Pol¨ªtica sin ruleta
En temas claves para nuestro pa¨ªs, como la pol¨ªtica territorial o el proceso para acabar con la violencia terrorista, algunos dirigentes del PP, y sus ep¨ªgonos medi¨¢ticos, cometen el error continuado de utilizarme para atacar al presidente del Gobierno, incluso meti¨¦ndome en sacos en los que no quepo, en un extra?o juego que trata de justificar lo injustificable o de buscar en otros las razones que faltan a la sinraz¨®n de sus comportamientos.
No espero que tomen en cuenta lo que les voy a decir, pero siempre conf¨ªo en un "por si acaso", a favor de la reforma de los estatutos de autonom¨ªa, incluso si mantengo, c¨®mo no, algunas discrepancias concretas sobre ciertos debates nominalistas o sobre tal o cual competencia reclamada. Esto vale para el de Catalu?a, tras su paso l¨®gico por el Parlamento espa?ol, para el de Valencia o para el de Andaluc¨ªa, en las mismas condiciones, como para los que sucesivamente se ir¨¢n incorporando a las reformas. Mi posici¨®n, por tanto, es favorable al "s¨ª".
Son necesarias estas reformas tras un cuarto de siglo de transformaci¨®n profunda de lo que fue un Estado centralista y autoritario en otro descentralizado y democr¨¢tico, como previ¨® la Constituci¨®n, en cuyo marco y con cuyas previsiones formales se ha venido realizando y debe continuar desarroll¨¢ndose. Los que se oponen a ellas son, b¨¢sicamente, los mismos que rechazaron los estatutos anta?o y ahora parecen sus creadores y defensores naturales.
Aumentar las competencias de los poderes auton¨®micos no plantea problema al Estado y a la cohesi¨®n entre los ciudadanos si se preservan las competencias que nos garantizan la igualdad como ciudadanos que compartimos el espacio p¨²blico que es Espa?a. Cada poder establecido constitucionalmente debe asumir las tareas que est¨¦ en mejores condiciones de desempe?ar. Y esto es revisable, tras 25 a?os de experiencia, por la din¨¢mica l¨®gica de la puesta a punto de la experiencia y la aplicaci¨®n del principio de subsidiariedad.
Son necesarias las reformas porque cuando empezamos las transferencias de competencias hacia las Comunidades Aut¨®nomas no est¨¢bamos en la Uni¨®n Europea y a partir de nuestro ingreso en 1986 hubo que descentralizar hacia Europa un paquete de competencias que previamente se hab¨ªa entregado a las Autonom¨ªas. Naturalmente, la representaci¨®n ante la UE era y es del Gobierno de la Naci¨®n, como lo es la responsabilidad del cumplimiento de las normas europeas, porque la Uni¨®n no incide en la distribuci¨®n interna del poder en los Estados miembros. Esto nos obliga a reconfigurar la formaci¨®n de la voluntad nacional para definir la posici¨®n de Espa?a ante las instituciones europeas para no vaciar de contenido las competencias transferidas a las Autonom¨ªas que ahora se ejercen desde Bruselas.
Son necesarias las reformas ante una realidad que ha cambiado r¨¢pida y sustancialmente por el impacto de la revoluci¨®n tecnol¨®gica y la globalizaci¨®n, con sus consecuencias en todo el proceso productivo, en las relaciones entre los seres humanos, en la nueva situaci¨®n de flujos migratorios, en las deslocalizaciones de inversi¨®n y en tantas otras cosas. Lo local y lo global est¨¢n cada vez m¨¢s cerca.
La clave de la nueva fase de descentralizaci¨®n no est¨¢ en la cantidad de competencias que se transfieren a los poderes descentralizados y las que se reserva el poder central, sino en lo que cualitativamente hace mejor cada uno y garantiza la igualdad ciudadana entre todos. En definitiva, si se consigue que las partes se fortalezcan, pero no a costa del todo com¨²n, sino fortaleciendo asimismo el papel y la relevancia del todo que compartimos, seguiremos acertando en lo que ha sido un proceso muy positivo para las autonom¨ªas nacidas de la Constituci¨®n y para el conjunto de Espa?a.
Otras veces lo he dicho: el proceso, m¨¢s all¨¢ de discusiones nominalistas, no es de suma cero, sino de suma positiva para las partes y para el todo. Hay que evitar el error, en que caen algunos, de pensar que fortalecer a las Autonom¨ªas a costa del Gobierno central es el objetivo, pero tambi¨¦n hay que evitar el contrario, porque si se incurre en uno o en otro el resultado ser¨ªa debilitar a las partes y al todo que conformamos en el espacio p¨²blico compartido que es la realidad de Espa?a.
