Reflexi¨®n inoportuna sobre la ciencia en Espa?a
En los ¨²ltimos 10 a?os, los equipos que gobiernan la ciencia en Espa?a han ido sucedi¨¦ndose a velocidad vertiginosa con una media de vida en activo de alrededor de dos a?os. Cada cambio ha supuesto a menudo un recambio de equipos completos, de proyectos y orientaciones. Es posible que algo parecido ocurra en otros dominios de la pol¨ªtica espa?ola aunque, por suerte, hay cuestiones como las econ¨®micas o las laborales en las que aparentemente ha habido un grado notable de continuidad. No ocurre lo mismo con la pol¨ªtica cient¨ªfica y ello es una mala se?al de la importancia que ocupa en las prioridades de nuestros pol¨ªticos. El resultado no puede ser sin duda positivo en un campo donde los efectos de las decisiones aparecen siempre a largo plazo. Tal como est¨¢n yendo las cosas en los ¨²ltimos a?os, se produce un sentimiento de que se est¨¢ desaprovechando una ocasi¨®n de oro para construir un sistema s¨®lido de ciencia y tecnolog¨ªa en nuestro pa¨ªs que, todos parecen estar de acuerdo, es uno de los pilares esenciales para el futuro de una sociedad avanzada como la nuestra.
Si comenzamos hace 10 a?os, durante el periodo de gobierno del Partido Popular hubo cinco ministros que se ocuparon de la investigaci¨®n cient¨ªfica. Se comenz¨® con un Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia (dos ministros) y se termin¨® con un Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa (tres ministros). Con el actual Gobierno socialista se volvi¨® al Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia y este a?o ya se ha producido un cambio en su titular. Pero no todo queda en los ministros. En cuanto a estructuras de coordinaci¨®n se pas¨® de la CICYT a la OCYT y luego a la FECYT. Ahora se habla de la ANECYT, que quiz¨¢ convivir¨ªa con alguna de las anteriores estructuras. Y, buscando otros ejemplos, en los ¨²ltimos tres a?os ha habido cinco vicepresidentes de organizaci¨®n del CSIC. Si uno vive en Catalu?a, probablemente durante el a?o 2006 habremos tenido cuatro consejeros que se ocupan de las universidades y la investigaci¨®n. Se habr¨¢ comenzado el a?o con un Departamento de Universidades, Investigaci¨®n y Sociedad de la Informaci¨®n, se ha pasado hace poco a un Departamento de Educaci¨®n y Universidades, y veremos qu¨¦ pasa tras las pr¨®ximas elecciones.
Los equipos que han ido sucedi¨¦ndose en las administraciones de la investigaci¨®n cient¨ªfica han estado formados, con alguna excepci¨®n pintoresca, por personas con la mejor voluntad posible, dedicadas al tema y que han empleado d¨ªas enteros a tratar de solucionar los problemas que ten¨ªan delante. Sin embargo, muchos llegaron a sus cargos con la misi¨®n (incluso dentro del mismo Gobierno) de rectificar lo que su antecesor hab¨ªa hecho y que se consideraba err¨®neo, o simplemente ten¨ªan ideas diferentes del equipo anterior y se sent¨ªan con la obligaci¨®n de aplicarlas. El hecho final es que han ido cambiando los equipos de forma vertiginosa y el d¨ªa a d¨ªa se ha ido comiendo el tiempo de quienes los formaban. Los escalones inferiores a menudo han ido variando a la misma velocidad o han tenido que tomar responsabilidades que no les correspond¨ªan o han ido encerr¨¢ndose en una inacci¨®n conservadora. En cualquier caso, es dif¨ªcil que en estas circunstancias alguien tome decisiones a largo plazo, y si se toman, no es posible completar un programa en el corto periodo de meses o como m¨¢ximo de dos a?os. Mucho m¨¢s dif¨ªcil es sin duda tratar de evaluar los efectos de alguna decisi¨®n y modularla en tan poco tiempo.
La situaci¨®n es especialmente trascendental en este momento. Nuestro sistema de I+D est¨¢ en construcci¨®n y en crecimiento. Es cierto que se est¨¢ poniendo m¨¢s dinero tanto p¨²blico como privado al sistema. Ello quiere decir que la situaci¨®n es muy favorable para actuar sobre ¨¦l, pero al mismo tiempo el conjunto es especialmente vulnerable. Existen desequilibrios que hay que resolver si se quiere que nuestra investigaci¨®n llegue a los mejores niveles de la ciencia internacional y que al mismo tiempo contribuya a desarrollar en nuestro pa¨ªs el tipo de econom¨ªa que permita mantenerse en los tiempos que se avecinan. Los efectos perversos de la faltade pol¨ªticas a largo plazo se ven en campos donde competimos con otros pa¨ªses. En Europa, por ejemplo, nuestros retornos de los proyectos de investigaci¨®n comunitarios han disminuido de forma significativa en los ¨²ltimos a?os. La falta de una capacidad de influencia en Europa y de construir estructuras que ayuden a los equipos en un entorno europeo ha disminuido la capacidad de ¨¦stos para competir cuando m¨¢s falta hace.
