El hombre que mat¨® a una mujer en Madrid hab¨ªa asesinado a su ex compa?era en 1992
Manuel C¨®rdoba acab¨® con la vida de su ex pareja con 37 cuchilladas ante la hija de ambos
Dos mujeres muertas, apu?aladas por la misma mano. Manuel C¨®rdoba Garc¨ªa-Consuegra mat¨® hace unos d¨ªas a una mujer ucrania en Madrid 14 a?os despu¨¦s de hacer lo mismo con su ex compa?era sentimental. En aquella ocasi¨®n, Manuel tambi¨¦n tir¨® de navaja. Esper¨® en un parque del municipio de Daimiel (Ciudad Real) a que ella saliera con la hija peque?a de ambos y le asest¨® 37 pu?aladas. Por aquel crimen le cayeron 12 a?os. Pas¨® siete en la c¨¢rcel y sali¨® a la calle.La libertad le dur¨® poco. En 2000 volvi¨® tras las rejas, donde permaneci¨® cuatro a?os por otro delito de amenazas y da?os.
El pasado 23 de junio, Manuel C¨®rdoba Garc¨ªa-Consuegra, de 46 a?os, mat¨® a Viktoriya Nvosu, una mujer ucrania de 29, en la plaza de Santa Mar¨ªa Soledad Torres Acosta, junto a la Gran V¨ªa madrile?a. La apu?al¨® 14 veces. Dos periodistas de EL PA?S se encontraban entonces en el lugar. Los amigos de la v¨ªctima que deambulan ahora por este barrio, uno de los m¨¢s degradados del centro de la capital, aseguran que Manolo el de la Gorra, como ellos le conocen, estaba obsesionado con ella y sent¨ªa celos de todo el que se le acercaba.
El viernes de la semana pasada, Manuel C¨®rdoba repet¨ªa el crimen que 14 a?os antes le llev¨® a prisi¨®n. Ha pasado tanto tiempo que sus antecedentes no constan en los archivos. Tan s¨®lo la memoria de los polic¨ªas de Daimiel (Ciudad Real), donde ocurrieron los hechos, as¨ª como la de los funcionarios de prisiones y un teletipo de la agencia Efe de la ¨¦poca certifican lo que ocurri¨® el 19 de noviembre de 1992. Ese d¨ªa, C¨®rdoba asesin¨® a su ex compa?era sentimental tras clavarle una navaja de 10 cent¨ªmetros de hoja en 37 ocasiones.
Ocurri¨® en un parque de la localidad donde ambos resid¨ªan. C¨®rdoba esper¨® a que su ex compa?era, Mar¨ªa Sacramento, saliera de casa para pasear a la m¨¢s peque?a de las dos hijas de la pareja, de tres a?os. El hombre se abalanz¨® sobre la mujer y le pidi¨® que le dejara coger a la ni?a. Ella se neg¨®. ?l sac¨® el arma del bolsillo y la clav¨® 37 veces en el cuerpo de la mujer, quien falleci¨® poco despu¨¦s en el hospital Nuestra Se?ora de Alarcos, de Ciudad Real. C¨®rdoba ingres¨® en prisi¨®n preventiva. Un a?o despu¨¦s, la secci¨®n segunda de la Audiencia Provincial de Ciudad Real le conden¨® a 12 a?os y un d¨ªa de reclusi¨®n por homicidio.
Condena m¨ªnima
Los expertos en psicolog¨ªa y psiquiatr¨ªa que testificaron por parte de la defensa trataron de convencer al tribunal de que el acusado hab¨ªa actuado en un estado de "cortocircuito", en el que ten¨ªa la conciencia totalmente anulada. Los jueces rechazaron la eximente de trastorno mental transitorio que aleg¨® la defensa para pedir la absoluci¨®n del hombre y le condenaron a la pena de c¨¢rcel. Aun as¨ª, decidieron aplicar el grado m¨ªnimo de la condena establecida en el C¨®digo Penal de entonces para los delitos de homicidio e hicieron uso del atenuante de arrebato y obcecaci¨®n. A Manuel le cayeron 12 a?os, de los que cumpli¨® siete. "A partir del homicidio", relata un polic¨ªa local de Daimiel, "la familia del hombre desapareci¨®. Nunca m¨¢s se supo de ellos. Las dos ni?as se quedaron con la madre de su mujer, pero ¨¦l volvi¨® otra vez".
