Se agradece

Abr¨ªa el Festival de Granada su edici¨®n n¨²mero 55 con Mitridate, re di ponto, una ¨®pera del Mozart juvenil -14 a?itos al componer la m¨²sica para un texto sobre truculentos celos familiares procedente de Racine- que parece vivir d¨ªas de recuperaci¨®n. Una apuesta original y muy de agradecer, dif¨ªcil de resolver tambi¨¦n y en todo caso estimulante por revelarnos una obra que exhibe ya rasgos de un genio a veces m¨¢s que intuido. Lo supo subrayar con excelencia Harry Christophers al mando de una Orquesta Ciudad de Granada que fue a m¨¢s a lo largo de la noche y que se pleg¨® muy bien a los criterios historicistas del maestro. Otra cosa fue la puesta en escena de Francisco Negr¨ªn, bastante elemental y mal planteada en su perspectiva, pues buena parte del p¨²blico no pudo ver nunca a los cantantes de cuerpo entero. El movimiento actoral fue demasiado nervioso, un ir de aqu¨ª para all¨¢ que, sin embargo, acert¨® al subrayar la violencia de las situaciones. Con un uso muy pobre de los elementos simb¨®licos -ese arco y esas flechas-, se jug¨® con fortuna con la iluminaci¨®n aprovechando el marco, bastante adecuado a la acci¨®n, del patio del palacio de Carlos V.

Mitridate es muy duro para los cantantes. El joven Mozart exige de verdad a las voces, y al tenor que detenta el papel titular se lo hace pasar mal de veras. No fue una excepci¨®n Donald Kaasch, que mostr¨® ya en su aria de salida todas las inclemencias de su obligaci¨®n y su dificultad para superarlas. Ofelia Sala -que luce espl¨¦ndido embarazo- fue una magn¨ªfica Aspasia, de impronta suavemente heroica, lo mejor sin duda del reparto. Le sigui¨® el Sifare de la puertorrique?a Jossie P¨¦rez, de estupendo aspecto para estos papeles travestidos, muy suelta en las agilidades pero a veces algo descuadrada en el agudo. Flavio Oliver defendi¨® muy bien su Farnace y hasta dio unos volatines tan absurdos como espectaculares. Cumplieron en papeles m¨¢s breves Cecilia Nanneson, John McVeigh y, sobre todo, Cristina Obreg¨®n.