Rebeli¨®n de los 'sin papeles' en las iglesias de B¨¦lgica
Cientos de inmigrantes ocupan templos cristianos belgas y hacen huelga de hambre para pedir su regularizaci¨®n
La lucha por la regularizaci¨®n de los sin papeles se extiende como una mancha de aceite por toda B¨¦lgica. El movimiento de protesta que empez¨® hace pocos meses como algo anecd¨®tico ha cobrado dimensiones que preocupan al Gobierno belga. Cientos de inmigrantes se han hecho fuertes en 32 iglesias repartidas por todo el pa¨ªs y se suceden las huelgas de hambre.
Un grupo de mujeres encogidas por el fr¨ªo charlan en un rinc¨®n de la iglesia de Nuestra Se?ora de la Inmaculada de Bruselas. Suman 62 y llevan m¨¢s de un mes encerradas con sus 73 hijos para exigir al Gobierno papeles. El suelo de la iglesia est¨¢ alfombrado con colchones en los que se recuestan los indocumentados cada noche y la alimentaci¨®n corre a cuenta de la generosidad de los vecinos. "Llevamos a?os en B¨¦lgica, pero no tenemos permiso de residencia. Sin papeles, no puedes trabajar, no eres nadie", dice una robusta guineana, que enfundada en su bou bou (traje t¨ªpico africano) se hace llamar madame Dialo. Mientras habla, sus gemelos lloriquean, tienen bronquitis y la humedad de la iglesia no hace m¨¢s que empeorar la cosa. Dialo da por terminadas las explicaciones, se despide y marcha bajo la lluvia al hospital para que traten a los ni?os.
Los socialistas franc¨®fonos dicen estar dispuestos a ampliar las regularizaciones
Los huelguistas han permanecido m¨¢s de un mes tirados por el suelo
La que s¨ª sigue hablando es una joven mauritana de 23 a?os que lleva dos en B¨¦lgica. El a?o pasado estudi¨® auxiliar de enfermer¨ªa y dice estar perfectamente integrada. "?De qu¨¦ me sirve? De nada". A su lado, Coumba, cuenta que por las noches, tumbada en el colch¨®n, sue?a que la persigue la polic¨ªa de su pa¨ªs, Somalia. Y un poco m¨¢s all¨¢, sentada en un reclinatorio, est¨¢ Kouadio, que sali¨® corriendo de Abiy¨¢n, porque las autoridades marfile?as la acusaron de dar de comer en su restaurante a los rebeldes. "En ?frica trabajamos muy duro. Vamos al campo con los machetes a cosechar. Aqu¨ª, limpiar una casa no es nada para nosotras, pero sin papeles no podemos trabajar", se queja Kouadio, cuyos ojos brillan en la penumbra del templo.
Otros 71 compa?eros de lucha, los aspirantes a refugiados pol¨ªticos del centro de internamiento Petit Chateau, acaban de poner fin a 35 d¨ªas de huelga de hambre bajo la amenaza de expulsi¨®n por parte de las autoridades. Se trata de uno de los 45 centros del pa¨ªs. En el Petit Chateau viven 670 demandantes de asilo. Uno de ellos es Sherif, un joven futbolista guineano que ha perdido 20 kilos en la protesta. Cuenta que los m¨¦dicos del hospital militar donde ingres¨® la semana pasada le obligaron a comer, y que ya de vuelta en el centro, los servicios sociales decidieron poner fin a la huelga de 71 demandantes de asilo -la mayor¨ªa africanos- amenazando a los huelguistas con la expulsi¨®n del centro, y por tanto del pa¨ªs.
El trasiego de ambulancias que estas semanas han trasladado a los aspirantes a refugiados deshidratados ha terminado, pero el problema est¨¢ lejos de haberse solucionado. "Yo no quiero vivir en un centro. Quiero ser libre, trabajar", dice Sherif, alt¨ªsimo y de piernas interminables. Lleva en B¨¦lgica desde 2004 y pide sin ¨¦xito que se considere su condici¨®n de perseguido en ?frica. En Guinea Conakry jugaba en clubes de f¨²tbol de primera divisi¨®n y trabajaba en la tintura de tejidos. Su paso por la c¨¢rcel -su padre editaba un pasqu¨ªn de la oposici¨®n- le anim¨® sin embargo a buscar refugio en Europa. Los huelguistas han permanecido m¨¢s de un mes tirados por el suelo en tres estancias que acabaron por convertirse en un basurero. "La situaci¨®n higi¨¦nica y sanitaria es insostenible. All¨ª dentro hay gente con enfermedades contagiosas", hab¨ªa alertado Bob Pleysler, director de la gubernamental agencia federal de asilo de B¨¦lgica. Estas acciones han venido acompa?adas de otras a¨²n m¨¢s extremas, como la de un ciudadano marroqu¨ª de unos 30 a?os que se cosi¨® los labios, seg¨²n inform¨® la agencia belga de noticias. Un kosovar habr¨ªa seguido su ejemplo, en el centro del pa¨ªs.
La lucha por los papeles se ha organizado y las nuevas estrategias est¨¢n poniendo en un serio aprieto a las autoridades belgas. "Al principio eran peque?os grupos desorganizados, pero poco a poco, se han ido firmando acuerdos con los curas y se han establecido contactos con las asociaciones de vecinos para asegurar las ocupaciones", explica Serge Jacoby, miembro de la coordinaci¨®n de los sin papeles de B¨¦lgica.
La ocupaci¨®n espectacular de una primera iglesia este invierno en el centro de Bruselas forz¨® al Gobierno a otorgar permisos de residencia a los ocupantes. Este "¨¦xito" anim¨® a muchos a atrincherarse, dejando al Ejecutivo belga sin respuesta en plena reforma legal del procedimiento de asilo pol¨ªtico. El partido socialista franc¨®fono dice estar dispuesto a ampliar los criterios de regularizaci¨®n, pero sus socios flamencos en el Gobierno, seg¨²n la prensa local, "no quieren dar la impresi¨®n de que ceden a la presi¨®n de los extranjeros" a cinco meses de las elecciones municipales, en las que la extrema derecha xen¨®foba se perfila como la gran fuerza pol¨ªtica.
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