Mucho rock y un gol a 38 grados
Miles de madrile?os soportan alt¨ªsimas temperaturas en la plaza de Col¨®n y en MetroRock
Minuto 16 de la primera parte. Joaqu¨ªn falla una ocasi¨®n en un disparo fuera del ¨¢rea. Cero a cero en el marcador y 37 grados en la plaza de Col¨®n, donde m¨¢s de 5.000 madrile?os siguen en las pantallas gigantes la retransmisi¨®n de Cuatro del partido entre la selecci¨®n de Espa?a y la de Arabia Saud¨ª. Echando un vistazo al term¨®metro a las cuatro de la tarde, ¨¦sta ¨²ltima parec¨ªa que jugaba en casa. Un minuto m¨¢s tarde, el Samur atiende al primer afectado por un golpe de calor. Los desmayos y los sofocos se suceder¨¢n a lo largo del encuentro.
EL PA?S estuvo ayer en dos de los puntos m¨¢s concurridos de la ciudad: el partido de la selecci¨®n en la plaza de Col¨®n y el festival MetroRock en el parque Juan Carlos I. Durante toda la tarde el term¨®metro no baj¨® de 36 grados cent¨ªgrados y lleg¨® a alcanzar los 38 grados a la sombra. La temperatura m¨¢xima oficial ofrecida por el Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa fue de 37,2 grados en la Ciudad Universitaria. Muy cercana al r¨¦cord hist¨®rico de la ciudad durante un mes de junio, que fue de 38,1 grados en 1931.
El Samur atendi¨® en Col¨®n a varios j¨®venes que sufrieron desmayos y golpes de calor
"?Calor?, ya ves c¨®mo estamos", responde una chica que se empapa el pelo con agua
La Comunidad de Madrid ha decretado el estado de alerta amarilla o de precauci¨®n, que se establece cuando las temperaturas m¨¢ximas previstas para los siguientes cinco d¨ªas son iguales o superiores a 36,6 grados e inferiores a 38,6 grados. El nivel rojo o de alto riesgo, el m¨¢ximo establecido, se declara cuando las m¨¢ximas pueden superar los 38,6 grados.
En la plaza de Col¨®n el sol no tiene piedad con los aficionados. La selecci¨®n tampoco, y ofrece el partido m¨¢s aburrido de la primera fase del mundial. Pero la paciencia de los seguidores, de una media de 18 a?os de edad y de tres cervezas en el est¨®mago, no tiene l¨ªmite. Abanicos, gorras, botellas de agua... Todo vale para refrescarse y evitar terminar d¨¢ndose de bruces en el asfalto de la plaza. Como Barbara Merino, de 15 a?os, que se refresca bajo unos pinos de la plaza tras haberse desmayado tres veces. Mientras tanto, Joaqu¨ªn vuelve a disparar desde la frontal y obliga al portero saud¨ª a realizar un parad¨®n. Pero nada. Las pinturas de guerra con los colores de la selecci¨®n en las caras de los aficionados se funden en chorretones de sudor. Al fin, en el minuto 35, justo cuando la temperatura rozaba los 38 grados, Juanito la mete de cabeza.
Luego, descanso. Todos los chavales se refugian en bares o bajo los pinos. Muchas lucen palmito en bikini. Ellos sin camiseta. Sebasti¨¢n Mora, de 20 a?os, se cubre el torso desnudo con la bandera espa?ola preconstitucional. "As¨ª no me quemo la espalda", dice con el pollo negro estampado en la rojigualda que le cuelga hasta el trasero. Ah¨ª es nada. En el cielo, la otra bandera, la de la plaza de Col¨®n, ondea con la brisa que alivia el calor de la tarde. Casi la m¨¢s calurosa de la historia del mes de junio.
La segunda parte no da juego. Pero la gente aguanta. Poco f¨²tbol para tantos grados. Incluso caen cuatro gotas de tormenta veraniega. Al final de la plaza, Iv¨¢n Baeza y Alexander Piqueras ven el final del partido vestidos de rojo y subidos a dos motos de Telepizza. Son repartidores y se est¨¢n escaqueando. "Hacemos que curramos y cuando podemos nos paramos aqu¨ª", dicen sin complejos. Tras el pitido final, como en el anterior partido, todos en remojo en la fuente aleda?a.
A las seis y media, en la otra punta de la ciudad, en el parque Juan Carlos I, comienza MetroRock, donde se espera la llegada de 50.000 personas. El mercurio sigue sin hacer concesiones e inaugura el festival a 36,5 grados. A esa hora las entradas todav¨ªa est¨¢n casi vac¨ªas, pero los que llegan traen indumentaria parecida a los del f¨²tbol. Por escasa.
Sara Rodr¨ªguez se empapa el pelo con agua antes de entrar. Se lo escurre boca a bajo mientras sus amigos se lanzan bolsas de agua. "?Calor? Ya ves c¨®mo estamos", responde a la absurda pregunta. El Canal de Isabel II ha colocado contenedores con bolsas de agua de un litro en varios puntos. Unos las utilizan para beber y otros se las lanzan entre s¨ª. Ya las echar¨¢n de menos.
En el escenario principal comienza el primer concierto. Un jud¨ªo ortodoxo llamado Matisyahu que hace un reggae bastante evolucionado. El hombre da saltos a un lado y otro del escenario con la indumentaria t¨ªpica de los has¨ªdicos. Chaqueta y barba poco funcionales para los 36 grados que caen en ese momento. Eso s¨ª, el escenario est¨¢ a la sombrita. Frente a ¨¦l, bailan unas 200 personas. La mayor¨ªa parece desconocer los riesgos que entra?a la combinaci¨®n del hach¨ªs y las temperaturas r¨¦cord. Pero tuvieron suerte, casi a las ocho de la tarde el Samur instalado en el recinto no hab¨ªa atendido a nadie por los efectos del calor.
Por suerte, unas simp¨¢ticas empleadas de una marca de telefon¨ªa m¨®vil riegan al personal con unas mangueras que salen de un dep¨®sito que llevan a cuestas. "?Guapa, y ?qui¨¦n riega tus margaritas?", le suelta a una un agradecido asistente. Los camareros de las barras, expuestos al sol de forma cruel por los organizadores, tambi¨¦n se refrescan todo lo que pueden. El p¨²blico sigue llegando. Todos con la bolsita de agua en la mano. "Sab¨ªamos que hasta ahora nos cocer¨ªamos, pero ya que hemos pagado, lo veremos todo", explicaba Mercedes Fern¨¢ndez para justificar la imprudencia. Pero el sol ya se marchaba. Y de nuevo, el cielo amenazaba de tormenta.
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