Las claves del caso irland¨¦s
La entrega de las armas por parte del IRA se convirti¨® en el principal escollo de las negociaciones
En la semana en que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha anunciado el inicio de un di¨¢logo formal con ETA, las miradas apuntan al ejemplo de Irlanda del Norte. Todas las partes espa?olas, incluso -en su d¨ªa- el Gobierno del Partido Popular, han estudiado detenidamente el proceso de paz que comenz¨® en Irlanda tres meses despu¨¦s del alto el fuego "completo" del IRA en el verano de 1994.
EL PA?S ha entrevistado a personajes que participaron de manera clave en el proceso irland¨¦s del lado del IRA y del Gobierno brit¨¢nico y ha reconstruido los hechos m¨¢s relevantes.
Entre los personajes entrevistados figura Gerry Kelly (un ex preso del IRA que hoy es destacado dirigente de Sinn Fein y que particip¨® en su d¨ªa en conversaciones secretas y p¨²blicas con el Gobierno brit¨¢nico), sir Roderic Lyne y sir John Holmes, que fueron los secretarios privados encargados de Irlanda del Norte en el 10 de Downing Street durante los Gobiernos de Major y Blair, respectivamente.
La reuni¨®n, a la que Kelly lleg¨® en un taxi negro blindado, empez¨® con cordialidad
Los explosivos que marcaron el final del alto el fuego pesaban 500 kilos
"Dijeron que al exigir la entrega de armas les est¨¢bamos humillando", dice el brit¨¢nico Lyne
Esta serie de dos art¨ªculos muestra c¨®mo y por qu¨¦ tuvieron que pasar casi cuatro a?os -cuatro a?os de desconfianza, esperanzas frustradas, airadas recriminaciones y rebrotes de violencia- hasta que el Acuerdo de Viernes Santo fij¨® por fin, en 1998, las bases de una paz duradera.
Y explica c¨®mo la pol¨¦mica a prop¨®sito de la negativa del IRA a entregar sus armas fue el hilo conductor de aquella etapa cr¨ªtica del proceso irland¨¦s y la causa de la mayor¨ªa de las complicaciones que, durante una etapa, desembocaron en nuevos ba?os de sangre.
Como ha ocurrido con el alto el fuego anunciado por ETA el pasado 22 de marzo, el alto el fuego del IRA, proclamado el 31 de agosto de 1994, suscit¨® diversas reacciones, desde el j¨²bilo, pasando por la sospecha y la cautela, hasta la indignaci¨®n. La comunidad protestante de Irlanda del Norte se inquiet¨® profundamente, temiendo que, en los contactos clandestinos anteriores que hab¨ªan mantenido funcionarios del Gobierno brit¨¢nico y representantes del IRA, se hubiera llegado a un acuerdo secreto, antidemocr¨¢tico, que pudiera traicionar a los partidarios de que Irlanda del Norte siguiera siendo brit¨¢nica.
La reacci¨®n inicial del por entonces primer ministro conservador John Major al alto el fuego del IRA de agosto 1994 marc¨® el tono de sus relaciones con el movimiento republicano durante los tres a?os que a¨²n estuvo en el poder. Reconoci¨® la importancia y el car¨¢cter positivo del anuncio -una meta hacia la que se hab¨ªa trabajado a trav¨¦s de los cauces secretos de comunicaci¨®n entre los l¨ªderes del IRA y el servicio de inteligencia MI6-, pero la sangrienta historia del IRA y lo que los brit¨¢nicos consideraban sus enga?os hicieron que hubiera tambi¨¦n un matiz de prudencia. Como dir¨ªa Major posteriormente, despu¨¦s de dejar su cargo, "era un tremendo paso adelante, no hab¨ªa ninguna duda". "Pero muchas personas vieron con escepticismo la probabilidad de que aquel alto el fuego completo [terminolog¨ªa del IRA] fuera a durar". Los m¨¢s esc¨¦pticos ante el alto el fuego del IRA eran los blancos m¨¢s inmediatos del IRA, los protestantes de Irlanda del Norte. El recuerdo -entre otras muchas abominaciones- de una bomba del IRA que a¨²n no hac¨ªa un a?o hab¨ªa matado a 10 personas, escogidas al azar, en una pescader¨ªa de Belfast estaba todav¨ªa fresco.
