Cambios acordados que mejoran derechos
Es una tarea harto dif¨ªcil poner rigor y racionalidad en el debate sociolaboral, tan polarizado y a veces tan est¨¦ril y sectario, que se produce en la sociedad vasca. Se cumple aquel axioma de Hobbes que afirmaba "cuando priman los intereses no hay espacio para la raz¨®n". No me gustan las posiciones de trinchera; por el contrario, siempre intento poner racionalidad y rigor en la b¨²squeda de objetivos compartidos. Sin duda alguna, la reducci¨®n de la temporalidad y la recuperaci¨®n, aunque sea limitada, de derechos laborales para los m¨¢s d¨¦biles es una urgencia social y econ¨®mica. Hay que hacer posible que la competitividad no sea antag¨®nica con la justicia.
Lo m¨¢s triste, y a la vez desconcertante, es tener que soportar deslegitimaciones coincidentes y acumulativas de diferentes actores sociales y pol¨ªticos. El liderazgo de la deslegitimaci¨®n lo ejerce, practicamente de oficio, el sindicalismo nacionalista. La cr¨ªtica siempre es la misma: "Marco estatal de regresi¨®n y p¨¦rdida de derechos", "sindicalismo de acompa?amiento", "pactismo entreguista", sometimiento al neoliberalismo dominante en la l¨®gica de la patronal y aceptaci¨®n de una flexibilidad desreguladora. Ha vuelto a hacerlo con el acuerdo firmado por la CEOE, los sindicatos UGT y CCOO y el Gobierno central para reducir la temporalidad de el empleo.
En Euskadi, el 31,5% de la poblaci¨®n ocupada asalariada tiene un contrato temporal o est¨¢ sin contrato
Reducir la temporalidad y recuperar derechos laborales para los m¨¢s d¨¦biles es una urgencia social y econ¨®mica
Es un poco desconcertante el acompa?amiento deslegitimador de alg¨²n dirigente de la patronal guipuzcoana que, con desprecio ol¨ªmpico, se hac¨ªa la siguiente pregunta: "?Alguien se va a creer que por 800 euros al a?o se va a convertir un contrato temporal en fijo?" Clara a?oranza de la vieja e hist¨®rica alternativa de la patronal vasca del "contrato estable", que vuelvo a calificar de despido estable; es decir, finalizaciones de contrato arbitrarias, sin protecci¨®n jur¨ªdica alguna, con certeza y seguridad en el despido para el empresario.
Por lo que se refiere a las deslegitimaciones de car¨¢cter pol¨ªtico, recojo dos aut¨¦nticas perlas. El portavoz parlamentario del PNV recrimina al Gobierno que llegue a acuerdos para el conjunto de los trabajadores de Espa?a y no tenga en cuenta la espec¨ªfica realidad vasca, con otra representaci¨®n, marginada de la negociaci¨®n. Como refuerzo del ¨¢mbito vasco, no pod¨ªa faltar en esta deslegitimaci¨®n por parte del conjunto del nacionalismo nuestro Departamento de Empleo, reforzando la cr¨ªtica sindical de que se va a abaratar el despido una vez m¨¢s. Muchas coincidencias estrat¨¦gicas, pol¨ªtica y sindicalmente muy interesadas y, por reiterativas, escasamente interesantes.
Es un bien econ¨®mico y social que se negocie y acuerde entre los interlocutores sociales y el Gobierno la necesidad de disminuir las altas tasas de temporalidad de nuestro fracturado y degradado mercado laboral. El problema est¨¢ en acertar en las medidas y en que se cumplan. Los acuerdos equilibrados y de mutua ganancia son f¨¢cilmente criticables por sus detractores. Adem¨¢s, este acuerdo se produce sobre un mercado laboral ya dado, con unas instituciones claves y centrales que han sufrido sucesivas reformas, unas pactadas y otras impuestas, y que han supuesto una creciente flexibilidad en las relaciones laborales. El intercambio entre mayores cuotas de flexibilidad a cambio de mantenimiento o menor p¨¦rdida de empleo nos sit¨²a en un progresivo avance hacia "el pleno subempleo", insoportable socialmente y perjudicial para el conjunto de la econom¨ªa. Aqu¨ª debe situarse la explicaci¨®n y el alcance de un acuerdo de intereses compartidos.
