El fin y los medios
Una descripci¨®n somera de Hustle & flow deber¨ªa situar la pel¨ªcula en una l¨ªnea fundacional, y entonces convendr¨ªa decir que ¨¦sta es al rap lo que otras al rock (Gran bola de fuego) o a la renovaci¨®n de la m¨²sica country (En la cuerda floja). O sea, el nacimiento mismo de la "cosa", entendiendo aqu¨ª el rap como la expresi¨®n de una ¨¦tica suburbial, la descripci¨®n, todo lo acerada, irreverente y provocadora que se quiera; el nacimiento de un signo de identidad para la poblaci¨®n negra de los barrios marginales, aqu¨ª de la siempre musicalmente productiva ciudad de Memphis.
Producida por el avispado John Singleton, nada menos que en comandita con MTV, desde el inicio quedan claras las cosas: estamos ante una pel¨ªcula que, m¨¢s all¨¢ de hablar del mundo de la prostituci¨®n y las drogas, su escenario y su sentido, nos ser¨¢ mostrada con una envoltura de musical; y con el a?adido de un Oscar a la mejor canci¨®n, para la pieza m¨¢s significativa que en ella se canta -un rap llamado, por cierto, P¨¦gale al putero, ah¨ª queda eso-, Hustle & flow, que est¨¢ concebida para ser degustada como un signo de identidad (trabajosa identidad, pero en fin) para p¨²blicos afroamericanos, tiene no obstante algunos ganchos para atrapar al espectador que pertenecen a la mayor, pero ciertamente no mejor, tradici¨®n comercial del cine estadounidense.
HUSTLE & FLOW
Direcci¨®n: Craig Brewer. Int¨¦rpretes: Terrence Howard, Anthony Anderson, Taryn Manning, Taraji P. Henson, Isaac Hayes. G¨¦nero: musical, EE UU, 2006. Duraci¨®n: 116 minutos.
Por ejemplo, un gui¨®n que gira alrededor de la idea de la redenci¨®n, aqu¨ª, la de un proxeneta, Djay (Howard), y que aporta el necesario granito de arena de fuerte cariz religioso para, a pesar del tono de las canciones y del matonismo evidente de los personajes, recordarnos que, en el fondo, nuestro hombre podr¨¢ explotar a mujeres desvalidas, claro est¨¢, pero en el fondo tiene un bello corazoncito, y adem¨¢s, musical, porque lo que nuestro hombre ans¨ªa es convertir su experiencia vital en materia prima para sus canciones. Por ejemplo, igualmente, el hacer que el dudoso h¨¦roe, que no tiene formaci¨®n musical alguna, termine convertido en un consumado cantautor; por ejemplo, en fin, que cuando la solidaridad act¨²a, no hay barreras que se le opongan.
Se le olvida, no obstante, a su director, el m¨¢s bien plano y superficial Craig Brewer, nuevo en esta plaza, distanciarse un poco de sus personajes, con lo cual la cosa se queda en una de proxeneta buen tipo, con sus "chicas" trabajando para ¨¦l de sol a sol para, claro, ayudarle en su buen fin. Y el resultado es un filme lleno de ruido y ritmos musicales, s¨ª, pero tambi¨¦n alarmantemente machista y mis¨®gino, condenado, por lo que parece, a ense?orearse por plateas adolescentes; y ¨¦se es su mayor peligro.
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