El espect¨¢culo dentro y fuera
La familia Coppola, o al menos parte de ella: Sofia, su padre, Francis Ford Coppola, y su primo Jason Schwartzman, se pasean estos d¨ªas por La Croisette, un lugar nada desconocido para la realizadora ya que lleva visit¨¢ndolo desde 1979, cuando su padre present¨® Apocalypse now, y al que acudi¨® en 1999 para mostrar su primer trabajo como cineasta, Las v¨ªrgenes suicidas.
La admiraci¨®n entre padre e hija parece evidente. Ayer resultaba interesante observar al gran mago de la direcci¨®n Francis Ford Coppola mirando atentamente a Sofia mientras respond¨ªa a las preguntas de la prensa internacional. Las palabras y declaraciones de la cineasta fueron filmadas en algunos momentos con una peque?a c¨¢mara por su padre, que se encontraba sentado en un lateral de la sala con traje, camisa rosa chicle y un calcet¨ªn de cada color: uno naranja y otro amarillo.
El cineasta asent¨ªa a las palabras de su hija y mov¨ªa la cabeza con aire reprobatorio cuando las preguntas no eran de su agrado. Esta joven actriz y directora, compa?era de Thomas Mars, cantante del grupo Phoenix, present¨® ayer su nueva pel¨ªcula embarazada.
Estrellas
Cannes se convierte durante estos d¨ªas en refugio de miles de ciudadanos esperando que cualquiera de las estrellas que se pasean por la ciudad se cruce con ellos para mirarles y poder contarlo. Porque en sus calles uno puede encontrarse a Liz Hurley, Sharon Stone o Elton John, que han sido invitados para participar en una gala contra el sida de la asociaci¨®n Amfar, creada por Liz Taylor; a los realizadores Sydney Pollack, Nanni Moretti, Pedro Almod¨®var, Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu; a los actores Jeanne Moreau, Mich¨¨le Laroque, Sandrine Bonnaire, o a cualquiera de los miembros del jurado, entre los que se encuentra la espectacular actriz Monica Bellucci.
Un lugar en el que uno puede darse de bruces con una concentraci¨®n de budistas meditando en la playa a primeras horas de ma?ana o con un grupo de estrellas del porno mostrando sus vol¨²menes.
Mientras este tipo de cosas suceden en las calles de esta localidad francesa, en las salas de proyecci¨®n los cerca de 4.000 periodistas acreditados acuden a analizar, disfrutar o aburrirse con la cosecha cinematogr¨¢fica del a?o. Desde las ocho y media de la ma?ana, las bobinas de proyecci¨®n comienzan a funcionar y terminan cerca de las doce de la noche.
En la parte inferior del Palais del Festival de Cine es donde se compra y se vende lo que los ciudadanos de todo el mundo van a ver en salas de proyecci¨®n o en sus casas la pr¨®xima temporada. Desde la industria de Hollywood hasta la de Ir¨¢n, desde la de Espa?a a la de India, todos intentan que sus pel¨ªculas se muevan de un pa¨ªs a otro.
Babelia
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