Ep¨ªstola escarmentada
En estos d¨ªas veraniegos de cielos negros y tormentas de truenos y estallidos de agua -como la Iglesia misma-, una parte de esa Iglesia, la oficial de las ¨¦lites jer¨¢rquicas, ha estado preparando su inmediata Asamblea Plenaria Extraordinaria con un orden del d¨ªa que incluye la posible aprobaci¨®n de un texto sobre una determinada concepci¨®n de la unidad de Espa?a "como bien moral". Otra parte de esa iglesia, la de las catacumbas y la de los grupos cristianos relacionados con los movimientos sociales, ha estado preparando su participaci¨®n en las distintas plataformas civiles que celebran esta semana tambi¨¦n el II Foro Social de las Migraciones en Rivas-Vaciamadrid.
La una sacar¨¢ un documento para iluminar desde el poder episcopal y esa equ¨ªvoca representatividad sagrada la conciencia de todos los espa?oles, cat¨®licos o no, proponiendo una reflexi¨®n pastoral. Esta orientaci¨®n tendr¨¢ unos tonos u otros, unos colores u otros, seg¨²n triunfe el sector nacionalista de la "Una, Grande y Libre" -Rouco, Ca?izares y afines-, sector resucitador del nacionalcatolicismo y a?orante del cesaropapismo, o haya sido frenado por otros sectores episcopales menos patriotas, o patriotas en otra direcci¨®n, o partidarios de no meterse en berenjenales partidistas de imposible justificaci¨®n evang¨¦lica.
La otra iglesia no sacar¨¢ documento, iluminar¨¢ su conciencia con la luz de las Bienaventuranzas evang¨¦licas y ocupar¨¢ sus manos y su coraz¨®n dise?ando con otros ciudadanos globalizados, de otras razas y religiones y pa¨ªses, propuestas econ¨®micas y pol¨ªticas alternativas para el gran mundo de los desfavorecidos.
Quienes vivimos desde dentro las desviaciones evang¨¦licas del nacionalcatolicismo, escarmentados por el da?o que la Iglesia hizo a la sociedad espa?ola y se hizo a s¨ª misma, estamos asustados y escandalizados por las machaconas propuestas previas de ese sector acorazado de la Conferencia Episcopal que lleva tiempo intentando imponer -en connivencia con sus grupos pol¨ªticos y medi¨¢ticos de referencia, y empujada por los poderosos lobbies de cat¨®licos ultraconservadores- una determinada tesis sobre la unidad de la patria como ¨²nica postura cat¨®lica.
Estamos asustados, s¨ª. Y escandalizados. Pero no ciegos ni mudos. Por eso yo quiero recordar en voz alta -opini¨®n p¨²blica tambi¨¦n en la Iglesia-, antes de ese documento final de los obispos, el viejo ya y olvidado "principio de autonom¨ªa de las realidades temporales" del Vaticano II, en el que muchos encontramos una gu¨ªa para orientar nuestras dobles militancias: en la fe cristiana y en las tareas civiles donde se construye la sociedad. Cito la Constituci¨®n vaticana Gaudium et spes: "Si por autonom¨ªa de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar... es absolutamente leg¨ªtima esta exigencia de autonom¨ªa..., responde a la voluntad del Creador... Todas las cosas est¨¢n dotadas de consistencia, verdad y bondad propias... que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodolog¨ªa particular de cada ciencia o arte". (GS 36)
Estos intentos nuevos de orientar la direcci¨®n de las f¨®rmulas pol¨ªticas de la convivencia espa?ola desde las esferas religiosas hieren la sensibilidad eclesial de quienes pensamos que ser creyentes y pertenecer a la Iglesia cat¨®lica no es dar un salvoconducto a la jerarqu¨ªa de turno para que nos traiga y nos lleve por los caminos pol¨ªticos, cient¨ªficos, art¨ªsticos, econ¨®micos que ellos quieran, que ?v¨¢lgame Dios! por qu¨¦ sendas nos ha llevado a veces. En esos campos los cat¨®licos nos guiamos por nuestra conciencia iluminada por los valores evang¨¦licos, por la raz¨®n que Dios nos dio a cada uno, la que hemos cultivado con nuestro esfuerzo y las ayudas de los dem¨¢s -tambi¨¦n, supongo, de ellos en alguna medida-, la que nos ense?a los arduos esfuerzos de la libertad inalienable, inentregable. La misma raz¨®n que Jes¨²s utiliz¨® para ense?ar a delimitar campos y planos cuando dijo "dadles vosotros de comer", pero no dijo con qu¨¦ sistema econ¨®mico o mediaci¨®n t¨¦cnica y social, sino que el pan y los peces llegaran a todos, hubiera fraternidad real. ?l cur¨® a unos y a otros, pero no nos dej¨® una herencia de recetas m¨¦dicas, ni culturales, ni educativas, ni legales, ni pol¨ªticas. Nos dej¨® las Bienaventuranzas y el encargo y el ejemplo de cuidar de los desvalidos.
