Impulsor de la virolog¨ªa en Espa?a
Florencio P¨¦rez Gallardo, doctor en Medicina y Cirug¨ªa y en Veterinaria, del Cuerpo M¨¦dico de Sanidad Nacional, sanitario, hoy dir¨ªamos salubrista, hasta la m¨¦dula, ilustra una etapa de enorme trascendencia en la Sanidad espa?ola, hoy dir¨ªamos Salud P¨²blica, con un liderazgo indiscutible.
La Sanidad de la Rep¨²blica se colapsa no s¨®lo por la represi¨®n pol¨ªtica e ideol¨®gica sino por eliminarse el motor cient¨ªfico que la sustentaba, al suprimirse el Instituto Nacional de Sanidad (INS), por "crearse", s¨®lo en el Bolet¨ªn Oficial, el Instituto Superior de Ense?anza e Investigaciones Sanitarias, en cuya denominaci¨®n se percibe el "corte a la romana". Las funciones del INS pasaron de facto a la Escuela Nacional de Sanidad en Claudio Coello, 68, al final de la Guerra Civil. Le toca, pues, vivir una etapa dura y dif¨ªcil en ese Madrid gris, de San Camilo y de los Luises, al que le trae don Gerardo (Clavero padre) de su C¨¢diz querido ("la Isla", San Fernando) donde transcurre su juventud y sus a?os de estudio en la Facultad de Medicina (plaza de Fragela), sus trabajos de Histolog¨ªa (donde ya le llamaban, Cajalito) y la primera expresi¨®n de su vocaci¨®n docente, en sus labores de ense?anza como profesor del claustro de la misma Facultad.
En el Madrid, casi galdosiano de la postguerra, se asoma a la Sanidad, inmersa en la pugna entre Falange y los grupos cat¨®lico-mon¨¢rquicos con Palanca en la Direcci¨®n General de Sanidad y Valent¨ªn Galarza en Gobernaci¨®n, que se hab¨ªa resuelto en mayo de 1941 con el cese de Serrano Su?er y el nombramiento de Gir¨®n de Velasco en Trabajo, donde se va a desarrollar el Seguro Obligatorio de Enfermedad, como es obvio, de espaldas a la Sanidad. As¨ª Florencio va a seguir los destinos de la Sanidad, que finalmente va a heredar lo que queda, en personas, Clavero, Gallardo, N¨¢jera, Manzanete, Luengo, Lozano... de la tradici¨®n m¨¢s liberal, al menos no facciosa, de la Sanidad espa?ola de la ¨¦poca.
Con ese tel¨®n pol¨ªtico-social, la realidad cotidiana: hambre, fr¨ªo, chinches, piojos, le va a poner en contacto con uno de sus primeros retos: el tifus exantem¨¢tico que aparece en enero de 1941. Trabaja con Clavero del Campo, N¨¢jera Angulo, Gallardo, Sanz y Graci¨¢n, muchos de los cuales, ¨¦l entre ellos, padecen la enfermedad.
Pero va a ser ¨¦l, en la buhardilla de Claudio Coello, donde se asoma al nudo gordiano de los problemas sanitarios y cient¨ªficos y entre Clavero por arriba y Jes¨²s Parrilla por abajo, quien realiza experimentos, es capaz de valorar, entre apag¨®n y corte de la luz, lo que Jes¨²s le muestra, aquellos cobayas inoculados que no desarrollan curva febril. Se ven sus manos y su cara, en esas fotos, ya cl¨¢sicas de Stanek, inoculando cobayas y embriones de pollo.
A pesar de las precarias condiciones de los limitados laboratorios de la ¨¦poca y de la carencia de medios, Florencio descubre la cepa E (de Espa?ola, procedente de Melit¨®n Puerto) de Rickettsia prowazekii, cepa atenuada que fue asumida y estudiada en EE UU. por el propio Florencio y por Herald Cox, reconoci¨¦ndose, desde el punto de vista pr¨¢ctico, como una vacuna eficaz frente al tifus exantem¨¢tico, especialmente importante en el periodo de la guerra, al no existir todav¨ªa el DDT.
