La voz del m¨¦dium
?Qu¨¦ sencillo! Las palabras que un hombre dej¨®, y una voz, la de Jean-Louis Trintignant, sentado al escritorio. A su derecha, dos m¨²sicos. Nada m¨¢s. El gran actor recita una veintena de poemas de Guillaume Apollinaire con una voz tallada por la experiencia, plena. Los dice llana y elegantemente, con reposo y emoci¨®n. No los ilustra, ni los interpreta. Extrae su m¨²sica. Es un m¨¦dium: sale a escena para materializarlos. ?l desaparece. No hace un movimiento de m¨¢s, no gesticula: pasa las p¨¢ginas del poemario, baja los brazos de vez en cuando para que no se le anquilosen, y los vuelve a apoyar en la mesa. Eso es todo.
Apollinaire pasa a trav¨¦s suyo como la electricidad a trav¨¦s del cobre: habla de una mujer a la que ha seguido dos horas por las calles de Amsterdam, de d¨ªas de vino y rosas, del tiempo perdido. Del amor y de la guerra. En una trinchera, velando el ca?¨®n frente a las tropas alemanas, el poeta evoca a Lou (Louise de Coligny-Ch?tillon), arist¨®crata de la que anduvo enamorado. Se alist¨® en el 38 regimiento de artiller¨ªa tras recibir calabazas. Este gesto halag¨® a su amada: cogi¨® un tres para N?mes, y se entreg¨® a Apollinaire durante ocho d¨ªas. Luego le olvid¨®. ?l la sigui¨® escribiendo.
Apollinaire
Recital de poemas de Guillaume Apollinaire. Int¨¦rpretes: Jean-Louis Trintignant, Daniel Mille y Gr¨¦goire Korniluk. Luz: Alain Poisson. Direcci¨®n Esc¨¦nica: Marie-H¨¦l¨¨ne Sarrazin. M¨²sica: Erik Satie y Daniel Mille. Teatro Espa?ol. Madrid. 26 de mayo.
Dolorosa pasi¨®n
Trintignant desgrana alguno de los poemas que le envi¨®. Son fluidos y pasionales: "Era, te acuerdas, en el tren que volv¨ªa / de Grasse en la sombra muy cerca y muy bajito tu boca me dec¨ªa / palabras de condena tan perversas y tiernas / que me pregunto oh mi alma herida / como entonces no mor¨ª al o¨ªrlas". Cuando Trintignant-Apollinaire calla, Daniel Mille y Gr¨¦goire Korniluk susurran gymnop¨¦dies al acorde¨®n y al violonchelo. El actor escucha, les mira. Los m¨²sicos le acompa?an cuando vuelve a hablar: crean variaciones doloridas y bellas.
En sus Po¨¨mes a Lou, el poeta artillero sue?a con la mujer ideal mientras las tropas alemanas descargan pepinazos sobre su trinchera. Sabe que no le quiere, pero la lleva en la piel. Es su religi¨®n. Trintignant dice los versos en franc¨¦s y una pantalla los traduce: "Adi¨®s amiga Lou mi ¨²nico amor / mi esclava huida (...) / fue un instante demasiado corto".
El recital avanza sin espect¨¢culo. S¨®lo cambia la luz sobre el rostro de sus int¨¦rpretes. Discuto el uso de la amplificaci¨®n: no molesta, pero no es imprescindible. Acabar¨¢ siendo raro entrar en un teatro y escuchar voces con su volumen natural. La de Trintignant es muy hermosa. Llena el espacio. Llega. Al acabar, se levanta, coge las manos de los m¨²sicos y saluda con ellos. No se coloca en el centro del tr¨ªo. No da un paso por delante de sus compa?eros. Ah¨ª hay una lecci¨®n.
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