¨®n que los ilicitanos han mostrado hacia la Dama lo que m¨¢s ha impresionado a quienes vivimos ajenos a estos espect¨¢culos. Admitamos que era dif¨ªcil imaginar que el afecto del pueblo por la escultura llegar¨ªa a ese grado. El fen¨®meno no puede ser despachado con las frases habituales, pues es de una enorme complejidad.
Es probable que la apoteosis del recibimiento no haya permitido apreciar en su justa medida lo que la llegada de la Dama ha supuesto para la ciudad. Primero, hay una cuesti¨®n de orgullo, de autoestima que uno percibe de inmediato. Naturalmente, la operaci¨®n ha sido favorecida por las autoridades, pero se han sumado a ella los industriales, los comerciantes, los artistas, los colegios... Pr¨¢cticamente toda la ciudad ha participado, de un modo u otro, en el acontecimiento, porque de un acontecimiento se trataba para los ilicitanos. Desde hace semanas, la prensa ha publicado las noticias sobre los preparativos, que he seguido con curiosidad. Debo decir que, en el transcurso de ese tiempo, mi opini¨®n ha cambiado. Lo que en principio me pareci¨® un exceso, se ha transformado, conforme pasaban los d¨ªas, en respeto hacia una manifestaci¨®n popular. En unos momentos en que lo popular suele ser tan mal interpretado, hay que tomar muy en serio sucesos como el de Elche.
El Ayuntamiento de Elche ha actuado en este asunto con gran habilidad. Ha sabido convencer a los ilicitanos de que se encontraban ante una gran oportunidad que deb¨ªan aprovechar. Es probable que al alcalde, Diego Maci¨¤, se le puedan discutir muchas cosas, pero no su inteligencia para la pol¨ªtica. En pol¨ªtica, la inteligencia consiste casi siempre en rodearse de un equipo adecuado de colaboradores. La visita de la Dama forma parte de un ambicioso plan para convertir Elche en una ciudad moderna y hacer que sus habitantes se sientan orgullosos de ella. Maci¨¤ ha porfiado para lograr el traslado de la Dama, sin desanimarse ante las negativas que recibi¨® de los sucesivos gobiernos. Su virtud ha sido perseverar hasta que, con la llegada de Zapatero, se ha presentado la oportunidad. Ahora, el ¨¦xito lo ha situado en una inmejorable posici¨®n ante las pr¨®ximas elecciones municipales.
Pero si la acci¨®n del Ayuntamiento se hubiera limitado a lograr la presencia de la Dama, su efecto habr¨ªa sido muy relativo. Entonces s¨ª que deber¨ªamos hablar de una simple acci¨®n de propaganda pol¨ªtica. Afortunadamente, no ha sido as¨ª y lo valioso, lo destinado a permanecer, ha sido aprovechar el motivo de la visita para crear el Museo de Historia de la Ciudad y urbanizar con acierto una parte de la ciudad. El pasado jueves, en Quadern, Rafael Navarro escribi¨® extensamente sobre las virtudes del nuevo museo, y no es necesario que me extienda ahora sobre ¨¦l. Navarro es un excelente especialista, y yo no podr¨ªa agregar nada que ¨¦l no haya dicho ya. Aunque s¨ª que quisiera llamar la atenci¨®n sobre un hecho, y es que a la hora de proyectar el museo no se ha recurrido a ning¨²n arquitecto estrella, en contra de lo que suele ser habitual. La obra se ha encargado a un t¨¦cnico ilicitano que ha realizado un trabajo muy notable, seg¨²n opinan quienes han visitado el museo. No tengo duda de que habr¨¢ resultado mucho m¨¢s econ¨®mico para el presupuesto de la ciudad.
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