Mira qui¨¦n grita
Dos cl¨¢sicos tem¨¢ticos y estil¨ªsticos de la comedia familiar americana se unen en la trama de Mala leche, deficiente coproducci¨®n franco-espa?ola que llega a las salas con tres a?os de retraso: en primer lugar, las farsas de inversi¨®n de personalidades contrapuestas merced a un caprichoso movimiento del destino (o m¨¢s bien a una vulgar decisi¨®n del truh¨¢n del guionista), al estilo de Adi¨®s, Charlie (Vincente Minnelli, 1964) y Una rubia muy dudosa (Blake Edwards, 1991), en las que un machista seductor se transformaba en un santiam¨¦n en una atractiva mujer; y, en segundo lugar, las cintas narradas desde el punto de vista de un beb¨¦ que habla (en off, naturalmente) y que observa el mundo que le rodea con la naturalidad de un adulto que no necesita aprender los secretos de la complicada existencia, con Mira qui¨¦n habla (Amy Heckerling, 1989) como exponente b¨¢sico.
MALA LECHE
Direcci¨®n: Patrick Alessandrin. Int¨¦rpretes: Thierry Lhermitte, Ophelie Winter, Leonor Watling, Maria Pac?me. G¨¦nero: comedia. Francia-Espa?a, 2003. Duraci¨®n: 90 minutos.
En Mala leche, un don nadie que acaba de morir atropellado por el coche del hombre que le ha fastidiado el gran proyecto de su vida se reencarna en un beb¨¦ reci¨¦n nacido, hijo precisamente del responsable directo no s¨®lo de sus males sino tambi¨¦n de su defunci¨®n. Desde el inicio, con los cr¨¦ditos acompa?ados por una canci¨®n de Nat King Cole, se notan sus ambiciones de amable comedia de color blanco, pero ¨¦stas chocan frontalmente con momentos tan zafios como el primer plano del pecho siliconado de la esposa y el beb¨¦ afirmando mientras chupa: "?Qu¨¦ tetas tiene mi madre!". Alta en decibelios producidos por los constantes gritos de los personajes, la pel¨ªcula pretende estar demasiado arriba en todo momento: con la m¨²sica, con el ritmo de los acontecimientos, con esos continuos primer¨ªsimos planos un tanto desenfocados y deformantes que el director utiliza para ilustrar el punto de vista del beb¨¦.
Le falta calma para saber distinguir lo verdaderamente importante de lo simplemente transitorio y a todo ello se une el hecho de que buena parte de los chistes se adivinan cinco segundos antes de que se produzcan (el despertador, la caca...), lo que acaba conformando una astracanada que pone de los nervios m¨¢s que agradar o divertir.
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