Las decisiones que hay que ir tomando en este tiempo son clave para el futuro. Por ejemplo, el tipo de personal que va a llevar a cabo la investigaci¨®n en nuestro pa¨ªs. ?Se trata de personal contratado por universidades, personal contratado por centros de investigaci¨®n o funcionarios docentes de las universidades o investigadores de organismos como el CSIC? De forma continuada aparecen en los medios de comunicaci¨®n quejas de los investigadores que volvieron a Espa?a gracias al programa Ram¨®n y Cajal. Se trata sin duda de un programa que ha representado un aporte extraordinario para nuestro pa¨ªs. Gracias a ¨¦l hemos incorporado centenares de j¨®venes cient¨ªficos que se han formado en otros pa¨ªses y que vuelven en el mejor momento de sus carreras. Pero muchos se preguntan para qu¨¦ han venido. Se han encontrado con la necesidad de formar equipos, de pedir proyectos en un entorno a veces hostil o acogedor, pero siempre cambiante e incomprensible y con la incertidumbre del futuro. Programas como el I3 propuesto por el Ministerio que es una soluci¨®n muy interesante son de gesti¨®n dif¨ªcil, no llegan a todos y se han vuelto asimismo incomprensibles. Mientras tanto, el dinero que ha llegado para personal se emplea a menudo por las v¨ªas usuales del funcionariado con los mecanismos de siempre. Y a?o tras otro, el tiempo va pasando y la situaci¨®n general de nuestro pa¨ªs cambia. Al ver el bloqueo de la situaci¨®n, las nuevas generaciones que llegan a la Universidad son m¨¢s reacias a emprender la aventura de una carrera cient¨ªfica, y ya no digamos el camino del doctorado o de la salida al extranjero. Una vez m¨¢s, parece como si estuvi¨¦ramos desaprovechando una situaci¨®n excepcional.
Aparte del personal, podr¨ªamos hablar del tipo de centros que se desea construir, c¨®mo se organizan las infraestructuras, cu¨¢les son las prioridades que queremos ver en marcha en el pr¨®ximo futuro o cu¨¢l es la funci¨®n del Estado central y la de las autonom¨ªas. En t¨¦rminos m¨¢s generales, nuestro pa¨ªs deber¨ªa plantearse tambi¨¦n cu¨¢l es la funci¨®n de la ciencia, cu¨¢l es el impacto que queremos ver de las nuevas tecnolog¨ªas en nuestra econom¨ªa, pero tambi¨¦n en nuestra sociedad. La falta de visi¨®n a largo plazo crea desorientaci¨®n en los actores de la investigaci¨®n, es un despilfarro de esfuerzos e impide la construcci¨®n de un sistema s¨®lido que nos permita afrontar el futuro cient¨ªfico y tecnol¨®gico con garant¨ªas de ¨¦xito. Existe sin duda un d¨¦ficit de proyecto pol¨ªtico para la ciencia por parte de los partidos con posibilidades de gobernar en nuestro pa¨ªs.
Soluciones se han apuntado varias. Desde la comunidad cient¨ªfica se ha propuesto un Pacto de Estado para la Ciencia. Ser¨ªa sin duda un objetivo pol¨ªtico de primera magnitud y un ¨¦xito para los pol¨ªticos de todos los colores que participaran en ¨¦l. Por desgracia, no parece que la situaci¨®n pol¨ªtica en este momento est¨¦ para pactos, incluso en materias como en las que es probable que haya una coincidencia de objetivos entre los partidos pol¨ªticos. Hay sobre la mesa reflexiones desde diversas perspectivas como la elaborada por la COSCE y diversas versiones de nuevas leyes de la ciencia del Estado central que sustituir¨ªa a la de 1985 y de distintas comunidades auton¨®micas. Hay ah¨ª una oportunidad para identificar las decisiones que se necesitan a largo plazo en un entorno de pacto entre administraciones. Hay tambi¨¦n una Ley de Agencias en el Parlamento que incluye la posibilidad de que el CSIC y quiz¨¢ una parte importante de la gesti¨®n de la ciencia espa?ola se conviertan en agencia. ?stas son tambi¨¦n oportunidades para reflexionar y buscar soluciones. Ya sea un pacto de Estado, una agencia, un consejo en que participen Estado y autonom¨ªas, cualquier soluci¨®n ser¨ªa buena para buscar un espacio donde se pudiera reflexionar y hacer propuestas a largo plazo sobre el tipo de investigaci¨®n cient¨ªfica que queremos para nuestro pa¨ªs. Es posible que sea algo ut¨®pico o inoportuno, pero quiz¨¢ haya que volver a recordar el viejo eslogan del 68: "Sed realistas, pedid lo imposible".
Pere Puigdom¨¨nech, Laboratorio de Gen¨¦tica Molecular Vegetal CSIC-IRTA.
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