La descentralizaci¨®n que responde al principio de subsidiariedad no deber¨ªa plantear ning¨²n problema. Aquella que responde a sentimientos identitarios debe ser respetada y tratada de tal modo que no produzca ning¨²n elemento discriminatorio en la condici¨®n b¨¢sica de ciudadan¨ªa que compartimos. La garant¨ªa en la igualdad ciudadana, por definici¨®n, s¨®lo puede proporcionarla el poder com¨²n representativo del conjunto de los espa?oles.De la misma forma, es decir, "por si acaso", pero con m¨ªnima esperanza de ser entendido por ese radicalismo extremo de la derecha del PP, deseo aclarar mi posici¨®n a favor del proceso abierto para liquidar la violencia terrorista de ETA, porque, probablemente, estamos ante la mejor oportunidad hist¨®rica de conseguirlo. Pero si s¨®lo fuera una oportunidad m¨¢s, como las habidas en el pasado con resultado de fracaso, tambi¨¦n estar¨ªa a favor de que se intentara. Es m¨¢s, tambi¨¦n defender¨ªa que ¨¦se es el deber de todo Gobierno, sea del PP o del Partido Socialista o de cualquier otro signo, como lo fuera el de UCD.
Corresponde al Gobierno dirigir la lucha contra la violencia terrorista, intentando el consenso m¨¢s amplio por el car¨¢cter de pol¨ªtica de Estado de esta materia y lo hace. La oposici¨®n debe acompa?ar y apoyar al Gobierno, incluso los posibles errores que se cometan por el Ejecutivo en el curso de este proceso complejo. Pero no lo hace. No quiere decir esto que se pierda la responsabilidad de criticar lo que no se vea correcto, sino que, como estaba previsto en los pactos de los dem¨®cratas contra el terrorismo, estas cr¨ªticas deben sustanciarse en foros discretos, no en plazas p¨²blicas con gritos y descalificaciones. Esto es as¨ª, desde siempre, no a favor del Gobierno de turno, sino para evitar favorecer a los terroristas con la divisi¨®n de los dem¨®cratas.
El enconado debate que provoca permanentemente la c¨²pula del principal partido de la oposici¨®n nos sit¨²a ante la disyuntiva m¨¢s peligrosa para el futuro. Si sale adelante el proceso de liquidaci¨®n de la violencia, se percibir¨¢ como algo obtenido a pesar de los palos en la rueda de los responsables de la alternativa de gobierno posible en Espa?a. Si no sale, el cruce de imputaci¨®n de responsabilidades en que nos introducir¨¢ har¨¢ irrecuperable una pol¨ªtica de Estado en la lucha contra el terror. Se mire por donde se mire, conduce al disparate.
Trato de buscar una explicaci¨®n para este disparate y no la encuentro, salvo que tuviera raz¨®n un amigo que conoce bien el juego de la ruleta y a los dirigentes del PP. Mira, me explicaba, creen que las elecciones pr¨®ximas son su ¨²ltima oportunidad y las ven muy mal. Por eso, como los jugadores de ruleta que se sienten perdedores, lo apuestan todo al "13, impar y rojo". Si ganan se quedan con la banca. Si pierden consuman su ruina pol¨ªtica, que pueden dar por hecha en estas circunstancias. ?Ser¨¢ posible?
De la otra parte tenemos a los violentos y su entorno, que se siguen pronunciando como si las reglas de juego se tuvieran que acomodar a ellos, no ellos a las reglas de juego v¨¢lidas para todos. Reclaman (?extra?o desvar¨ªo!) democracia para el Pa¨ªs Vasco o Euskadi o Euskal Herria como un proceso que conduzca a que todos los dem¨¢s les den la raz¨®n en sus propuestas, aunque no est¨¦n de acuerdo, y a que previamente los acepten sin que ellos tengan que aceptar la legalidad democr¨¢tica.
?Cu¨¢l es su m¨¦rito para que sus argumentos se impongan a los dem¨¢s? Si se atrevieran a decir que las pistolas, la salida ser¨ªa imposible, porque los violentos no pueden obtener ventaja alguna por dejar de serlo. Para jugar el juego democr¨¢tico, el ¨²nico que existe leg¨ªtimamente, tienen que aceptar la legalidad, como los dem¨¢s, renunciando clara y expl¨ªcitamente a la violencia. ?se es el camino y el l¨ªmite del di¨¢logo. ?Lo han entendido o creen tambi¨¦n en la ruleta, en este caso acompa?ada de un terror sin salida alguna?
Estoy por tanto a favor de las pol¨ªticas del Gobierno en estos temas claves para la convivencia, sin renunciar a ser un ciudadano libre que quiere expresar sus ideas sin que lo manipulen est¨²pidamente y sin pretender tener la verdad.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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