Tragedia griega

Bajo la hermosa fachada de esa aparentemente mod¨¦lica instituci¨®n llamada familia pueden esconderse traumas que, cuando salen del escondrijo en el que se han mantenido en estado latente durante a?os, provocan la ruptura de su estabilidad, de su cohesi¨®n interna. El joven director y guionista estadounidense Dan Harris (26 a?os; 24 cuando rod¨® la pel¨ªcula) ha confeccionado en la estimable H¨¦roes imaginarios uno de esos lavados de trapos sucios que acaban desmontando no s¨®lo el castillo del hogar sino tambi¨¦n un determinado modo de vida occidental.

En l¨ªnea de Gente corriente (Robert Redford, 1980) y La tormenta de hielo (Ang Lee, 1997), la muerte de uno de los v¨¢stagos provoca un desastre que sin embargo tiene menos que ver con el trauma presente que con un sentimiento de culpa anterior, alimentado minuto a minuto a trav¨¦s de desprecios, miradas oblicuas y silencios c¨®mplices. Harris dirige su orquesta con pulcritud, con una planificaci¨®n siempre dispuesta a posar su mirada donde m¨¢s necesaria es y con unos cuantos toques de la cultura pop de hace una d¨¦cada (un verso de una canci¨®n de Pearl Jam, una melod¨ªa de los Smashing Pumpkins).

Sin embargo, puede que por miedo a que su tragedia griega resulte demasiado sangrante, Harris a?ade una pizca de humor extravagante que desorienta m¨¢s que perturba. De modo que dentro de un homog¨¦neo conglomerado, quiz¨¢ sea ¨¦ste el ¨²nico elemento que no acaba de funcionar en un drama basado en el modelo fundacional griego, repleto de infidelidades, odios y desconexiones en el ¨¢rbol geneal¨®gico.