El error de Mahmud Abbas
La iniciativa del presidente Mahmud Abbas de someter a refer¨¦ndum el "pacto de los presos" -un documento elaborado por presos de Ham¨¢s y Al Fatah en c¨¢rceles israel¨ªes como programa para una reconciliaci¨®n nacional y un posible acuerdo con Israel- tiene dos prop¨®sitos. No s¨®lo pretende resolver la crisis interna palestina y cortar la peligrosa espiral encaminada hacia una guerra civil, sino tambi¨¦n, es de suponer, denunciar las contradicciones del "plan de convergencia" de Israel. Lanzada casi al mismo tiempo que el presidente Bush ofrec¨ªa un apoyo condicional al plan de Olmert, la iniciativa de Abbas quiere enviar a todo el mundo el mensaje de que el pretexto que pod¨ªa tener Israel para tomar medidas unilaterales ha desaparecido y, a partir de ahora, el problema lo constituyen los israel¨ªes, no los palestinos, que han demostrado ser socios responsables a la hora de negociar un acuerdo. Abbas quiere probar que a Israel no le interesa que Ham¨¢s acepte las condiciones de la comunidad internacional y se una a Al Fatah, los socios de los israel¨ªes en el proceso de Oslo, para trabajar a partir de un plan de paz coherente. El objetivo de Abbas es, sin ninguna duda, el de destruir los argumentos sobre los que Israel ha construido su filosof¨ªa unilateral.
Sin embargo, el intento de Abbas de conciliar la soluci¨®n a sus problemas dom¨¦sticos con el deseo de reactivar un proceso de paz cre¨ªble tiene varios fallos fundamentales. Es uno de esos casos en los que la b¨²squeda de un consenso interno es quiz¨¢ el m¨¢ximo obst¨¢culo para firmar la paz con el enemigo. Una cosa es elaborar un programa para tener paz interna a partir de un denominador com¨²n con Ham¨¢s y otra conseguir que Israel asuma dicho programa. Abbas ha cometido un error t¨¢ctico imperdonable, porque ha destruido a priori cualquier posible margen de maniobra para futuras negociaciones de paz con Israel. Se supone que un refer¨¦ndum se hace para aprobar un acuerdo de paz que es forzosamente un compromiso entre distintas posturas negociadoras; nunca se hace antes de las negociaciones de paz, con el resultado de que ata de pies y manos a los negociadores por adelantado. Siempre he dicho que la paz entre Israel y Palestina s¨®lo ser¨¢ posible con una divisi¨®n interna de las dos sociedades. El consenso es la negaci¨®n de la autoridad y, en definitiva, de la paz. Lo que tal vez sea una plataforma para un di¨¢logo nacional palestino y, al final, la paz interna, claramente no tiene ninguna posibilidad desde el punto de vista israel¨ª, del mismo modo que los palestinos rechazar¨ªan forzosamente como programa de paz el resultado de un consenso interno israel¨ª. En el tr¨¢gico acertijo israelo-palestino, s¨®lo podr¨¢n lograr la paz unas sociedades divididas.
Existen muy pocas posibilidades de que Ham¨¢s apoye sin reparos el "pacto de los presos". Es f¨¢cil hacer concesiones ret¨®ricas para garantizar la supervivencia del Gobierno, algo que el primer ministro Ismail Hanyeh sabe hacer muy bien, pero es muy distinto ceder a las presiones del presidente y transformar por completo toda la constituci¨®n y la aut¨¦ntica raz¨®n de ser del movimiento. El movimiento de Ham¨¢s en el exilio se ha apresurado a rechazar rotundamente el documento de los presos y la iniciativa de refer¨¦ndum del presidente Abbas, y un grupo de presos de la organizaci¨®n lleg¨® a publicar su propio comunicado, en el que se opon¨ªan totalmente a lo que llamaban pacto "derrotista". Ahora bien, independientemente de lo que ocurra dentro de Ham¨¢s -y hay muchas posibilidades de que, al final, sean incapaces de conciliar las discrepancias entre el movimiento en el exilio y el Gobierno en Gaza para elaborar una respuesta coherente al "pacto de los presos"-, no hay duda de que el presidente Abbas puede ganar el refer¨¦ndum con facilidad, porque el apoyo electoral a Ham¨¢s, en su mayor parte, no tuvo que ver con su rechazo ideol¨®gico al Estado de Israel.
