El genio de paso
Dos nuevas ediciones en castellano de la preciosa novela corta Mozart auf der Reise nach Prag, del poeta alem¨¢n Eduard M?rike (1804-1875), coinciden ahora en las librer¨ªas a ra¨ªz del A?o Mozart, en el que celebramos el 250? aniversario del nacimiento del compositor. M?rike public¨® su relato coincidiendo con los fastos del primer centenario del mismo acontecimiento, en 1856; fue su mejor obra -casi olvidado est¨¢ hoy su Pintor Nolten- y una de las nouvelles m¨¢s hermosas de la prosa alemana.
Alba recupera la traducci¨®n del veterano Miguel S¨¢enz editada por Alianza en 1983, mientras Galaxia y C¨ªrculo presentan una nueva versi¨®n de la germanista Rosa Sala. Ambos vol¨²menes compiten en atractivo. El primero incluye una selecci¨®n de poemas de M?rike que el compositor alem¨¢n Hugo Wolf adapt¨® para voz y piano, una ventaja a su favor que seducir¨¢ principalmente a los amantes del Lied alem¨¢n. ?stos de Wolf son singulares y hay que escucharlos (una nueva versi¨®n recomendable es la de G¨¹ra/Schultsz para Harmonia Mundi). El segundo volumen suple la falta de tan certero complemento con la exuberante belleza formal del libro, una esclarecedora introducci¨®n y unas oportunas notas, pero, sobre todo, con una traducci¨®n deslumbrante, elegant¨ªsima y a tono con la gracia y el ingenio rococ¨® del relato; en comparaci¨®n, el texto de S¨¢enz parece m¨¢s tosco.
MOZART DE CAMINO A PRAGA
Eduard M?rike.
Traducci¨®n y notas de Rosa Sala Rose
Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo
de Lectores. Madrid, 2006
140 p¨¢ginas. 14 euros
MOZART, CAMINO DE PRAGA Y LOS POEMAS MUSICADOS POR HUGO WOLF
Eduard M?rike
Traducci¨®n y pr¨®logos
de Miguel S¨¢enz
Alba. Barcelona, 2006
252 p¨¢ginas. 12,50 euros
M?rike, que intent¨® vivir de
la literatura y termin¨® ejerciendo de p¨¢rroco de aldea y maestro de pensionado femenino, que concluy¨® sus d¨ªas como un pl¨¢cido burgu¨¦s aunque dotado de un inmenso y sensible coraz¨®n, compuso un delicioso e inspirado divertimento literario, una estampa jovial, un cuadro costumbrista pleno de sensibilidad y tocado de un punto de melancol¨ªa. En ¨¦l se propuso retratar "los rasgos m¨¢s alegres" del car¨¢cter de su admirado Mozart, y lo logr¨® a la perfecci¨®n, acaso mejor que en una sesuda biograf¨ªa. Dotado de una estructura coral, pues sucesivos personajes toman la palabra con diversos registros, oponi¨¦ndose y dialogando cual diversos instrumentos musicales en un octeto, el relato se ci?e a la teor¨ªa de Goethe seg¨²n la cual el caudal de una nouvelle debe partir de un hecho ins¨®lito que imprima un giro a la cotidianidad. As¨ª, M?rike nos presenta al matrimonio Mozart -Wolfgang Amadeus y Constanza Weber, dos almas casi gemelas en su cari?o mutuo y aparente ingenuidad- en el oto?o de 1787, hall¨¢ndose de camino a Praga para estrenar all¨ª Don Giovanni, la ¨®pera que Mozart a¨²n no hab¨ªa terminado de componer. Durante un alto en el viaje, el compositor se adentra en un parque se?orial, en las inmediaciones de un palacio. Seducido por la visi¨®n de unos maceteros con naranjos y por los dorados frutos, en un verdadero arrebato de obnubilaci¨®n e inconsciente reminiscencia, obviando el espacio y el tiempo presentes, el maestro arranca una naranja del ¨¢rbol m¨¢s cercano mientras lo atrapa un recuerdo de infancia que ha fluido de inmediato: es una magn¨ªfica descripci¨®n de un instante creador que ha sido comparado al de la c¨¦lebre magdalena de Proust -por cierto, del recuerdo inspirado por el c¨ªtrico nacer¨¢ la alegre cancioncilla "Jovencitas que vais al amor, no dej¨¦is que se os pase la edad", de Don Giovanni-. Sin saber lo que hace, perdido en los deleites del pasado idealizado, Mozart saca una navajita y parte en dos la naranja. En esto llega un ominoso jardinero: resulta que el ¨¢rbol con sus frutos est¨¢ destinado como presente a una joven novia, hija de los nobles due?os del parque. El compositor tiene que excusar su acto. La aristocr¨¢tica familia del castillo, enamorada de la m¨²sica del inesperado allanador de sus bienes, recibe con sumo alborozo al intruso y a su esposa invit¨¢ndolos a celebrar la fiesta de compromiso de Eugenia. Lo que sucede en la velada es una mezcla de tierna cursiler¨ªa, sentimentalismo y alborozo. La naranja sajada desempe?a tambi¨¦n su papel. La acogedora familia refiere sus historias, y los esposos Mozart, an¨¦cdotas de su vida en Viena -forma indirecta de entrar en la biograf¨ªa del autor de Las bodas de F¨ªgaro-; como colof¨®n, Eugenia canta arias mozartianas, el m¨²sico toca el piano y sorprende y estremece a los presentes con varios extractos a¨²n noveles de su ¨®pera todav¨ªa por estrenar. Reinan la cordialidad y la alegr¨ªa, el artista y el arte celebrados en un entorno de gentes cultivadas. S¨®lo la intuitiva novia, a punto de iniciar su vida de mujer adulta, presiente en un arrebato de melancol¨ªa que Mozart no s¨®lo est¨¢ de camino a Praga, sino tambi¨¦n de paso en la tierra; la exuberancia de su genio es tal que la naturaleza, envidiosa, no podr¨¢ soportarlo durante mucho tiempo. As¨ª que dicha, goce y un atisbo de amargura se mezclan en un relato pleno que ning¨²n amante de la mejor literatura (ni de la m¨²sica eterna de Mozart) debe dejar de leer.
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