"En vez de alegrarse por la noticia de que el fin de las matanzas pod¨ªa estar cerca, los unionistas pensaron que se hab¨ªa llegado a acuerdos secretos entre bastidores", explica Roderic Lyne, que fue unos de los asesores m¨¢s ¨ªntimos de John Major entre marzo de 1993 y enero de 1996. "Su desconfianza aument¨® por la decisi¨®n del IRA y del Sinn Fein de proclamar el alto el fuego como una victoria".
Ian Paisley, el m¨¢s grandilocuente de los dirigentes protestantes, reaccion¨® de forma apocal¨ªptica ante la situaci¨®n. Declar¨® que el alto el fuego hab¨ªa desencadenado "la peor crisis en la historia del Ulster desde la creaci¨®n del Estado". Y bram¨® contra cualquier di¨¢logo con el IRA. "?Vamos a estar dispuestos a entablar una relaci¨®n con los hombres sanguinarios del IRA que han matado a nuestros seres queridos, han destruido nuestro pa¨ªs, han quemado nuestras iglesias y han torturado a nuestra gente...?". Respecto a los brit¨¢nicos, Paisley declar¨®: "No podemos ponernos de rodillas ante estos traidores...".
La ret¨®rica del reverendo Paisley era tan aterradora como grotesca, pero esa mezcla de miedo, odio y desconfianza reflejaba los sentimientos m¨¢s profundos de la mayor¨ªa de los protestantes y una buena parte de la clase pol¨ªtica brit¨¢nica, sobre todo el partido Conservador en el Gobierno.
Al reflexionar sobre aquellos d¨ªas, Gerry Kelly examina con iron¨ªa la conducta de sus adversarios pol¨ªticos y hace notar que la vehemencia con la que muchos respondieron al alto el fuego fue la muestra de un fallo eterno de los seres humanos: la incapacidad de abandonar las convicciones y los prejuicios arraigados. "Les resultaba m¨¢s c¨®moda la imagen del IRA como demonios asesinos", dice Kelly, que pas¨® un decenio en la c¨¢rcel tras haber hecho estallar en 1973 la primera bomba del IRA en Londres, un artefacto que mat¨® a una persona e hiri¨® a 230. "Al eliminar esa imagen, al transformar al IRA en personas que buscaban soluciones pol¨ªticas, toda su visi¨®n del mundo, toda su concepci¨®n del orden, se vino abajo. Nosotros lo hicimos. Tuvimos la valent¨ªa moral de cambiar. Pero ellos no pod¨ªan soportarlo. Ni siquiera los supuestos moderados. El jefe del Partido Unionista del Ulster [el protestantismo dominante] en 1994, James Molyneaux, lo dej¨® muy claro cuando declar¨® que el alto el fuego era "lo m¨¢s desestabilizador que le hab¨ªa ocurrido a Irlanda del Norte en toda su historia".
No obstante, Major, aunque nunca lleg¨® a convencerse del todo de que el IRA estuviera decidido a abandonar el terrorismo, dio su autorizaci¨®n para que comenzaran las negociaciones -o para lo que denomin¨® "di¨¢logo exploratorio"-. Fue el 21 de octubre de 1994. Para satisfacci¨®n de Gerry Adams, presidente de Sinn Fein, y de Martin McGuinness, un antiguo jefe del IRA que tambi¨¦n se hab¨ªa pasado al Sinn Fein, el escenario del primer encuentro con altos funcionarios brit¨¢nicos fue el Castillo de Stormont, en Belfast, un basti¨®n simb¨®lico del poder "imperial" brit¨¢nico.
La reuni¨®n, a la que Adams, McGuinness y Gerry Kelly llegaron en un taxi negro londinense blindado, empez¨® con bastante cordialidad cuando McGuiness, en tono jocoso, pregunt¨® al jefe de la delegaci¨®n brit¨¢nica por Fred, el nombre en clave del agente del MI6 que hab¨ªa hecho de intermediario del Gobierno brit¨¢nico en los cuatro a?os anteriores. Pero pronto sali¨® a relucir el punto fundamental de desacuerdo entre las dos partes, el que iba a retrasar las negociaciones durante a?os: la insistencia brit¨¢nica en el desarme, en que el IRA entregase sus armas, como requisito previo para iniciar negociaciones formales.
