"De nuevo hay un abismo entre generaciones"
F¨¦lix de Az¨²a (Barcelona, 1944) es catedr¨¢tico de Est¨¦tica, poeta, ensayista, novelista y columnista en este diario. Los textos que public¨® en la ¨²ltima p¨¢gina de EL PA?S entre octubre de 1997 y julio de 2002 han sido ahora recogidos en un volumen titulado Esplendor y nada por la nueva editorial Leqtor.
Pregunta. En esos casi cinco a?os de escritos semanales hay mucha m¨¢s nada que esplendor. ?Est¨¢ justificado tanto pesimismo?
Respuesta. Puede que haya poco esplendor, pero eso no significa que haya que desesperar. Algunas personas me han dicho que s¨®lo critico, que s¨®lo destaco lo que hay de negativo, pero no se dan cuenta de que quienes procedemos as¨ª somos los m¨¢s optimistas. Los pesimistas son aquellos que se pasan el d¨ªa diciendo lo bien que lo hace el poder, pues, seg¨²n ellos, eso es lo que hay que hacer, pues de lo contrario esto se hunde, todo va muy mal y necesita el respaldo de todos, sin lugar para la cr¨ªtica. Y si no critico al PP es porque eso ser¨ªa como ponerme a hacer de torero en Noruega: hablas de y con las personas que pueden escucharte. En resumen, los cr¨ªticos somos los que mantenemos la esperanza de que esto pueda cambiar. Los otros ya no conf¨ªan en nada. Respecto al esplendor, es cierto que anda escaso en el libro. Pero ¨¦sa es una vieja tradici¨®n cultivada por el intelectual europeo desde el siglo XVIII: denunciamos la nada.
"Los pesimistas son aquellos que se pasan el d¨ªa diciendo lo bien que lo hace el poder"
P. El punto de partida de cada texto es distinto, como lo es el tono. ?Qu¨¦ les da unidad? ?Qu¨¦ justifica reunirlos en un libro?
R. La voluntad literaria. Cuando me propusieron escribir semanalmente esas 52 l¨ªneas, lo asum¨ª como un desaf¨ªo literario, como si se tratase de hacer un soneto semanal. Mis modelos son gente como Orwell o Camus. O como Ferlosio, claro, al que me refiero en tantas ocasiones. El trabajo diario con la lengua, con la expresi¨®n, no lo ves hasta que te encuentras con todos los art¨ªculos reunidos. Hay cosas que cambiar¨ªas, pero el conjunto me satisface.
P. En varias ocasiones, el tema de la columna es el paso del tiempo o la cuesti¨®n de la vigencia o desaparici¨®n de ciertos s¨ªmbolos religiosos...
R. Se trata del problema de la necesidad de sentido. Como profesor, descubro el inmenso desconcierto que produce entre los j¨®venes el no tener nada a qu¨¦ agarrarse. Nosotros tuvimos el progreso, el sentido de la historia, el comunismo y otros ismos m¨¢s o menos aberrantes; ellos, en Espa?a, Francia o Italia, ni tan s¨®lo pueden creer en la publicidad material del Gobierno, como en los EE UU, donde a¨²n funciona la promesa de que van a vivir mejor que sus padres. No tienen horizonte. Eso produce una angustia total. ?Y a¨²n m¨¢s cuando no tienes el concepto angustia!
P. ?Ninguna religi¨®n cubre esa nostalgia de trascendencia?
R. Hace unos a?os, algunos se hac¨ªan budistas o de alguna secta. Ahora, no. Est¨¢n aislados, viven entre ellos, s¨®lo con gente de su edad. Son la raza joven. Y no creen ni conf¨ªan para nada en los adultos y sus instituciones, como nos suced¨ªa a nosotros durante el franquismo. De nuevo hay un abismo entre generaciones.
P. Pero la idea nacionalista s¨ª recluta entre esa raza joven.
R. El nacionalismo se ha convertido en el ¨²ltimo refugio. Los independentistas tienen buena entrada en la universidad. Ofrecen un placebo de trascendencia. Creo que hacen mucho da?o porque el nacionalismo necesita de la detestaci¨®n del otro. Hoy vivimos en un mundo en que el dominio de los poderes reales, econ¨®micos y medi¨¢ticos es apabullante. Es el reino de eso que antes llam¨¢bamos las burgues¨ªas f¨¢cticas. La poblaci¨®n est¨¢ cada vez m¨¢s desinformada y, en el caso espa?ol, el nivel educativo sigue bajando. Los ciudadanos votan menos, los j¨®venes se desentienden de la pol¨ªtica y ¨¦sa queda en manos de los mayores, de los sectores m¨¢s comprometidos, de la corrupci¨®n y del clientelismo.
P. Vayamos con el esplendor. Al margen de unos pocos hombres, parece reservado a las mujeres en su conjunto.
R. Porque en Espa?a es el ¨²nico segmento social que, durante los ¨²ltimos 30 a?os, ha progresado de verdad. Recuerdo hace ya mucho tiempo a Rosa Reg¨¤s, en la oficina, llorando de rabia e impotencia porque no pod¨ªa abrir una cuenta corriente a su nombre en el Banco de Bilbao sin el permiso de su marido. Las mujeres han salido de una situaci¨®n monstruosa. Por eso me indigna esa izquierda que, en nombre del "respeto a la diversidad cultural", acepta la pervivencia en nuestro territorio de las leyes del islamismo. ?Asumen como cultura lo que impera en pa¨ªses en los que mandan los curas y los se?ores feudales, y en los que las mujeres son las que lo pasan peor! ?Esa gente fue alg¨²n d¨ªa antifranquista? Pero volvamos a las mujeres. Desde que han tomado la palabra, sabemos cosas que antes apenas pod¨ªamos intuir, como que nos consideran como unos pobres desgraciados, prepotentes, agresivos, violentos y peligrosos, que han acaparado el poder pero que somos unos majaderos, como esos ministros de Franco que mandaban mucho pero eran unos imb¨¦ciles.
P. La voluntad literaria de la que hablaba, ?en qu¨¦ encuentra su mayor concreci¨®n?
R. En suprimir todo lo superfluo. Como hay que ce?irse a un n¨²mero de l¨ªneas, te encuentras repasando todo el art¨ªculo y buscando qu¨¦ sobra o c¨®mo decir aquello de manera m¨¢s sint¨¦tica y potente. Esa tarea de eliminar y reescribir me ha ense?ado mucho. De peque?o pensaba que la vejez era una cosa horrible pero, a medida que voy entrando en ella, descubro que tiene grandes ventajas y, entre ellas, aquello de que "la experiencia es un grado" y te facilita grandes operaciones de s¨ªntesis porque sabes agrupar las cuestiones. Adem¨¢s, la edad, cuando vas por la calle y ves a un grupo de j¨®venes, tambi¨¦n hace que sepas que ese chaval es igual que mengano cuando ten¨ªa su edad. En definitiva, que somos modelos discretos, de una gama reducida y estamos muy repetidos, con lo cual esa sensaci¨®n juvenil de ser ¨²nico e irrepetible se te cura, descubres que es pura vanidad. La evidencia de la repetici¨®n te separa de ti mismo y del narcisismo veintea?ero. Y desde el momento en que no eres ¨²nico, que hay en tu mirada la serenidad del distanciamiento, se hace mucho menos dif¨ªcil morirse.
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