Sin embargo la trascendencia cient¨ªfica b¨¢sica del fen¨®meno de la atenuaci¨®n de un agente pat¨®geno, no fue posible asumirla, aunque Florencio fue siempre muy consciente de ello, precisamente por la falta de un Instituto y un ambiente cient¨ªfico adecuado, desaprovech¨¢ndose lo que supuso uno de los descubrimientos m¨¢s importantes en la biolog¨ªa y patogenia de las enfermedades infecciosas desde que Pasteur, Calmette-Gu¨¦rin y Theiler consiguieran la atenuaci¨®n del virus r¨¢bico, el bacilo tuberculoso o el virus de la fiebre amarilla. Es interesante recordar que a este ¨²ltimo le fue concedido el Premio Nobel de 1951.
En EE UU trabaja en la cepa E, se casa por poderes con su ayudante de laboratorio, Pepita. Varios de sus hijos, algunos m¨¦dicos, como Luis, Luc¨ªa tambi¨¦n vir¨®loga y Pepi, veterinaria, siguieron los pasos de su padre, trabajando las dos ¨²ltimas en el Carlos III.
Florencio pasa de las Rickettsias a los virus, trabajando en gripe, donde consigue el primer Laboratorio de Referencia de la OMS en Espa?a, en rabia y a continuaci¨®n en poliomielitis. Por sus estudios sobre esta enfermedad y la organizaci¨®n de la primera campa?a de vacunaci¨®n frente a esta enfermedad va a contribuir de forma muy destacada a su erradicaci¨®n. Desde el inicio de la Campa?a Piloto de Vacunaci¨®n Antipoliomiel¨ªtica, tuve el inmenso privilegio de comenzar a colaborar con ¨¦l, mejor dicho, a aprovechar de sus ense?anzas vacunando el 14 de mayo de 1963 a la primera ni?a en Espa?a con las cepas de Sabin en Le¨®n, colaboraci¨®n que se mantuvo hasta su jubilaci¨®n.
La Campa?a de Vacunaci¨®n Antipoliomiel¨ªtica supuso en el horizonte sanitario espa?ol tal vez el primer acontecimiento, despu¨¦s de la Guerra Civil, de integraci¨®n social, movilizador de afectos y solidaridades, especialmente importante en los pueblos, como era la protecci¨®n de los ni?os. La colaboraci¨®n fue total, por parte de todos los estamentos sociales en una sensaci¨®n naciente de modernidad pero en una Espa?a todav¨ªa primitiva.
Asiste a numeros¨ªsimas reuniones internacionales, presentando su extensa producci¨®n cient¨ªfica, as¨ª como en la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, desde la Asamblea General a Comit¨¦s de Expertos y otras reuniones. Viaja por medio mundo participando en ensayos de vacuna de rabia con Koprowski, viejo amigo, que todav¨ªa le visit¨® no hace mucho en Espa?a y con quien en Baltimore, en las reuniones del Institute of Human Virology de Robert Gallo, le record¨¢bamos siempre. Aquellas historias de Cachemira y de tantos sitios... Alemania, Polonia, EE UU, India, Kenia, Cuba...
Tras los estudios sobre la poliomielitis y su gran ¨¦xito con la vacunaci¨®n, consigue, que se construya y dote un centro, denominado primero, en 1963, Centro Nacional de Virus y luego, ya en 1967, Centro Nacional de Virolog¨ªa y Ecolog¨ªa Sanitarias, y posteriormente Centro Nacional de Microbiolog¨ªa, Virolog¨ªa e Inmunolog¨ªa Sanitarias en Majadahonda, recuperando m¨¢s adelante el nombre de Instituto Nacional de Sanidad al agruparse con el Centro Nacional de Farmacobiolog¨ªa y el de Alimentaci¨®n y Nutrici¨®n, bajo esta cl¨¢sica denominaci¨®n.
