Por tierra, mar y aire
La decisi¨®n de Bush (en materia de inmigraci¨®n, m¨¢s moderado que gran parte de su partido republicano) de mandar 6.000 efectivos de la Guardia Nacional a reforzar las patrullas en los 3.200 kil¨®metros de frontera con M¨¦xico, para evitar la entrada de inmigrantes ilegales, guarda cierto paralelismo con la del Gobierno de Zapatero de utilizar sat¨¦lites, barcos y aviones de reconocimiento para frenar la llegada de sin papeles a Canarias. La C¨¢mara de Representantes en EE UU hab¨ªa acordado elevar una verja a lo largo de 1.000 kil¨®metros (ya existen 170 kil¨®metros) de esa frontera; el Senado la ha rebajado a 600 kil¨®metros (junto a otros 800 kil¨®metros de obst¨¢culos al paso de veh¨ªculos). Bush, que en marzo consider¨® "impracticable" todo muro de este tipo, ahora lo apoya para lograr concesiones sobre la legalizaci¨®n de muchos irregulares.
Aunque (?de momento?) la Guardia Nacional no va a disparar ni detener a los furtivos, ni la Armada espa?ola va a hundir cayucos, se va crecientemente militarizando el control de la inmigraci¨®n. No es casualidad que Bush hiciera su anuncio desde su mesa en el Despacho Oval de la Casa Blanca como en las grandes ocasiones b¨¦licas. La lucha contra la inmigraci¨®n ilegal se suma a la garant¨ªa de los suministros de energ¨ªa como parte de la seguridad nacional (y europea en nuestro caso), que nunca ha dejado de ser, en ¨²ltimo t¨¦rmino, la defensa de un modo de vida.
Una gran diferencia entre la Administraci¨®n de Bush y el Gobierno de Zapatero en esta materia migratoria es que EE UU tiene que tratar principalmente con un solo pa¨ªs, M¨¦xico, y lo ignora. Espa?a, con el tard¨ªo plan ?frica, se lanza a una campa?a diplom¨¢tica y socioecon¨®mica en el ?frica subsahariana para intentar frenar a los emigrantes en origen y poder devolver a los ilegales al lugar de donde partieron. Aunque ¨¦stos, unos meses despu¨¦s, volver¨¢n a intentarlo.
En el sif¨®n de las desigualdades, cuando a la inmigraci¨®n ilegal se le cierra un paso, busca otros, especialmente cuando a ello contribuyen mafias que trafican con seres humanos. De Marruecos se han bajado a Mauritania, y despu¨¦s a Senegal. La distancia aumenta, pero esta emigraci¨®n africana buscar¨¢ otras v¨ªas, con mafias o sin ellas. Los muros de la globalizaci¨®n por tierra, mar o aire sirven de poco. Es un problema sin duda de muy dif¨ªcil soluci¨®n a corto o medio plazo -y si no se resuelve se acabar¨¢ volviendo contra el Gobierno del momento-, mientras que a largo, se est¨¢ haciendo demasiado poco o demasiado tarde.
Mientras esa gente, aunque no sus materias primas, se sienta "estructuralmente irrelevante", buscar¨¢n otros lugares donde vivir. Y aqu¨ª y en Estados Unidos, los ilegales entran tambi¨¦n porque se les contrata. Son parte de nuestras econom¨ªas y de nuestros sistemas sociales. Bush bien lo sabe. Las olas de inmigrantes irregulares s¨®lo se podr¨¢n frenar cuando nuestras econom¨ªas dejen de necesitarlos (y entonces notaremos el retroceso, como en Francia y otros lugares) y las de sus pa¨ªses de origen entren a formar verdaderamente parte de la globalizaci¨®n. Pero no: Occidente no quiere ser generoso. La liberalizaci¨®n del comercio sigue estancada, entre otras razones, porque muchos pa¨ªses occidentales no aceptan una mayor desigualdad de apertura en favor de los m¨¢s pobres al menos durante un tiempo. Y el plan ?frica del Gobierno de Zapatero pretende mejorar las condiciones de vida en los pa¨ªses de origen, pero, de aqu¨ª a 2008, dif¨ªcilmente se notar¨¢ el impacto. ?Para cu¨¢ndo un Plan Marshall europeo para estos pa¨ªses?
Regularizar a los que ya han entrado y tienen un trabajo, como ha hecho el Gobierno de Zapatero o ahora pretende Bush en contra de la opini¨®n de muchos de los suyos, es un paso constructivo. Pero no basta. Tampoco pretender devolver a todos los que sobran o han entrado ilegalmente. El ministro brit¨¢nico de Inmigraci¨®n (?por qu¨¦ no hay tal Ministerio en Espa?a, mientras sobran otros?) calcula que, con los medios actuales, tardar¨ªa 10 a?os en deportar al medio mill¨®n de ilegales que hay hoy -no digamos ya pasado ma?ana- en su pa¨ªs. ?Y entre tanto? aortega@elpais.es
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