El pionero tuvo que colgar el uniforme
Hace seis a?os, en septiembre de 2000, el teniente coronel Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Silva utiliz¨® la portada de la revista Zero y este peri¨®dico para declarar que era homosexual. Era el primer militar -y, adem¨¢s, un oficial- que hac¨ªa p¨²blico que era gay. Ten¨ªa 49 a?os, y trabajaba en el Cuerpo Jur¨ªdico del Ej¨¦rcito de Tierra.
"Aunque el Ej¨¦rcito se ha democratizado, si alguien no da este paso transcurrir¨¢ mucho tiempo hasta que se apliquen los derechos de los homosexuales en las Fuerzas Armadas", declar¨® entonces, consciente de que con su anuncio iba a provocar un debate.
"Claro que no me van a sancionar por el hecho de declarar que soy gay. Faltar¨ªa m¨¢s. Pero no se me escapa que las represalias pueden ser de muchos tipos. Puede haber un tipo de castigo sutil que apele ¨²nicamente a motivos de trabajo o a presuntos descuidos en el servicio", dijo hace seis a?os.
No muy alto y de aspecto fr¨¢gil, el valor de S¨¢nchez Silva fue una ofensa para alguno de sus compa?eros. Durante cuatro a?os, el teniente coronel afront¨® la popularidad, y abander¨® campa?as contra la discriminaci¨®n de los gays en el Ej¨¦rcito, como la prohibici¨®n de donar sangre que reg¨ªa en el hospital militar G¨®mez Ulla de Madrid -y que consigui¨® eliminar-.
Pero hace dos a?os, S¨¢nchez Silva se cans¨® de aguantar. El detonante fue una carta que recibi¨® de un compa?ero, en la que se dec¨ªa, entre otras cosas, que "la homosexualidad es peor que los cuatro jinetes del Apocalipsis juntos". El teniente coronel acudi¨® a la justicia militar, pero no consigui¨® que la carta se considerara una falta disciplinaria ni, mucho menos, que se obligara al otro oficial a rectificar. "Lo que has hecho no te lo perdonan ni te lo perdonar¨¢n jam¨¢s", le advirti¨® un alto cargo.
Desenga?ado con el sistema que hab¨ªa defendido como asesor jur¨ªdico del Cuartel General del Ej¨¦rcito, S¨¢nchez Silva guard¨® el uniforme en el armario. Desde entonces, ha bajado el perfil de sus apariciones p¨²blicas. No se esconde, y puede v¨¦rsele pasear por Chueca, el barrio gay de Madrid, y es asiduo visitante y cliente de la librer¨ªa Berkana. S¨¢nchez Silva se ha vuelto esquivo con los medios, cambia con frecuencia de n¨²mero de m¨®vil para conservar su privacidad y dosifica sus entrevistas.
Pero su ejemplo ya tiene relevo: los dos soldados del Ej¨¦rcito del Aire que han anunciado su intenci¨®n de casarse.
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