"Un campo de cad¨¢veres"
Un bombero explica que los muertos estaban esparcidos por el t¨²nel, detr¨¢s del vag¨®n
Cuando Ignacio Iturriaga sali¨® del parque de bomberos junto a todas las unidades pens¨® que se trataba de un simulacro. Es un veterano con experiencia en grandes cat¨¢strofes; ha formado bomberos en Kosovo contratado por las Naciones Unidas, ha trabajado en la reconstrucci¨®n de Irak, ha intervenido en labores de salvamento tras el terremoto de Turqu¨ªa, ha visto en directo la devastaci¨®n provocada por el tsunami en Indonesia. A esas alturas de la vida (tiene 50 a?os) cree haberlo visto todo. Por tanto, pensaba que un descarrilamiento con posibles heridos no merec¨ªa tanto despliegue. Ese era el aviso que hab¨ªan recibido pasados unos minutos de la una del mediod¨ªa. Pero se equivoc¨®.
"Sacamos los cad¨¢veres y los heridos con nuestras propias manos"
"Llevaba las piernas rotas y un traumatismo en la cabeza. Estaba inconsciente"
Apenas diez minutos m¨¢s tarde no daba cr¨¦dito a las primeras noticias que llegaban del interior del t¨²nel: un vag¨®n volcado, otro sin apenas da?o visible y una v¨ªa plagada de cuerpos destrozados. "Nos encontramos un campo de cad¨¢veres. Casi todos los muertos estaban fuera del vag¨®n".
No hab¨ªa mediado una colisi¨®n entre trenes. No se enfrentaban ante un panorama de cuerpos atrapados por estructuras de acero. Ni siquiera hab¨ªa presencia de humo, el temido mon¨®xido que puede hacer estragos por intoxicaci¨®n. No hab¨ªa obst¨¢culos que dificultaran el trabajo de los bomberos. El t¨²nel desprend¨ªa una ligera niebla oscura: era polvo, la suciedad levantada por la fricci¨®n de los trenes con las paredes y el suelo. Todo el material desplegado en el and¨¦n de Patraix, donde no lleg¨® nunca aquel tren, fue in¨²til: los equipos de extinci¨®n y excarcelaci¨®n quedaron a un lado. S¨®lo se utiliz¨® el equipo de iluminaci¨®n.
As¨ª que aquello que estaba ante sus ojos era el resultado del peor accidente de metro sucedido en Espa?a. Una tragedia que sumaba 41 muertos. Y, sin embargo, el trabajo que los bomberos ten¨ªan ante s¨ª era t¨¦cnicamente sencillo. Un trabajo limpio. Sin riesgo. "Sacamos los cad¨¢veres y los heridos con nuestras manos", recuerda Iturriaga, "Entramos en el vag¨®n que estaba volcado y pudimos sacar a los heridos graves sin dificultad. All¨ª hab¨ªa alg¨²n cad¨¢ver, pero la mayor¨ªa estaban esparcidos por el t¨²nel detr¨¢s del primer vag¨®n", recuerda.
A veces los accidentes m¨¢s terribles tienen explicaciones muy sencillas. Fuera la causa un exceso de velocidad o no, la tragedia empez¨® cuando la entrada en una bifurcaci¨®n, con el tren ya descarrilando, provoc¨® el vuelco del primer vag¨®n. "En ese momento", calcula Iturriaga, "los ocupantes sufrieron un efecto aspirador al caer sobre las ventanas que daban al suelo. Debieron salir despedidos al exterior al tiempo que el vag¨®n pasaba por encima de ellos". Eso hizo que este descarrilamiento fuera especialmente devastador. Fueron 40 metros mortales, hasta que el vag¨®n detuvo su marcha.
Iturriaga hab¨ªa instalado el puesto de mando a la salida del metro de Patraix. La l¨ªnea 1 del metro de Valencia era una vieja conocida: poco despu¨¦s de inaugurarse sufri¨® un incendio. Y los descarrilamientos no son precisamente una sorpresa en este trayecto. "Pero generalmente se resuelven muy r¨¢pido. A veces, sin necesidad de que participemos nosotros", asegura Iturriaga. Sin embargo, esta vez fue distinto.
El accidente dur¨® unos segundos. La evacuaci¨®n result¨® tambi¨¦n r¨¢pida. Ignacio Iturriaga ayud¨® a transportar a una mujer hasta la ambulancia. Recuerda que "llevaba las piernas rotas y un traumatismo en la cabeza. Estaba inconsciente". Ese momento qued¨® impreso en una foto, convertida en una de las im¨¢genes que ilustran la tragedia. Iturriaga no tiene noticia de aquella mujer, desconoce la gravedad de su estado o siquiera si salv¨® la vida o no.
Esa distancia con las v¨ªctimas de la tragedia es muy habitual entre los bomberos. Podr¨ªa decirse que es una distancia de seguridad. No entablan ning¨²n tipo de relaci¨®n afectiva con la gente a la que han contribuido a salvar la vida. "A veces, pasados unos d¨ªas, podemos tener la curiosidad de preguntar por alguien al que hemos salvado de un incendio o de un accidente, pero no solemos hacerlo. Lo haces cuando empiezas hasta que dejas de hacerlo porque sabes que te tienes que inmunizar".
A la una de la madrugada del lunes estaba de vuelta en el parque de bomberos. La espera se hab¨ªa hecho larga, porque el equipo de la polic¨ªa cient¨ªfica decidi¨® hacer su trabajo de identificaci¨®n de cad¨¢veres in situ. Los bomberos se limitaron a mantener la iluminaci¨®n y a esperar. A las ocho de la ma?ana del d¨ªa siguiente estaba otra vez en el puesto de trabajo.
Nada habr¨ªa cambiado la rutina de este bombero si no fuera por aquella foto que le dio una notoriedad inesperada. Ahora la gente podr¨¢ saber que este hombre se hizo bombero por casualidad hace 24 a?os, porque se lo recomend¨® un amigo que le dijo aquello de "esto de bombero es lo tuyo".
Ignacio Iturriaga era un atleta de ¨¦lite (subcampe¨®n de Espa?a de 400 vallas) con estudios de ingenier¨ªa. Una mezcla perfecta para este oficio.
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