El teorema de Messi
Argentina busca explicaciones a la suplencia del barcelonista durante el torneo y a que P¨¦kerman se olvidara de ¨¦l contra Alemania
A una semana de su final, el Mundial todav¨ªa no tiene una figura excluyente, ni un favorito claro, ni obviamente un campe¨®n, pero s¨ª tiene su enigma: nadie, en Alemania y mucho menos en Argentina, alcanza a explicarse c¨®mo Messi, que lleg¨® a la cita germana con la aureola de genio naciente y aspirante al trono de mejor jugador del mundo, pas¨® por el campeonato de puntillas, condenado a una suplencia eterna, apenas tenido en cuenta por Jos¨¦ P¨¦kerman, su entrenador. Y peor a¨²n: no estuvo ni un segundo sobre el c¨¦sped de Berl¨ªn el d¨ªa de la eliminaci¨®n ante el equipo local.
El asunto, que promete ser teorema estrella en las tertulias period¨ªsticas argentinas en los pr¨®ximos meses, no ha dejado de rondar cuanta charla congregue a un par de hinchas de la albiceleste desde el mismo momento en que Lehmann detuvo el ¨²ltimo penalti a Cambiasso. Y cuenta con varias hip¨®tesis como punto de partida.
La primera enfila directamente a la cabeza de P¨¦kerman. Si desde el primer partido, y pese a que los resultados le acompa?aban, se le cuestion¨® el escaso protagonismo dado al pibe del Barcelona, su decisi¨®n de no incluirlo en el encuentro ante Alemania quedar¨¢ guardada en la historia del f¨²tbol argentino en el mismo armario en el que reposan la expulsi¨®n de Ratt¨ªn en Inglaterra 66, el dopaje de Maradona en Estados Unidos 94 o la tarjeta roja de Ortega en Francia 98, es decir, uno de esos hechos que, en el imaginario popular, torcieron el curso de los acontecimientos. Porque la opini¨®n generalizada es que, con Messi en el campo, los penaltis no habr¨ªan sido necesarios.
Durante el Mundial, el cuerpo t¨¦cnico argentino se preocup¨® por proteger a Messi y evitar que, si algo se torc¨ªa, fuera un chico de 18 a?os el receptor de los palos. Por otro lado, a ninguno de sus integrantes le pas¨® por alto la actitud de La Pulga cuando se neg¨® a retirar la medalla de campe¨®n de Europa con el Bar?a. "?C¨®mo puede sentirse Frank Rijkaard, que quit¨® a Larsson y Giuly para darle el puesto?", se preguntaron. Educadores antes que nada, P¨¦kerman y sus ayudantes pudieron decidir la suplencia de Messi como una ayuda para que pusiera otra vez los pies en el suelo. Esto no alcanza para responder a la pregunta del mill¨®n: ?qu¨¦ llev¨® a P¨¦kerman a preferir a Cruz cuando Crespo avis¨® de que sus gemelos estaban agarrotados y s¨®lo le quedaba un cambio? Su explicaci¨®n result¨® poco convincente: "En ese momento necesit¨¢bamos un delantero de ¨¢rea y Messi no lo es". Incluso, contradictoria: "Despu¨¦s de la salida de Riquelme, la idea era poner a los rapiditos". La hip¨®tesis A sugiere que, simplemente, P¨¦kerman se equivoc¨® o, al menos, se apur¨®: con el empate, el cambio habr¨ªa sido otro.
La hip¨®tesis B es m¨¢s complicada y encierra una dosis de maldad. Tiene que ver con la dif¨ªcil o, mejor dicho, casi nula relaci¨®n de Messi, un chico de car¨¢cter sumamente introvertido, con la mayor¨ªa de sus compa?eros, incluidos los de su edad, que ejercieron de sparrings de los mayores durante el mes de concentraci¨®n en Alemania. Una relaci¨®n, por otra parte, no muy diferente a la que mantuvo hace un a?o durante el Mundial sub 20 de Holanda ni a la que suele tener dentro de la plantilla del Bar?a, aunque en este caso el trato cotidiano ha aumentado el conocimiento y mejorado su integraci¨®n.
En el caso de la selecci¨®n argentina, a esto se le suman los celos despertados en algunos hist¨®ricos del equipo por el impacto medi¨¢tico de Messi. Una y otra causa habr¨ªan generado un movimiento interno destinado a restar importancia al aporte del n¨²mero 19 dentro del equipo. ?Pudo dejarse influir P¨¦kerman por los l¨ªderes del grupo? Es aqu¨ª donde a esta hip¨®tesis le falla la demostraci¨®n.
La tesis final, en cualquier caso, pesar¨¢ para siempre sobre la espalda del t¨¦cnico argentino. Nunca nadie sabr¨¢ qu¨¦ pudo haber pasado en el estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn con Messi en el campo, pero para P¨¦kerman la imposible soluci¨®n del teorema ser¨¢ una losa. Ser¨¢ su Cruz.
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