El idealista que derrot¨® a Bush
El tes¨®n de un abogado militar logra que los presos de Guant¨¢namo recobren sus derechos
Un capit¨¢n de corbeta estadounidense, Charles Swift, que recibi¨® el encargo de defender a Salim Ahmed Hamdan, ch¨®fer de Osama Bin Laden, ha sido el art¨ªfice de que el Tribunal Supremo de EE UU falle a favor de que a
los detenidos en la prisi¨®n de Guant¨¢namo y otras instalaciones bajo custodia miliar estadounidense se les reconozca los derechos y garant¨ªas de la Convenci¨®n de Ginebra. Gracias a este fallo, el Gobierno de Bush, tras cuatro a?os de limbo legal, ha aceptado reconocer como prisioneros de guerra a los internos de Guant¨¢namo. ?sta es la historia del abogado militar y su defendido.
El deber por encima de todo
CHARLES SWIFT. Abogado de la Marina de EE UU y defensor del ch¨®fer de Bin Laden.
Swift: "Si nuestros adversarios nos obligan a no seguir las reglas, perdemos lo que somos. Somos los buenos; seguimos las normas"
"Mi padre dice que yo nac¨ª para este caso por mis dos inclinaciones: creer en este pa¨ªs y en su Ej¨¦rcito, y, al mismo tiempo, cuestionarlo todo". Lo que cuestion¨® el capit¨¢n de corbeta Charles Swift, de 44 a?os y uno de los cien abogados m¨¢s influyentes de EE UU, seg¨²n el National Law Journal -la revista que recogi¨® el pron¨®stico paterno del marino-, fue nada menos que la decisi¨®n presidencial de juzgar a los sospechosos extranjeros de terrorismo en comisiones militares especiales. El Tribunal Supremo le dio la raz¨®n hace dos semanas, y el propio Pent¨¢gono acaba de aceptar que todos los detenidos deben ser procesados de acuerdo con el C¨®digo Militar de EE UU y la Convenci¨®n de Ginebra.
En 2003, Swift recibi¨® el encargo de defender a uno de los 10 "combatientes enemigos" procesados, Salim Ahmed Hamdan, ch¨®fer de Bin Laden. Ten¨ªa que haberse limitado a llegar a alg¨²n acuerdo, pero el que le dio el encargo no le conoc¨ªa. "Hist¨®ricamente", dijo Swift, "podemos tomar decisiones por miedo o por convicciones. Cuando las tomamos por miedo, raramente podremos estar orgullosos de ellas cien a?os despu¨¦s".
Cuando Swift se entrevist¨® con Hamdan en Guant¨¢namo, en 2004, descubri¨® que las normas de las comisiones sobre pruebas y procedimientos no serv¨ªan para defenderle. "Eran normas que presupon¨ªan su culpabilidad, y que pod¨ªan hacer que un inocente resultara condenado", dijo el martes pasado ante el Comit¨¦ del Senado que debate c¨®mo procesar a los detenidos de Guant¨¢namo. En 2004, Hamdan ni siquiera ten¨ªa un traductor. Adem¨¢s de conseguirle uno, Swift se gan¨® su confianza jugando al ajedrez -y explic¨¢ndole con las piezas los papeles de la acusaci¨®n y la defensa- y se esforz¨® por entender su cultura y su religi¨®n; pas¨® un mes en Yemen para conocer a la familia de Hamdan y entrevistar a posibles testigos. Y lanz¨® una estrategia de cinco puntos: "Repercusi¨®n en los medios; recurso contra las comisiones; implicaci¨®n de grupos de defensa de derechos civiles, y reclutamiento de las mejores mentes legales". Perkins Coie, un despacho de Seattle, le ayud¨® profesional y econ¨®micamente.
Swift se querell¨® en 2004 contra Bush y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Bush, dijo, hab¨ªa asumido poderes como los del rey Jorge III de Inglaterra, "que dec¨ªa: 'yo, y no los tribunales de Inglaterra, decido cu¨¢les son los delitos". "A eso le llamamos tiran¨ªa", dijo Swift ante el tribunal que se ocup¨® de su demanda. Logr¨® un fallo favorable en noviembre de 2004, pero un Tribunal de Recursos lo anul¨® en julio de 2005.
Ahora el Supremo le ha dado la raz¨®n al declarar que las comisiones violan el C¨®digo de Justicia militar y la Convenci¨®n de Ginebra, y que si el Gobierno quiere legalizarlas debe negociar con el Capitolio: "Es un regreso a nuestros valores fundamentales. Y eso, amigos, es una victoria", dijo Swift ante el edificio del Supremo.
Despu¨¦s lo explicaba as¨ª: "Si nuestros adversarios nos obligan a no seguir las reglas, perdemos lo que somos. Somos los buenos; seguimos las normas. Los malos son aquellos contra los que peleamos. Y lo demostramos cada d¨ªa que seguimos esas normas, independientemente de lo que ellos hagan. Eso es lo que nos diferencia, lo que nos hace grandes y lo que nos hace invencibles".
