Importancia y coste de las enfermedades mentales
Public¨® la revista European Neuropsychopharmacology un estudio que deber¨ªa hacernos reflexionar sobre la magnitud de un problema de dimensiones no siempre bien evaluadas. El estudio pone de relieve la importancia y alcance sociosanitario y econ¨®mico de las enfermedades mentales en Europa. En un an¨¢lisis en el que se incluyen 27 estudios con m¨¢s de 150.000 europeos con edades entre 18 y 65 a?os se muestra que un 27% de los adultos (82,7 millones de personas, y, aunque no se diga en el estudio, sus familias) han padecido una enfermedad mental en los ¨²ltimos doce meses. Cuando se eval¨²a el riesgo a lo largo de la vida, la cifra asciende a un 51%. O lo que es lo mismo: es m¨¢s probable que cada uno de nosotros tenga una enfermedad mental a lo largo de su vida que no la tenga.
Con estos datos, la falsa creencia de que este tipo de enfermedades les suceden a unos pocos queda desmentida. La frecuente existencia de m¨¢s de una patolog¨ªa en una misma persona empeora a¨²n m¨¢s la situaci¨®n. Un 13% de la poblaci¨®n tiene 3 o m¨¢s diagn¨®sticos. Los trastornos mentales m¨¢s frecuentes en Europa son, por este orden, los trastornos de ansiedad, depresi¨®n, alcoholismo y otras adicciones, y los trastornos psic¨®ticos. La estimaci¨®n puede considerarse como conservadora porque no incluye dos importantes segmentos de la poblaci¨®n: los ni?os y adolescentes y los mayores de 65 a?os. Deja pues fuera del estudio dos poblaciones muy vulnerables no s¨®lo a estas patolog¨ªas sino al efecto de las mismas. Recordemos aqu¨ª que se considera que 20% de los ni?os y adolescentes sufren alg¨²n tipo de trastorno mental.
Si los porcentajes de personas afectas nos dan una idea de la extensi¨®n del problema, la discapacidad y sufrimiento asociadas al mismo nos dan idea de la gravedad del problema, y los gastos derivados de estas enfermedades nos informan del coste econ¨®mico que para todos tiene. En estos dos aspectos el estudio no es menos alarmante. La p¨¦rdida de empleo, el menor rendimiento acad¨¦mico y laboral, otras enfermedades m¨¦dicas asociadas y el riesgo de suicidio, entre otros factores, hacen que en Europa el 25% de la discapacidad ajustada a los a?os de vida perdidos (la forma m¨¢s habitual de medir discapacidad), de todas las enfermedades corresponda a las enfermedades mentales. El tener un trastorno mental multiplica por tres el n¨²mero de d¨ªas de trabajo perdidos. Mientras la diabetes produce un p¨¦rdida laboral del 2% de los d¨ªas, las enfermedades respiratorias un 4% y las cardiovasculares un 7%, patolog¨ªas como la depresi¨®n producen una p¨¦rdida del 9% de los d¨ªas. En el ¨²ltimo aspecto, el de costes econ¨®micos, se calcula que los costes directos e indirectos de estas enfermedades suponen 290 billones de euros, lo que equivale a un 4% del PIB de la Uni¨®n Europea. En estos fr¨ªos datos no se incluye el sufrimiento diario de pacientes y familiares; para ello el lector puede imaginar lo que supone en la vida de una familia la aparici¨®n de una enfermedad cr¨®nica como la esquizofrenia, que suele aparecer en la adolescencia. Hay 400.000 personas en Espa?a con esquizofrenia, y m¨¢s a¨²n con trastornos afectivos o toxicoman¨ªas. Y hay muchos ejemplos m¨¢s igualmente v¨¢lidos.
El hecho de que hasta un 50% de los europeos tenga un trastorno mental a lo largo de su vida y que un 27% lo hayan tenido en el ¨²ltimo a?o puede resultar sorprendente a primera vista. La negaci¨®n de la enfermedad mental, su estigmatizaci¨®n y la falta de detecci¨®n pueden tener mucho que ver con esa sorpresa inicial. En el mismo estudio se refleja que s¨®lo el 26% de los pacientes con trastornos mentales consultan con alg¨²n profesional sanitario. Ello pone de relieve que la mayor parte de las enfermedades mentales no son diagnosticadas y por lo tanto no se benefician de los tratamientos existentes.
Las enfermedades mentales producen una mayor discapacidad que otras importantes y prevalentes enfermedades como las cardiovasculares, oncol¨®gicas o respiratorias. Estos datos no parecen tener reflejo en las pol¨ªticas sanitarias. Mientras que hay un gran inter¨¦s por disminuir listas de espera quir¨²rgicas, en muchos casos un paciente con una enfermedad mental grave tiene que esperar m¨¢s de un mes para una primera consulta, con revisiones cada dos meses. Lo mismo puede aplicarse a las pol¨ªticas de investigaci¨®n y desarrollo. En comparaci¨®n con la inversi¨®n en disciplinas con patolog¨ªas igualmente preocupantes y relevantes, pero menos prevalentes y que producen una menor carga y discapacidad en su totalidad, la inversi¨®n en salud mental en estos ¨²ltimos a?os es tremendamente inferior. Debemos recordar que en el estudio rese?ado, los costes totales de las enfermedades neurol¨®gicas y neuroquir¨²rgicas ascend¨ªan a 83 y 7 billones respectivamente, muy lejos de los datos previamente citados para los trastornos mentales.
Hemos avanzado mucho en el conocimiento, cuidados y tratamiento de los pacientes con enfermedades mentales. La mejora en la asistencia y los avances en la investigaci¨®n sobre la etiolog¨ªa, fisiopatolog¨ªa y tratamiento de los trastornos mentales es evidente. Sin embargo esa misma evidencia nos dice a gritos que tenemos que hacer a¨²n mucho m¨¢s. Por nosotros mismos.
Celso Arango es miembro del Comit¨¦ Ejecutivo del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacolog¨ªa. Psiquiatra del Hospital General Universitario Gregorio Mara?¨®n
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