Tragedias cotidianas
?ste es el quinto libro -el segundo de cuentos tras Velocidad de los jardines (1992) con el que irrumpi¨® de manera sorprendente en el panorama de nuestra narrativa- que publica en quince a?os el m¨¢s original, personal y sorprendente de nuestros narradores, Eloy Tiz¨®n (Madrid, 1964). Al ver el t¨ªtulo de este libro he recordado una frase le¨ªda en el primero, "un parpadeo bastaba para aniquilar el mundo", aunque su continuaci¨®n nos dice lo contrario: "Eva pesta?e¨® y el mundo continu¨® igual". ?Hay alguna diferencia entre un "parpadeo" y un "pesta?eo"? Pues bien, Eloy Tiz¨®n, que se pasea por la literatura sin parar, de Nabokov y sus cuentos de hadas a Cort¨¢zar, G¨®mez de la Serna o Calvino, utiliza un nuevo procedimiento narrativo en estos trece nuevos cuentos, mediante el recurso de acelerar su estilo a trav¨¦s de la rapidez de la frase, muchas veces reducida a una sola palabra.
PARPADEOS
Eloy Tiz¨®n
Anagrama. Barcelona,2006
144 p¨¢ginas. 12 euros
Este libro viene dividido en dos apartados, uno dedicado a las obsesiones personales, "animales en casa" (que contiene seis cuentos) y otro de mayor vuelo tem¨¢tico, "parpadeos", m¨¢s amplio, incluido los vuelos interestelares, y hasta un acercamiento final hacia el realismo autobiogr¨¢fico, muy evidente en su trasfondo. Todos los cuentos de este libro son buenos, como lo son todos los de Tiz¨®n, pero no dejan de ser desiguales. Son entrecortados, tensos, y r¨¢pidos, como ya he dicho, alternan la magia de la poes¨ªa y el realismo desconsolado, y la perversi¨®n subyacente que constituyen la creaci¨®n de Eloy Tiz¨®n, que alcanza en sus tres grandes novelas -Seda salvaje (finalista del premio Herralde), Labia y La voz cantante- su mejor literatura, aunque algunos de los relatos de sus otros dos libros est¨¦n al mismo nivel.
As¨ª entre la vida cotidia-
na frente a algunos animales -so?ados o reales- perseguidos o perseguidores, resplandece uno, Los invasores, modelo de divisi¨®n, esquizofrenia, poes¨ªa y tragedia, que suena a la c¨¦lebre Casa Tomada de Cort¨¢zar, aunque sea en la segunda parte, Parpadeos, donde se recobra la altura mayor, pues se exploran hasta el mundo de las fantas¨ªas interestelares en Estrellas, estrellas, desde el punto de vista sat¨ªrico de las series del cine y la televisi¨®n, hasta la m¨¢s tr¨¢gica de Retrato-robot, que aplica su sentido m¨¢s literal pues se trata del retrato de un robot condenado a morir por ser excesivamente humano, esto es, m¨¢s sentimental de lo debido, que supera a los dem¨¢s, incluido el que se resume en una sola frase: "Hoy, despu¨¦s de comer he retirado el mantel, he lavado los platos y un d¨ªa estar¨¦ muerto" (Sobremesa o fin del mundo) donde aflora el sentimiento de la muerte, una de las constantes del escritor, cuyo mejor poes¨ªa estalla en el lirismo de El mercurio de los term¨®metros y algo se despe?a en el relato m¨¢s realista, el titulado precisamente Parpadeos, que incluye personajes reales, y donde cuenta su encuentro con un posible fantasma, anticipo de La voz cantante, que es una historia del diablo, y otra de sus obras maestras finales. Un parpadeo -o un pesta?eo- puede resumir un mundo, si se hace con esta mezcla -aqu¨ª m¨¢s acelerada que nunca- de poes¨ªa y perversi¨®n, de nostalgia, humor y blanda crueldad aparente que Eloy Tiz¨®n muestra como siempre, con todo su cuidado, lentitud y morosidad, en sus mejores momentos, a la espera de otros logros mayores y sostenidos, que con toda seguridad le esperan, y en la confianza de que lo conseguir¨¢, seguro.
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