Hay que corregir lo que no funciona, y la temporalidad es una ruina colectiva. Es la culpable de la descualificaci¨®n laboral, de la no mejora de la productividad, de la dualidad laboral, de la menor inversi¨®n en nuevas tecnolog¨ªas. Se puede afirmar que la cultura de la temporalidad se ha instalado en la gesti¨®n empresarial. Las reformas se han centrado fundamentalmente en la relaci¨®n contractual, lo que ha ocasionado que las empresas hayan cargado todo el peso del ajuste flexible del mercado sobre la flexibilidad de entrada, expandiendo de modo exacerbado la temporalidad. En Euskadi, el 31,5% de la poblaci¨®n ocupada asalariada (226.000 personas) tiene un contrato temporal o est¨¢ sin contrato. M¨¢s del 93% de los contratos realizados son temporales. ?nicamente tenemos por delante a Andalucia y Extremadura en este aspecto. Se produce una rotaci¨®n de 2,56 contratos de media por a?o, habiendo m¨¢s de 10.000 trabajadores con m¨¢s de 10 contratos al a?o. Lo m¨¢s grave es que en nuestra Administraci¨®n hay un 26% de temporalidad. La pr¨¢ctica de someter cualquier reforma referente a las relaciones laborales a un proceso de negociaci¨®n previo con los interlocutores sociales para conseguir un acuerdo est¨¢ demostrado que es un acierto estrat¨¦gico de realismo y de eficacia: por la aceptaci¨®n de los resultados, por la legitimaci¨®n social y por la reducci¨®n de conflictividades improductivas.
Si analizamos el considerable proceso de cambios normativos, se puede afirmar que la concertaci¨®n social de las normas laborales ha sido hasta tal punto interiorizada por los agentes sociales que aquellas reformas unilaterales impuestas y no pactadas han fracasado en su puesta en pr¨¢ctica (las del 94 y 2001). Y otra curiosidad: la reforma impuesta de 2002, que supuso la reducci¨®n considerable del costo del despido al suprimir los salarios de tramitaci¨®n -en las relaciones laborales contractuales de corta duraci¨®n son cantidades mucho mayores que la indemnizaci¨®n por despido- no tuvieron contestaci¨®n ni sindical ni pol¨ªtica en Euskadi.
De todas las cr¨ªticas escuchadas, la m¨¢s grave, por su falsedad, es la de la rebaja de las indemnizaciones por despido. El acuerdo no contiene ning¨²n retroceso en los derechos que tienen los trabajadores, sino todo lo contrario. La disyuntiva en la actualidad no se produce entre un contrato fijo ordinario de 45 d¨ªas de indemnizaci¨®n en caso de despido improcedente y la ampliaci¨®n del contrato indefinido de fomento de la estabilidad de 33 d¨ªas, sino entre un contrato temporal de 8 y 12 d¨ªas en las ETT y este nuevo contrato indefinido, protegido y con derechos de 33 d¨ªas. No se modifica en absoluto la definici¨®n de las causas del despido y de sus procedimientos. No se introduce ninguna nueva modalidad contractual sea de car¨¢cter temporal o indefinido. La mejora de derechos se produce al introducir una regla contra el encadenamiento abusivo de contratos temporales. Autom¨¢ticamente, con obligatoriedad para los empresarios, ser¨¢ fijo todo trabajador que, dentro de un periodo de 30 meses, est¨¦ contratado durante m¨¢s de 24 en la misma empresa (directamente o a trav¨¦s de empresas de trabajo temporal), para el mismo puesto de trabajo, mediante dos o m¨¢s contratos de obra o servicio o eventual. Por primera vez se define de manera precisa la figura de la cesi¨®n ilegal de trabajadores. Se mejoran los derechos de informaci¨®n y actuaci¨®n coordinada de los representantes de los trabajadores de las empresas principales y de las subcontratistas para introducir una mayor transparencia en la cadena de subcontrataci¨®n que, cuando no tengan representaci¨®n propia, ser¨¢n representados por los de la empresa principal. Se dotar¨¢ con m¨¢s medios a la Inspecci¨®n de Trabajo, se realizar¨¢n campa?as de vigilancia del fraude en la contrataci¨®n temporal, la igualdad y la no discriminaci¨®n, y se crear¨¢n ¨®rganos de consulta en los que habr¨¢ representaci¨®n de los trabajadores a trav¨¦s de los sindicatos.
La patronal es la que contrata y la que est¨¢ instalada en la cultura de la temporalidad. Para cambiar esta situaci¨®n, las nuevas medidas son una nueva oportunidad e incentivo por su realismo,coherencia y generosidad. El proceso es largo y ser¨¢ desequilibrado si patronal y Administraci¨®n no apuestan por la mejora de nuestro modelo productivo y por los cambios estructurales que afiancen nuestro crecimiento econ¨®mico y aumenten la cantidad y calidad de nuestro empleo.
Carlos Trevilla es representante de UGT en el Consejo Econ¨®mico y Social (CES) vasco.
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