En 1999, C¨®rdoba sali¨® de la c¨¢rcel. Regres¨® a Daimiel y al a?o siguiente fue condenado por otro delito, esta vez de amenazas y da?os. Al polic¨ªa le falla la memoria en este punto, pero dice que quiz¨¢ la v¨ªctima de ese delito fuera la madre de su ex compa?era. El hombre volvi¨® a la c¨¢rcel, esta vez por cuatro a?os. Cuando sali¨®, ya con 44 a?os, acab¨® en la calle. Se convirti¨® en uno de los habituales de la plaza de Santa Mar¨ªa Soledad Torres Acosta, donde toxic¨®manos, traficantes y prostitutas y algunos indigentes pasan las horas mientras los vecinos denuncian el deterioro del barrio.
Durante varios meses, seg¨²n cuentan los habituales de la plaza, C¨®rdoba persigui¨® a Viktoriya Nvosu. Con esta mujer ucrania mantuvo una relaci¨®n corta e intermitente de la que no queda m¨¢s rastro que una detenci¨®n por un robo cometido por ambos a unos turistas y las declaraciones de algunos amigos de la joven. "Se encari?¨® con ella. A ella no le gustaba, pero a veces se iba con ¨¦l porque le daba algo de dinero. Siempre estaba detr¨¢s de Victoria, incordi¨¢ndole. ?l viv¨ªa obsesionado, celoso de los que se le acercaban. Tomaba pastillas para tranquilizarse y era muy agresivo. Ella lo ve¨ªa y se pon¨ªa mala. Le rehu¨ªa", relata Marina, una joven toxic¨®mana que vivi¨® con la ucrania durante unos meses en un piso de la calle de la Ballesta.
El viernes 23 de junio Viktoriya hab¨ªa estado comiendo con otro hombre en un bar de la zona. La mujer se percat¨® de que Manuel merodeaba por all¨ª y sali¨® del local para tratar de deshacerse de ¨¦l. Lo consigui¨®. Luego se fue con una amiga a tomar unas copas. Bebieron y bailaron en otro bar cercano durante unas horas y regresaron a la plaza. All¨ª la esperaba Manuel con una navaja oculta en el bolsillo. Seg¨²n Mar¨ªa, otra joven toxic¨®mana amiga de la v¨ªctima, los hechos se precipitaron de esta manera: "Se le acerc¨® y le dijo que la iba a matar. Ella se ri¨® y le dijo que no era capaz de matar a nadie. Luego le pidi¨® un cigarro y ¨¦l le dijo: 'Nunca m¨¢s, hija de puta, vas a fumar un cigarro del m¨ªo".
Mar¨ªa relata que Manuel C¨®rdoba sac¨® la navaja y comenz¨® a clavarla contra el cuerpo de Viktoriya Nvosu. "Cre¨ª que s¨®lo la estaba golpeando. Ella se re¨ªa hasta que empez¨® a sentir el dolor y se dio cuenta de que la hab¨ªa matado". Le asest¨® 14 pu?aladas; tres en el cuello, cinco en el pecho y una en la cara. "Mar¨ªa intentaba quitar a los fot¨®grafos de en medio", recuerda Marina. "Mientras, yo la sosten¨ªa y le dec¨ªa al o¨ªdo: 'Tranquila Viky, ?no oyes ya las sirenas? Ver¨¢s como vienen pronto y te pones buena". La mujer muri¨® junto a un viejo quiosco abandonado. De nada sirvieron los intentos de reanimarla.
Tras la agresi¨®n, Manuel C¨®rdoba sigui¨® deambulando por la plaza de Santa Mar¨ªa Soledad Torres Acosta. Aparentaba ser un transe¨²nte m¨¢s. Sosten¨ªa una lata de cerveza con la mano llena de sangre. Dos hombres tambi¨¦n habituales del barrio le vieron y le redujeron a golpes hasta que lleg¨® la polic¨ªa y le detuvo. En prisi¨®n preventiva, espera ahora un nuevo juicio 14 a?os despu¨¦s.
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