Sin familia
Me planteaba yo c¨®mo sobrevivir en el aeropuerto de Oviedo a Iberia, que, ya d¨ªas antes de que el SEPLA encienda el piloto autom¨¢tico de la huelga, nos conced¨ªa dos horas de retraso. Mientras espero, veo en un televisor a dos hist¨®ricos: Jos¨¦ Mar¨ªa ??igo en el espacio que lleva por t¨ªtulo Supervivientes (Tele 5), y Cristina Almeida, alguien que m¨¢s que sobrevivir ha flotado con su generosa humanidad en las aguas m¨¢s turbulentas de este pa¨ªs, y a¨²n segu¨ªa soltando lastre de inteligencia y humor en Channel n? 4 (Cuatro).
Desconectan la tele, sigue el retraso, y yo leo, tirado en un sill¨®n, que La Voz de Asturias califica el nuevo programa de TVE 1 Empieza el espect¨¢culo de "entretenimiento blanco". Otro peri¨®dico (me da tiempo a leerlos todos) habla de "programa familiar", y me entra una inquietud: ?se sumar¨¢ la cadena p¨²blica al siniestro enjuague opusde¨ªsta del Encuentro Mundial de las Familias?
Llego por fin a casa, enciendo el aparato y compruebo aliviado que no. La presentadora de Empieza el espect¨¢culo, Miriam D¨ªaz-Aroca, lleva un escote que no pasar¨ªa censura eclesi¨¢stica, algunos de los concursantes masculinos sueltan unas plumas que podr¨ªan ser llevadas por el PP ante el Tribunal Constitucional, y el mecanismo de selecci¨®n y votaci¨®n no es nada blanco: dos de los jurados, Galiardo y el director de teatro J¨¦rome Savary, muestran incluso vetas de crueldad, y Savary hace llorar a una de las aspirantes. El programa no es mejor ni peor que otros similares donde unos j¨®venes entusiastas luchan por triunfar en el show business. Dos detalles me llamaron la atenci¨®n. Los micr¨®fonos de ¨²ltima generaci¨®n son tan peque?os y est¨¢n tan disimulados desde la oreja a la mejilla que, seg¨²n el ¨¢ngulo de enfoque, al espectador le parecen no un pinganillo sino un lobanillo en la piel. La estrella invitada, Santiago Segura, ahora que ha adelgazado y se lava las gre?as, tiene un parecido con Peter Handke, espero que s¨®lo f¨ªsico y no ideol¨®gico. Sus palabras de despedida animando a los futuros concursantes insinuaron un tono levemente corrosivo y hasta antifamiliar: "Venid y ser¨¦is humillados".
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