Por el derecho a nacer con dignidad
Estamos inmersos en el debate sobre el derecho a morir con dignidad como algo necesario para devolver a las personas su condici¨®n de personas en los ¨²ltimos momentos de su vida. Pues bien, al igual y con mayor motivo este pa¨ªs debe poner de una vez por todas encima de la mesa la necesidad acuciante de devolver la dignidad a las mujeres y a los beb¨¦s en el momento del nacimiento.
Una dignidad que lejos de alejarse de las evidencias cient¨ªficas que el desarrollo de la sociedad moderna ha confirmado, la acerca. Y teniendo como premisa la necesidad de que las pol¨ªticas p¨²blicas garanticen la atenci¨®n sanitaria en el parto/nacimiento en coordenadas de seguridad y salud, esa evidencia cient¨ªfica corrobora de manera indiscutible que el parto y el nacimiento son acontecimientos saludables, propios de la esfera sexual y que con un seguimiento durante el embarazo que garantice el tratamiento para aquellas mujeres en las que aparezca durante el mismo alguna patolog¨ªa, la mayor¨ªa de dichos embarazos y, por lo tanto, sus partos no pueden ni deben entenderse como enfermedad.
No es posible que una mujer de parto no tenga garantizada la asistencia en consonancia con las recomendaciones de la OMS
Por lo tanto, la atenci¨®n del embarazo y el parto necesitan de manera urgente una revisi¨®n, enmarcada tanto en las recomendaciones realizadas por la propia Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) desde el a?o 1985 y actualizadas en 1999 sobre los derechos de las mujeres embarazadas y de sus beb¨¦s, como en la Carta de Derechos y Obligaciones de los Pacientes y en la cacareada "humanizaci¨®n de la asistencia sanitaria".
Desde la "evidencia cient¨ªfica" se demuestra equivocada la medicalizaci¨®n que se est¨¢ haciendo en la actualidad del parto / nacimiento como la inducci¨®n sistem¨¢tica a todas las mujeres con oxitocina (oblig¨¢ndolas a tener contracciones uterinas al ritmo que quiere el "protocolo", y no las que libremente marca el cuerpo de cada mujer); obligando a las mujeres a estar quietas, tumbadas, atadas al monitor fetal durante el proceso de parto (y no dej¨¢ndolas moverse libremente para poder favorecer el proceso de parto); oblig¨¢ndolas en el momento final, el del expulsivo, a estar tumbadas en el potro (cuando el sentido com¨²n y la ley de la gravedad, entienden que la verticalidad favorece dicho expulsivo). As¨ª lo ¨²nico que se consigue es un aumento de las complicaciones durante el parto, y un aumento de ces¨¢reas al forzar a los cuerpos a ritmos que no tienen nada que ver con los ritmos fisiol¨®gicos de las mujeres embarazadas y de sus beb¨¦s.
Y eso sin hablar de las condiciones de falta de intimidad durante el proceso del parto, en donde los m¨ªnimos sentimientos de pudor de la mujer son ignorados de forma escandalosa (puertas abiertas, entrada y salida de personal constantemente, etc.).
Pero a¨²n as¨ª, toda esta "evidencia cient¨ªfica" debe enmarcarse en algo m¨¢s profundo y que tambi¨¦n es una evidencia: el parto y el nacimiento son acontecimientos que se inscriben en la esfera de nuestra vida sexual; y esta evidencia es lo que da el sentido y la forma a la manera de atender dichos partos.
De ah¨ª que el derecho al respeto a la intimidad que debe tener la mujer durante el parto; el derecho a la libertad de movimientos durante el proceso del parto; a estar con la pareja (o con una persona de su confianza) durante el mismo; a poder realizar el expulsivo en la posici¨®n en la que m¨¢s c¨®moda se sienta, a que no la separen de su beb¨¦ despu¨¦s del parto; a dar el pecho a su hijo en la primera hora de vida, etc., tiene el sentido profundo de la sexualidad.
Y todo esto se entiende ya desde hace d¨¦cadas en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno, donde est¨¢ contemplado en sus protocolos de asistencia. El respeto a la intimidad, la potenciaci¨®n de la fisiolog¨ªa del parto, la libertad de movimientos y posturas de la madre, la fusi¨®n madre-hijo/a tras el parto... son las pautas de dichos protocolos, basados en la atenci¨®n al parto y al nacimiento de los embarazos normales, seg¨²n las evidencias cient¨ªficas.
Por ello, nuestro pa¨ªs debe iniciar de manera urgente una revisi¨®n de la atenci¨®n al parto y nacimiento. Una revisi¨®n donde ginec¨®logos, matronas y usuarias, junto a la administraci¨®n sanitaria, que es la que tiene la obligaci¨®n de impulsar las pol¨ªticas p¨²blicas que garanticen la atenci¨®n sanitaria en coordenadas de salud, seguridad y derechos, todos juntos hagan un esfuerzo por consensuar protocolos de asistencia que garanticen dicha atenci¨®n en todas sus vertientes.
No es posible que en la actualidad, una mujer de parto en cualquier lugar de nuestra comunidad, no tenga garantizada la asistencia en consonancia con las recomendaciones de la OMS y dependa del buen hacer y buena voluntad de muchas y muchos comadronas y ginec¨®logos.
La humanizaci¨®n de la asistencia sanitaria al parto y al nacimiento no debe ser la resultante de la comodidad o de la inercia de los centros sanitarios y de su personal, sino de la puesta al d¨ªa de la "evidencia cient¨ªfica" y de los derechos de las usuarias y de sus familias. Incluso cuando su opci¨®n sea la epidural y/o la ces¨¢rea.
Si la despedida de nuestros seres queridos debe estar contemplada dentro del sistema sanitario en coordenadas de humanizaci¨®n y lejos del encarnizamiento m¨¦dico, la llegada al mundo de nuestros beb¨¦s, que son el futuro de nuestra sociedad, debe estar contemplada en las mismas coordenadas de humanizaci¨®n y lejos de pr¨¢cticas rutinarias que ya ni siquiera tienen que ver con la "evidencia cient¨ªfica".
La llegada al mundo de nuestros beb¨¦s debe replantearse desde la convicci¨®n profunda de estar asistiendo al acto sublime que significa nuestra perpetuaci¨®n como especie (gran valor social en la teor¨ªa) y por tanto el nacimiento significa el acto de "recibimiento" que como sociedad les hacemos.
A estas alturas de siglo es por tanto saludable, necesario y posible que se faciliten las condiciones para la participaci¨®n en esa "celebraci¨®n" a las mujeres y a sus familias.
Cuando el desarrollo social permite la atenci¨®n al parto y al nacimiento en coordenadas de salud y seguridad no tiene mucho sentido que dejemos de lado aquello que nos hace personas: los derechos humanos.
Consuelo Catal¨¢ P¨¦rez es portavoz de Igualdad del PSPV-PSOE en las Cortes Valencianas.
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