Andares toreros
Reconforta ver a un torero andar por la plaza. Tal es el caso de Frascuelo, un hombre ya maduro, con 32 a?os de alternativa, que no ha sido figura grande, pero que mantiene algunas de las esencias del arte del toreo. Reconforta admirar sus andares toreros, sus maneras a la antigua, su forma de entrar y salir de las suertes... Nada en este torero resulta rutinario. Toda su labor tuvo el sabor del toreo a?ejo. Hizo un quite de una ver¨®nica y media en el primero de la tarde, todo un ejemplo de toreo primoroso; dibuj¨® un par de ver¨®nicas de trazo excelente en el suyo, y, si bien no hubo faena maciza, dej¨® su prestancia en cuatro redondos a media altura y dos trincherazos.
M¨¢s parado y menos claro fue el cuarto, y Frascuelo s¨®lo pudo dejar detalles de su decisi¨®n, pero ah¨ª quedaron la torer¨ªa, las gotas de arte y, por encima de todo, la imagen reconfortante de un torero de otra ¨¦poca, triunfador o no, pero enemigo del aburrimiento.
El Serrano / Frascuelo, Higares, Marco
Toros de El Serrano, bien presentados, blandos, nobles y mansos. El 5?, devuelto y sustituido por un sobrero de Juan Albarr¨¢n, descastado. Frascuelo: pinchazo (ovaci¨®n); casi entera (palmas). ?scar Higares: pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio); estocada atravesada y un descabello (palmas). Francisco Marco, que confirm¨® la alternativa: pinchazo y estocada baja (vuelta); pinchazo y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas. 18 de junio. Un tercio de entrada.
Hubo m¨¢s toreros y toros, pero todos ellos hijos de la modernidad. Estos ¨²ltimos, nobles y en el l¨ªmite de la invalidez, como mandan los tiempos. Confirm¨® la alternativa Francisco Marco despu¨¦s de casi siete a?os como matador de toros, lo cual no es buena se?al. Y la verdad es que tiene buenos fundamentos toreros, y as¨ª lo demostr¨® en su primero, al que recibi¨® con dos largas cambiadas en el tercio, con un trasteo aseado y ayuno de emoci¨®n por la falta de codicia de su oponente. Hizo un gran esfuerzo, casi tanto como el ruidoso grupo de partidarios que jale¨® tan desmesuradamente las acciones del torero que rest¨® importancia a toda su labor. Se libr¨® de un percance en el sexto, que se le fren¨® al recibirlo de rodillas en la puerta de toriles. No le acompa?¨® la suerte a Marco porque el toro era un completo inv¨¢lido.
Y cerr¨® la terna el madrile?o ?scar Higares, que se prodiga poco en plazas de responsabilidad, y se le nota. Los p¨²blicos menos exigentes hacen que los toreros perseveren en sus defectos. Es diestro poderoso, manej¨® con soltura el capote y baj¨® mucho con la muleta. La nobleza y las escasas fuerzas de su lote requer¨ªan un torero con otro sentido del gusto y la hondura. Pero Higares ejecuta un toreo acelerado, abus¨® del pico y de la colocaci¨®n ventajista, y as¨ª el toreo resultante es insulso. En el quinto se dej¨® enganchar en demas¨ªa la muleta y la plaza se lo recrimin¨® debidamente.
Babelia
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