La carrera de Swift en la Marina -18 a?os, 11 de los cuales en el cuerpo jur¨ªdico- quiz¨¢ ha llegado a su fin. El a?o pasado no ascendi¨®; si este a?o le ocurre igual, lo dejar¨¢.
El ch¨®fer de Bin Laden atrapado por el Pent¨¢gono
SALIM AHMED HAMDAN. Yemen¨ª apresado en 2001 en Afganist¨¢n y trasladado a Guant¨¢namo
?Qui¨¦n es Salim Ahmed Hamdan? ?Un pobre hombre que se vio obligado a llevar de ac¨¢ para all¨¢ a Bin Laden en Afganist¨¢n o un cargo de confianza de Al Qaeda? No est¨¢ claro y probablemente no lo estar¨¢ nunca, pero eso es ahora lo de menos. Este yemen¨ª de 36 a?os, que est¨¢ preso en Guant¨¢namo y que tuvo la fortuna de que el Pent¨¢gono pusiera su caso en manos de un tozudo y valiente abogado de la Marina, Charles Swift, es el s¨ªmbolo que dej¨® al descubierto los excesos de la filosof¨ªa antiterrorista de la Casa Blanca y del Pent¨¢gono: en el caso Hamdan vs. Rumsfeld, el Supremo de EE UU fall¨® que la comisi¨®n militar extraordinaria encargada de juzgarle es ilegal a los ojos del C¨®digo de Justicia militar y de la Convenci¨®n de Ginebra. Esta semana, Defensa ha asumido el fallo y ha ordenado aplicarlo.
Hamdan era taxista en Sanaa, la capital de Yemen, cuando, con 26 a?os, se uni¨® a una treintena de musulmanes que decidieron lanzarse a la guerra santa. En 1996 se reunieron en Jalalabad, Afganist¨¢n, y trataron de pasar a Tayikist¨¢n para apoyar a los musulmanes que luchaban contra el Gobierno prorruso del pa¨ªs. Despu¨¦s de seis meses en las monta?as, no lo lograron; se les ocurri¨® volver a Jalalabad e ir a ver a Bin Laden, un jeque saud¨ª con recursos que acababa de ser expulsado de Sud¨¢n y que hab¨ªa sido acogido por sus amigos los talibanes, a los que hab¨ªa ayudado a derrotar a los sovi¨¦ticos en los a?os ochenta. Bin Laden estaba formando el grupo Al Qaeda para lanzar una nueva yihad contra la presencia de EE UU en Oriente Pr¨®ximo.
Despu¨¦s del reclutamiento y la instrucci¨®n, la mitad de los yemen¨ªes acabaron y¨¦ndose; Hamdan sigui¨® con Bin Laden, primero en Farm Hada y luego en Kandahar. En noviembre de 2001, en plena guerra de Afganist¨¢n, fue apresado cerca de la frontera de Pakist¨¢n por afganos aliados de Estados Unidos. Estuvo detenido en Bagram y Kandahar hasta mayo de 2002; despu¨¦s fue trasladado a Guant¨¢namo, donde pas¨® ocho meses aislado. "Fue peor que cualquiera de las cosas que pas¨¦ en Afganist¨¢n, me estaba volviendo loco", le dijo a su abogado.
El Ej¨¦rcito cree que era un hombre de confianza de Bin Laden, que distribu¨ªa armas y compraba veh¨ªculos para la direcci¨®n de Al Qaeda; ¨¦l asegura que se limit¨® a ser el ch¨®fer del l¨ªder. La acusaci¨®n que pesa sobre ¨¦l es la de conspiraci¨®n terrorista. ?D¨®nde est¨¢n las pruebas?, dicen los abogados. "Un fiscal h¨¢bil podr¨ªa convertir su juicio en la historia de los 10 a?os de guerra de Al Qaeda contra EE UU", escribi¨® en The New York Times Jonathan Mahler. "Independientemente de las pruebas que pueda tener el Gobierno, resulta dif¨ªcil creer que Hamdan trabajase para Bin Laden cinco a?os, en los que se realizaron importantes atentados terroristas, y no supiera nada de las intenciones de Al Qaeda. Y, dado que ha reconocido que era conductor, pensar que pudiera transportar armas no es del todo absurdo. No obstante, parece claro que Hamdan no ocupaba ning¨²n alto cargo en Al Qaeda".
Para Hamdan, que al recibir la noticia por tel¨¦fono de su abogado, Charles Swift, se sinti¨® "abrumado, discreto y muy agradecido", el problema no se ha solucionado a corto plazo: seguir¨¢ en Guant¨¢namo, a la espera de que la Casa Blanca negocie con el Congreso la legalizaci¨®n de juicios militares o usar los tribunales federales o militares. Pero lo har¨¢, sin duda, con m¨¢s garant¨ªas de una defensa apropiada y un juicio justo. Y su nombre estar¨¢ ya siempre unido al hist¨®rico fallo del Supremo que delimit¨®, una vez m¨¢s, los poderes presidenciales.
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