El virreinato de los Andes
La carrera electoral latinoamericana entre derecha e izquierda se ha resuelto en Per¨² con un doble signo de contradicci¨®n: gan¨® la izquierda, el APRA de Alan Garc¨ªa, nuevo presidente electo del centro hist¨®rico del mundo andino, pero en la carrera dentro de la carrera la vencedora ha sido, en cambio, la derecha porque el antiguo partido anti-imperialista de Haya de la Torre, d¨®cilmente convertido a la socialdemocracia, ha derrotado a la izquierda nacionalista e indigenista del ex militar Ollanta Humala. As¨ª, Alan Garc¨ªa completa una de las resurrecciones pol¨ªticas m¨¢s singulares de todos los tiempos, tras un mandato catastr¨®fico en 1985-1990 que le convirti¨® en pr¨®fugo y casi m¨¢rtir. El prodigio ha sido posible primero porque ten¨ªa enfrente al gran polarizador, Humala, contra el que ha votado la derecha en pleno porque su candidata, Lourdes Flores, hab¨ªa quedado ya descabalgada en primera vuelta, y, adem¨¢s, ha entregado electoralmente a Alan Garc¨ªa los populosos departamentos de Lima y Callao; y segundo, porque el presidente venezolano, Hugo Ch¨¢vez, m¨¢s aprendiz de brujo que prestidigitador, le entr¨® al trapo al dirigente aprista y con su verbo rico de procacidad y escarnio pareci¨® que interfer¨ªa en las elecciones, lo que provoc¨® el revulsivo patri¨®tico en una derecha que hasta entonces habr¨ªa tenido que taparse las narices para votar a Garc¨ªa. El presidente Ch¨¢vez es, por ello, el gran derrotado de estas elecciones. Con enemigos as¨ª nadie necesita partidarios.
Pero el pa¨ªs que hereda Alan Garc¨ªa es todo menos suyo. Su partido est¨¢ en clara minor¨ªa en el Congreso y tiene su voto concentrado en la costa, mientras que el ex militar golpista triunfaba clamorosamente en la sierra pobre del centro y del sur, con mayor¨ªas de m¨¢s de un 80% en Ayacucho, junto a Cuzco capital de la pobreza y del indigenado, t¨¦rminos que frecuentemente quieren decir lo mismo. Si se a?ade que Humala, pese a sacar poco m¨¢s de un 45% de sufragios contra casi 55% del vencedor, ha sido el m¨¢s votado en 14 de los 25 departamentos, se entender¨¢ lo apretadamente partidista del voto por regiones. El domingo Per¨² era uno y a la madrugada siguiente, dos. Y en cada uno de ellos, un vencedor distinto. Alan Garc¨ªa quer¨ªa convencer al electorado de que no ten¨ªa pasado y Ollanta Humala de que s¨ª ten¨ªa futuro, y aunque uno ha alcanzado la presidencia y el otro ha hecho m¨¢s que salvar los muebles, ninguno puede estar del todo c¨®modo con el resultado.
El aprista, que era el favorito de Washington porque aunque sea con retoques va a aceptar el Tratado de Libre Comercio que su antecesor -indio pero no ind¨ªgena-, Alejandro Toledo, hab¨ªa negociado al final de su mandato, recibe una rara segunda oportunidad para demostrar que es un buen alumno de su propio fracaso y que su izquierda se alinea, educada, junto a la presidenta Bachelet de Chile cuyo modelo es Rodr¨ªguez Zapatero, el fum¨ªgeno pero euro-homologable N¨¦stor Kirchner de Argentina, el socialdem¨®crata de libro Tabar¨¦ V¨¢zquez de Uruguay, y el paterfamilias de todos ellos, presidente Lula de Brasil. Esta vez, a diferencia de lo que ocurri¨® en Bolivia con la elecci¨®n del indigenista Evo Morales, Ch¨¢vez y su Santo Patr¨®n, Fidel Castro, no han podido reclutar a un nuevo catec¨²meno.
El candidato nacionalista que ha merecido la confianza de las capas m¨¢s menesterosas de la naci¨®n y adopta la dial¨¦ctica anti-norteamericana de Cuba y Venezuela ha sido capaz, sin embargo, de inscribir en el mapa una fuerza pol¨ªtica para durar que va m¨¢s all¨¢ de lo que ¨¦l mismo representa, y no puede sino crecer en el futuro. La prioridad para Garc¨ªa deber¨ªa ser ahora la de doblar de milagro econ¨®mico su milagro pol¨ªtico, para que la atenuaci¨®n de las desigualdades difumine las diferencias identitarias entre blancos, indios y mestizos. En la terminolog¨ªa del periodista y escritor argentino Andr¨¦s Oppenheimer, han ganado los capta-capitales y perdido los espanta-capitales, aunque Alan Garc¨ªa todav¨ªa haya de demostrar que sabe c¨®mo enamorar al dinero.
Mayta (Historia de, Mario Vargas Llosa, 1984) ha preferido votar a la izquierda hist¨®rica de Alan Garc¨ªa, en vez de hacerlo al nacionalismo de la sierra, ¨®mnibus indigenista, de Ollanta Humala. ?ste es s¨®lo el fin del primer acto.
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