El editor Michael Kr¨¹ger aboga por la pervivencia de las librer¨ªas tradicionales
El editor y escritor defiende el precio ¨²nico del libro porque la literatura "es un bien social"
El alem¨¢n Michael Kr¨¹ger (1943) se conoce al dedillo el mundo editorial. Comenz¨® como librero en Londres. En 1968 entr¨® como lector en la prestigiosa editorial muniquense Carl Hanser, de la que hoy es editor jefe. Descubri¨® a Elias Canetti, ha editado revistas culturales, es autor de poemarios y novelas... Kr¨¹ger, que ha visitado Barcelona para participar en el master en edici¨®n de la Universidad Pompeu Fabra, analiza los problemas y retos a que se enfrenta el sector y muestra su convencimiento de que la desaparici¨®n de las librer¨ªas tradicionales es el gran problema del sector editorial.
Pese a alg¨²n lastre, Kr¨¹ger, no renuncia al optimismo. "El trabajo de editor se diferencia del resto de los oficios por su extrema novedad. De hecho, naci¨® con la Revoluci¨®n Francesa. Los editores son como unos hijos bastardos que robaron su oficio a la alta burgues¨ªa, la Iglesia y la nobleza. Se suele hablar mucho del final de la novela, de la dedicaci¨®n intelectual, pero s¨®lo estamos en el principio. Es algo que nos deber¨ªa ilusionar".
Pero no todo son alegr¨ªas en un gremio apremiado por los requerimientos del ¨¦xito inmediato. "La concentraci¨®n empresarial es una de las grandes trabas del sector editorial. En EE UU este fen¨®meno se da de una forma m¨¢s agresiva. Buena parte del trabajo intelectual m¨¢s s¨®lido se publica all¨ª en las editoriales universitarias. En Europa, todav¨ªa no es tan grave, pero en el futuro se notar¨¢n m¨¢s sus p¨¦simas consecuencias". Pero, a su juicio, hay una contrariedad a¨²n m¨¢s grave: "La desaparici¨®n de las librer¨ªas tradicionales es el gran problema del sector editorial. Editar un libro es barato, pero los beneficios se obtienen con las ventas. En mi caso, negocio con 15 distribuidores que me aseguran el 60% de los ingresos. Si me fallaran, los libros que publico dejar¨ªan de existir".
?Soluciones? No ceder ante el capitalismo salvaje. "Soy un furibundo defensor del precio fijo del libro. S¨®lo con el precio fijo se pueden combinar las grandes tiradas de ¨¦xitos seguros y las peque?as de obras minoritarias. En Europa tenemos una posibilidad real de defenderlo, porque pensamos que la literatura es un bien social. Los libros no se pueden someter a las reglas del mercado como si fueran tomates", apunta el editor, y a?ade: "En Europa existe una pr¨¢ctica muy arraigada de traducciones literarias. Ocurre as¨ª en pa¨ªses como Italia, Espa?a, Alemania, Francia y Polonia, entre otros. La ¨²nica excepci¨®n es Inglaterra, donde los libros traducidos apenas superan el 3% de lo publicado".
Asimismo, se muestra algo suspicaz con la influencia de las nuevas tecnolog¨ªas. "Internet no es un medio cr¨ªtico. Se puede acceder a todos sus contenidos sin que se presenten con un criterio de selecci¨®n. Internet hace un flaco favor a la buena literatura". Ante el aluvi¨®n de t¨ªtulos publicados cada a?o, el editor reivindica una cr¨ªtica literaria de calidad. "El desarrollo de una cr¨ªtica literaria inteligente es esencial. El mercado no puede absorber la actual superproducci¨®n de t¨ªtulos. A trav¨¦s de la prensa, los cr¨ªticos deben realizar una tarea de selecci¨®n. Debemos huir de los t¨®picos de la cr¨ªtica que se hace en EE UU. All¨ª es frecuente ver en los suplementos literarios que cierta novela es el mejor libro publicado en 20 a?os. Reclamos como ¨¦se son una tonter¨ªa".
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