Al acabar la reuni¨®n, ambas delegaciones acordaron calificar aquel hist¨®rico primer encuentro de "eficiente" en sus declaraciones a la prensa, pero no sintieron, en el fondo, que hubiera muchos motivos para sentirse optimistas. Ya empezaba a verse que el asunto de las armas iba a ser el t¨ªpico ejemplo de choque entre una fuerza imparable y un objeto inamovible. Y esta percepci¨®n se acentu¨® con los comentarios hechos en p¨²blico por Major y su ministro para Irlanda del Norte, el ex oficial del ej¨¦rcito Patrick Mayhew, que exigieron repetidamente al IRA que entregara las armas. Gerry Adams, ante las constantes preguntas de los periodistas a este respecto, daba siempre la misma respuesta: "Es evidente que todo este asunto de la entrega de las armas tiene que entrar dentro de la b¨²squeda de una soluci¨®n pol¨ªtica, y que no puede haber acuerdo pol¨ªtico sin ella. Pero no creo que sirva de nada tratar de correr m¨¢s de la cuenta".
La primera entrevista entre el Sinn Fein y un ministro brit¨¢nico ofreci¨®, aunque pareciera imposible, todav¨ªa menos motivos de esperanza. Se celebr¨® en Washington en mayo de 1995, nueve meses despu¨¦s del alto el fuego. Los dos interlocutores fueron Gerry Adams y Patrick Mayhew. "Todav¨ªa estamos bloqueados con el desarme, y es un aspecto muy importante para la gente a la que representamos y el pueblo de Irlanda en general". El hecho de que ni Mayhew ni Adams estuvieran dispuestos a ceder en este punto hizo que la reuni¨®n no sirviera de nada a la hora de discutir otros elementos sustanciales. "Salimos con una idea muy clara de que el Gobierno de Londres no ten¨ªa deseos de seguir adelante". O, como dijo m¨¢s tarde Adams, las condiciones de Mayhew eran "una receta para el desastre total y absoluto".
El motivo de que fuera una receta para el desastre se lo explicaron en privado dirigentes de Sinn Fein a varios funcionarios brit¨¢nicos. "Lo que nos dijeron", recuerda Roderic Lyne, que despu¨¦s sirvi¨® como embajador brit¨¢nico en Mosc¨², "fue que, al exigir la entrega de las armas, est¨¢bamos humill¨¢ndoles, intentando que se rindieran. Y que no estaban dispuestos a sufrir una humillaci¨®n p¨²blica ritual".
En opini¨®n de Gerry Kelly, la insistencia en el asunto de las armas del IRA era prueba de que los brit¨¢nicos se resist¨ªan a avanzar verdaderamente en las negociaciones. "Antes del alto el fuego nos hab¨ªan prometido que todo ser¨ªa negociable, pero luego empezaron a encontrar excusas para no discutir", dice Kelly, que particip¨® en varias rondas de negociaciones, incluida la primera. Lyne dice que entiende por qu¨¦ algunos pudieron acusar al Gobierno de Major de ir demasiado despacio, pero que, a su juicio, hab¨ªa realidades pol¨ªticas que no pod¨ªan negarse. "Creo que los aspectos en los que nos mantuvimos firmes eran cruciales, la prueba tangible de que el alto el fuego significaba un fin 'permanente' del conflicto, pese al lenguaje ambiguo del IRA (que b¨¢sicamente dec¨ªa que se trataba de un alto el fuego provisional, mientras durasen las negociaciones), y no quer¨ªamos que emplearan la amenaza del regreso a la violencia antes de entablar un proceso pol¨ªtico. Ellos respondieron que no era realista, pero igual de poco realista era pretender que los unionistas del Ulster aceptaran la posici¨®n del IRA".
A medida que pasaban los meses, empezaron a o¨ªrse voces de mal ag¨¹ero en el entorno del IRA. Como dijo un importante personaje republicano, "hay un gran perro furioso que est¨¢ deseando morder". Quer¨ªa decir que el IRA hab¨ªa proclamado el alto el fuego para que avanzaran las negociaciones pol¨ªticas, pero que ese avance no se hab¨ªa materializado.
El perro solt¨® su mordisco el 6 de febrero de 1996. Gerry Adams recordaba posteriormente que esa tarde llam¨® a los Gobiernos de Dubl¨ªn y Washington para hacerles saber lo que se avecinaba. "Les dije que el proceso no estaba meramente muriendo, estaba muerto". Pocas horas despu¨¦s, al anochecer, estall¨® una bomba en el populoso barrio comercial de Canary Wharf, en el este de Londres, a la orilla del T¨¢mesis. Inan Ul-haq Bashir y John Jeffries, vendedores en un quiosco de peri¨®dicos, murieron en una enorme explosi¨®n que caus¨® da?os por valor de millones de libras. Los explosivos que marcaron el final del alto el fuego pesaban 500 kilos, y se encontraban en un cami¨®n especialmente preparado que hab¨ªa llegado por barco desde Irlanda.