El Evangelio no es monopolio de una ideolog¨ªa, de un partido, de una asociaci¨®n. Aunque los cristianos, por supuesto, necesitemos para hacer efectivo el mensaje de Jes¨²s categor¨ªas y mediaciones ideol¨®gicas, pol¨ªticas y culturales: las que en conciencia veamos m¨¢s coherentes con los valores evang¨¦licos. No se puede dar gato por liebre, ni vender justificaciones cristianas donde no las hay. Ustedes, se?ores obispos, en esta ocasi¨®n -?y en tantas!- est¨¢n usando su poder e influencia -tan poco evang¨¦licos- para intentar arrastrarnos a los cat¨®licos espa?oles a unas opciones pol¨ªticas determinadas. Se han puesto de parte de unas siglas pol¨ªticas y han intentado imponerlas. Lo han hecho desde Recaredo y Chindasvinto por lo menos. El caso de la Guerra Civil y la dictadura est¨¢n ah¨ª mismo. ?Qu¨¦ pasa, entonces, con los cat¨®licos que tenemos otros an¨¢lisis y soluciones sociales, econ¨®micos, culturales y pol¨ªticos; que vemos la historia de este pa¨ªs con otros ojos; que miramos a sectores m¨¢s necesitados de la poblaci¨®n antes que a la burgues¨ªa cat¨®lica en la que ustedes est¨¢n instalados? ?Acaso no somos cat¨®licos? S¨ª lo somos. Por seguidores de Jes¨²s en la mejor tradici¨®n cat¨®lica, comunitaria y plural, respetuosa hacia dentro y hacia fuera, no de ustedes cuando han salido y siguen saliendo a defender pensamientos ¨²nicos e intereses partidistas, supongo que por asegurar el disfrute de viejos privilegios econ¨®micos, sociales y doctrinales.
No se trata ahora de estar a favor o en contra de lo que algunos de ustedes vienen diciendo sobre patrias y unidades, o la mayor¨ªa puedan decir en ese documento con el que nos amenazan. Se trata de pedir en voz alta -opini¨®n p¨²blica en la Iglesia-, que no invadan nuestra conciencia de hombres y mujeres cristianos; no asuman ustedes nuestras responsabilidades intransferibles; no nos roben la libertad otra vez m¨¢s. Se trata de pedir que no se apropien en exclusiva de banderas y doctrinas sacrosantas. Si realmente ustedes, como dicen tantas veces, quisieran ser un recuerdo p¨²blico de la memoria del Se?or Jes¨²s, ser esa casa com¨²n de los hijos distintos, no asumir¨ªan estas funciones partidistas que nos encrespan, escandalizan y desunen. As¨ª, seguir¨¢n siendo los obispos de un bando. Como en tantas ocasiones, a veces tan dram¨¢ticas.
De antemano confieso que no voy a tener tiempo para leer con detenimiento la reflexi¨®n episcopal sobre la unidad de la patria. Me temo que voy a estar ocupado en leer la documentaci¨®n que genere el II Foro Social de las Migraciones. Prefiero habitar y ser habitado por esas patrias sin fronteras, m¨¢s evang¨¦licas, humanizadoras y de m¨¢s claros horizontes, de las luchas por la justicia y la defensa de los d¨¦biles. Y si las tormentas de negros nubarrones y ruidos de mitras me dejan sentir hambre y sed por el Dios de Jes¨²s y su Reino me saciar¨¦, en soledad sonora, con relecturas de San Juan de la Cruz.
Quint¨ªn Garc¨ªa Gonz¨¢lez es sacerdote dominico y periodista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.