Con todo esto, favoreci¨® y fue el iniciador del nacimiento de la Virolog¨ªa M¨¦dica y Sanitaria en Espa?a y gran impulsor de la Microbiolog¨ªa y Parasitolog¨ªa de Salud P¨²blica. Como en el caso de Cajal se puede hablar de sus numerosos disc¨ªpulos, coet¨¢neos, hijos y nietos. As¨ª, desde Z¨¢rate y Fernando Ruiz Falc¨®, a los N¨¢jera (Jos¨¦ Antonio, Enrique y Rafael) Lozano, Valenciano, Villalba, Gabriel y Gal¨¢n, L¨®pez Bueno, Villamar¨ªn, Bl¨¢zquez, Casal, Mateos, Domingo, Contreras, Moreno, Urbistondo y un largo rosario de nombres, muchos de los cuales hicimos, como ¨¦l y por su est¨ªmulo, oposiciones al Cuerpo M¨¦dico de Sanidad Nacional. Con Joe Melnick y Peter Wildy, organiz¨® el 3? Congreso Internacional de Virolog¨ªa, en el que le ayudamos Luis Valenciano y yo.
Otra de las grandes aportaciones que Florencio incorpor¨® al acerbo sanitario fue, como recordaba Gerardo Contreras, la sustituci¨®n de las viejas instalaciones dedicadas a la producci¨®n de vacunas de inter¨¦s sanitario, propiciando la construcci¨®n de un edificio, el piloto, con suficientes medios para hacerlas en condiciones de salubridad y eficacia. En este edificio, a medio camino entre la investigaci¨®n y la industria, se sustituy¨® la cepa 1492, con la que se ven¨ªa produciendo la vacuna antivari¨®lica, por la cepa Elstree, procedente del Instituto Lister, mucho m¨¢s inocua, as¨ª como el cerebro de conejo por el de rat¨®n lactante para la producci¨®n de vacuna antirr¨¢bica, carente de mielina y por tanto de reacciones adversas. Tambi¨¦n se produc¨ªa, cuando lo requer¨ªan las situaciones sanitarias de emergencia, vacuna antigripal o se colabor¨® en la anticol¨¦rica durante la epidemia de 1971. Entra?ables colaboradores como Paco L¨®pez Bueno y Emilio Valle, ya fallecidos, o Juan Mateos, Carlos Domingo y Gerardo Contreras que dieron vida a este Centro, dentro del Centro.
Su aut¨¦ntica vocaci¨®n docente fue muy intensa, viviendo largos periodos con conocimientos, que al menos en Espa?a, s¨®lo ¨¦l pose¨ªa, por lo que vivi¨® como pocos, esa "... marchita ilusi¨®n de profesor..." que con tanto sentimiento evocaba Pedro Ara, al impedirle, el sofocante ambiente caciquil de la ¨¦poca, el acceso a c¨¢tedra al que oposit¨® en dos ocasiones. No obstante, nunca mir¨® con reparo a sus compa?eros y amigos que lo obtuvieron, hacia los que guard¨® siempre una gran simpat¨ªa y les brind¨® su colaboraci¨®n. Hay que pensar que durante muchos a?os, cualquiera que quisiera hacer alg¨²n trabajo con virus o con cultivos celulares desde el punto de vista m¨¦dico-sanitario, pasaba a hablar con Florencio, buscando materiales, consejo y ense?anzas.
Culto, pol¨¦mico, iconoclasta, genial, lengua desinhibida y con la gracia del mundo. Fue un S¨¦neca, disfrut¨® cuanto pudo, con optimismo y a la vez escepticismo. Fue un gran maestro, un gran sanitario y un gran cient¨ªfico, l¨¢stima que en este pa¨ªs en el que tanto escasean personalidades como la suya, no se haya reconocido suficientemente su labor. Como disc¨ªpulo suyo quiero dedicarle un entra?able recuerdo. Descanse en paz.
Rafael N¨¢jera Morrondo es jefe del ?rea de Patolog¨ªa Viral del Instituto de Salud Carlos III.
![Florencio P¨¦rez Gallardo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KSMOYLNS2MZ5VA3OJF6ERRPMKM.jpg?auth=9ce0ba39d02ff8c008abdda61fe8ab1d5a694c9c6b91d52a368e96c69c9f08df&width=414)
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