"Major", afirma Kelly, "lo hab¨ªa estropeado todo. Despu¨¦s de todas sus promesas nos hab¨ªa jodido bien. Nos hab¨ªan transmitido, tanto en p¨²blico como en privado, que pod¨ªamos avanzar en todos los aspectos, y todo para nada. Y, sin embargo, nosotros no hab¨ªamos abandonado nuestra estrategia de paz".
Para el Gobierno brit¨¢nico, la bomba no fue m¨¢s que una traici¨®n, la prueba que confirm¨® las peores sospechas de todo el mundo sobre el IRA. "La gente estaba furiosa. Major se sinti¨® traicionado", recuerda John Holmes, que acababa de asumir el puesto de secretario privado de John Major un mes antes de que se interrumpiera el alto el fuego. "Pero, una vez que las emociones se calmaron, tuvimos que preguntarnos: ?por qu¨¦ hab¨ªa ocurrido? ?Por qu¨¦ hab¨ªa vuelto el IRA a recurrir a la violencia? Ten¨ªamos informaciones que nos llegaban de distintos sitios. El Gobierno irland¨¦s, por ejemplo, segu¨ªa en conversaciones con el Sinn Fein, y nos cont¨® que este grupo segu¨ªa decidido a emprender la v¨ªa pol¨ªtica. Informes similares nos llegaban de pol¨ªticos cat¨®licos moderados en Irlanda del Norte, como John Hume. Tambi¨¦n hubo varias declaraciones p¨²blicas del Sinn Fein. Al cabo de un par de semanas, tuvimos nuestra respuesta. El mensaje hab¨ªa fraguado. Todav¨ªa insist¨ªan en que quer¨ªan buscar la paz".
Pero John Major no era capaz de proporcionarla. Hab¨ªa agotado su capital pol¨ªtico. "Major contaba con una minor¨ªa, y su Gobierno no ten¨ªa la fuerza pol¨ªtica suficiente para hacer concesiones", explica Roderic Lyne. "Major tiene el enorme m¨¦rito de haber preparado el terreno para las negociaciones, que es la parte m¨¢s dura y desagradecida del proceso, y lleva mucho tiempo. Pero sus circunstancias pol¨ªticas le impidieron dar el gran paso que a ¨¦l le habr¨ªa gustado dar". "No era un momento propicio para tomar medidas audaces en Irlanda del Norte", coincide Holmes, hoy embajador brit¨¢nico en Par¨ªs.
"Estaban pr¨®ximas las elecciones generales en el Reino Unido y, especialmente despu¨¦s de Canary Wharf, le habr¨ªa sido muy dif¨ªcil a Major conseguir que su Gabinete aprobara ese tipo de medidas. Pero ¨¦l estaba dese¨¢ndolo.
Aunque Irlanda del Norte no ofrec¨ªa grandes r¨¦ditos pol¨ªticos, porque era un tema de escaso inter¨¦s para los votantes brit¨¢nicos, se trataba de un problema serio, y ¨¦l quer¨ªa intentar resolverlo. Sin embargo, la pol¨ªtica interna del partido le inhibi¨®. Y adem¨¢s, Adams, tras la reanudaci¨®n de la campa?a de bombas del IRA, sencillamente no le daba lo suficiente".. EL PA?S reconstruye en dos entregas (la siguiente se publicar¨¢ ma?ana) el accidentado proceso de paz, que culmin¨®, ya con el laborista Tony Blair al frente del Gobierno, con la entrega de las armas por parte del IRA.
LOS PRIMEROS PASOS
- El 31 de agosto de 1994 el IRA anuncia el alto el fuego.
- John Major da permiso para que se inicien conversaciones el 21 de octubre de ese a?o.
- Ex miembros del IRA y representantes de la Administraci¨®n brit¨¢nica se re¨²nen por primera vez el 9 de diciembre en el castillo de Stormont, Belfast.
- En los primeros contactos el escollo es siempre el mismo: el IRA se niega a entregar las armas. El Gobierno se resiste a avanzar sin ese paso previo.
- Los encuentros se suceden. Todos acaban en fracaso.
- El 6 de febrero de 1996 el IRA pone una bomba en Londres. Mueren dos personas. El proceso de paz queda paralizado.
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