Pero, por desgracia, ganar el refer¨¦ndum es, en este caso, una receta para destruir cualquier posibilidad que quede de reactivar el proceso de paz. Los fallos de la iniciativa de Abbas no se deben s¨®lo a la idea equivocada de que pod¨ªa conciliar sus necesidades internas con su pol¨ªtica de paz, sino tambi¨¦n a la debilidad del "pacto de los presos" que le ha servido de base para construir todo su proyecto. El "pacto" no satisface, ni de lejos, los requisitos de la comunidad internacional para conceder legitimidad a Ham¨¢s. No contiene ning¨²n reconocimiento expl¨ªcito de Israel, no renuncia al terrorismo, no presenta ning¨²n compromiso de abandonar las actividades violentas (eso s¨ª, las limita a los territorios de Cisjordania todav¨ªa ocupados por Israel), y no da su apoyo a ninguno de los acuerdos existentes entre israel¨ªes y palestinos.
El "pacto" va m¨¢s all¨¢ de las posturas que impidieron a los palestinos aceptar los par¨¢metros de paz de Clinton y tambi¨¦n de la iniciativa de paz presentada por los ¨¢rabes en 2002, por lo que inevitablemente reforzar¨¢ al Gobierno de Olmert en su decisi¨®n de llevar adelante su "plan de convergencia" unilate-
ral. Por ejemplo, la repetitiva insistencia del "pacto" en el derecho de retorno, con una f¨®rmula mucho menos flexible que la de la iniciativa ¨¢rabe de 2002, no es precisamente una invitaci¨®n a negociar que Israel vaya a aceptar sin m¨¢s tardar. En su deseo de legitimar su enfrentamiento con Ham¨¢s, para lo que ha recurrido al apoyo de los presos -los m¨¢rtires vivos de la causa palestina-, Abbas ha abandonado la legitimidad que le ofrec¨ªa el plan de paz de la Liga ?rabe y ha socavado los esfuerzos del presidente Mubarak y otros dirigentes que trataban de atraer a Ham¨¢s al proceso de paz mediante dicha plataforma. Es posible que el presidente Abbas gane el refer¨¦ndum, pero eso no resolver¨¢ los dilemas fundamentales a los que se enfrenta el pueblo palestino. La comunidad internacional, y desde luego Estados Unidos, seguir¨¢ pidiendo a Ham¨¢s que asuma de forma expl¨ªcita las tres condiciones para tener legitimidad, e Israel seguir¨¢ sinti¨¦ndose convenientemente fortalecido en su empe?o de actuar por su cuenta.
Este empe?o no s¨®lo est¨¢ vinculado a la incapacidad de Ham¨¢s de asumir el "pacto de los presos" y los requisitos de la comunidad internacional. Tiene mucho m¨¢s que ver con la radicalizaci¨®n de Al Fatah, porque el "pacto de los presos", con el apoyo de Abbas y seguramente del refer¨¦ndum popular, es un giro radical respecto a otros indicios pasados de Al Fatah dispuesto a aceptar compromisos en aspectos como permutas de tierras, ajustes de fronteras, Jerusal¨¦n y el derecho de retorno. Ahora, todo eso se ha evaporado. Que Ham¨¢s se est¨¦ convirtiendo o no en un movimiento pol¨ªtico m¨¢s pragm¨¢tico puede ser materia de debate. Pero de lo que no cabe duda es de que, al no atraer a Ham¨¢s al consenso nacional, Mahmud Abbas ha endurecido la l¨ªnea Al Fatah/OLP y ha reforzado la posici¨®n de Israel de que no tiene ning¨²n interlocutor en el lado palestino, est¨¦ quien est¨¦ al frente.
En cuanto a Ham¨¢s, la transformaci¨®n radical del movimiento no es cuesti¨®n de un ultim¨¢tum presidencial. Es un largo proceso que tal vez pasar¨ªa por una fase intermedia en la que Ham¨¢s deber¨ªa participar en una retirada masiva israel¨ª de Cisjordania, coordinada por la comunidad internacional. Curiosamente, Israel y Ham¨¢s comparten en estos momentos el mismo escepticismo sobre las probabilidades de llegar a un acuerdo definitivo. El triste abandono israel¨ª de los nobles sue?os de "paz" y "final del conflicto" que hab¨ªa en la era de Clinton coincide con el rechazo ideol¨®gico de dichos conceptos por parte de Ham¨¢s. La contribuci¨®n al "plan de convergencia" de Israel, una retirada de la mayor parte de Cisjordania acompa?ada por el derribo masivo de los asentamientos, es un paso pr¨¢ctico que Ham¨¢s quiz¨¢ deber¨ªa tener en cuenta; no es un compromiso ideol¨®gico que no vaya a poder asumir. La iniciativa del presidente Abbas es valiente y audaz, pero puede no ser, al final, m¨¢s que otra forma de aislar a Ham¨¢s y acabar con su Gobierno. Es posible que eso ocurra con o sin refer¨¦ndum, pero lo que est¨¢ tristemente claro es que, con el "pacto de los presos" como programa unificador, el presidente Abbas no va a facilitar ninguna paz negociada con Israel.
Shlomo Ben Ami ha sido ministro laborista de Asuntos Exteriores de Israel y embajador en Espa?a. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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