Recuperando
Un total de 150 a?os despu¨¦s de la ¨²ltima vez, volv¨ªa al Teatro Real La conquista de Granada, del navarro Emilio Arrieta. No se trataba de un milagro de San Ferm¨ªn sino de la continuidad de la recuperaci¨®n de su obra oper¨ªstica emprendida por sus editores -Mar¨ªa Encina Cortizo y Ram¨®n Sobrino-, el Instituto Complutense de Ciencias Musicales, Iberautor y el propio coliseo madrile?o. Loable labor sin duda ¨¦sta de recobrar patrimonio en las mejores condiciones posibles, ¨¦sas que hacen tambi¨¦n que el juicio del p¨²blico de hoy -la historia pareci¨® dictar ya el suyo, no favorable, por cierto- parta de una cierta escucha ideal. Escucha y no visi¨®n una vez m¨¢s. Hay quien piensa que la vuelta a la vida de estas obras olvidadas pero valiosas no se cumplir¨¢ plenamente mientras no se representen del todo. Es cierto, pero tambi¨¦n lo es que una trama como la de La conquista de Granada, con su libreto de Solera lleno de t¨®picos, patriotero e incorrect¨ªsimo pol¨ªticamente, no se sostendr¨ªa tal cual en un escenario. Y pensar en una puesta en escena que lo modernizara es simplemente perder el tiempo.
La conquista de Granada
De Arrieta. Cantarero, Bros, Ibarra, Miles, Odena, Rubiera, Men¨¦ndez, Su¨¢rez. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Director: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Teatro Real. Madrid, 7 de julio.
Como ya conoc¨ªamos Ildegonda, La conquista de Granada nos coge menos de sorpresa mientras nos revela la buena mano, el estupendo oficio y hasta la alta inspiraci¨®n de Arrieta en alguno de sus momentos. Es un poco absurdo establecer comparaciones ni para rebajar ni para engrandecer, en ambos casos innecesariamente, el valor de esta m¨²sica, equiparable con toda seguridad al nivel de crucero de la mayor¨ªa de los ep¨ªgonos de los grandes de su ¨¦poca. No es ni Donizetti ni el joven Verdi pero se escucha con agrado y hasta con admiraci¨®n a veces -el Coro de Esclavas o el formidable solo de flauta en el aria de Zulema Ei dorme!, por ejemplo-. La escritura para las voces es dram¨¢ticamente muy eficaz, entre otras cosas porque las exige t¨¦cnica y expresivamente, y en ese aspecto la obra no tiene desperdicio para quienes gustan de observar los peligros a que se somete a los cantantes en estos repertorios.
La versi¨®n fue irreprochable de principio a fin. Jes¨²s L¨®pez Cobos, espl¨¦ndido al mando de una orquesta siempre muy atenta, mantuvo constantemente una energ¨ªa y una fluidez que hicieron que no decayera nunca el inter¨¦s por la m¨²sica. El coro se entreg¨® de veras y aport¨® dramatismo casi esc¨¦nico. Y los cantantes cumplieron con generosidad y acierto plenos. Cantarero y Bros -Zulema y Gonzalo-, querid¨ªsimos, y con raz¨®n, en Madrid, cantaron maravillosamente e hicieron cre¨ªbles a sus personajes a¨²n vestidos de gala. Ana Ibarra -con esa voz suya que va ganado en grano, en densidad- fue una estupenda Isabel la Cat¨®lica. Muy bien igualmente el resto del reparto: Alastair Miles como Muley-Hassem, ?ngel Odena como Lara, David Rubiera como Boabdil, David Men¨¦ndez como Alamar y Mar¨ªa Jos¨¦ Su¨¢rez como Almeraya. El p¨²blico premi¨® a todos con grandes ovaciones.
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