Un gran guitarrista

Tras la vacuidad de Joe Sample y el pop hortera que desde hace treinta a?os practica el cantante George Benson, otrora muy notable guitarrista de jazz, finalmente y con muchos quilates, el jazz lleg¨® por la puerta grande al festival del Palau. Su responsable fue Pat Martino. Es curioso: Benson y Martino pertenecen a la misma generaci¨®n y ambos se revelaron como dos de las m¨¢ximas luminarias de la guitarra jazz y de su futuro, en la segunda mitad de los sesenta. Pero, mientras el primero se entreg¨® a ser un crooner descaradamente comercial desde mediados los setenta, Martino se convirti¨® en un referente del instrumento a base de rigor y originalidad. Quiz¨¢ por eso no es demasiado conocido y, si no me equivoco, ¨¦sta es su primera visita a Espa?a. Adem¨¢s, en 1980 sufri¨® un grave aneurisma cerebral. Pudo salvarse tras la operaci¨®n, aunque perdi¨® la memoria y ya no se acordaba de tocar. Hubo de aprender de nuevo, escuchando sus antiguos discos. Posteriormente, desde 1987, volvi¨® a actuar y grabar. Acaba de sacar un compacto dedicado a Wes Montgomery, del que fue ¨ªntimo amigo. Ahora, tras tanto tiempo, hemos podido escuchar a este guitarrista de Filadelfia (all¨ª naci¨®, en 1944) y ha confirmado plenamente lo que se sab¨ªa por sus grabaciones, ya sea como l¨ªder o acompa?ante. Con un tr¨ªo (piano, contrabajo y bater¨ªa) compacto y poderoso, aunque de nombres no familiares, mostr¨® su grandeza. Nunca se ha interesado en los pedales y artilugios electr¨®nicos que producen esos odiosos sonidos acuosos y el timbre de su Gibson es c¨¢lido y no enmascara la madera. Su ataque con el plectro es percusivo. Est¨¢ ¨ªntimamente ligado a las largas frases de trazo fulgurante, ya sea por octavas o notas sueltas, que improvisa con imaginaci¨®n desbordante y agudo sentido mel¨®dico y r¨ªtmico. No pod¨ªa faltar Four On Six, en recuerdo de Wes. Con Sunny se despidi¨® demasiado pronto este magnifico guitarrista de jazz.

Antes, el saxo tenor Javier Vercher, criado en La Safor y desde hace varios a?os residente en Nueva York, mostr¨® que el free jazz no es letra muerta y a¨²n puede resultar fecundo. El merecido premio Tete Montoliu de la SGAE es disc¨ªpulo de Bob Moses, el percusionista comprometido con los radicales aires vanguardistas que irrumpieron en el jazz de los sesenta. Composiciones como Serpiente C¨®smica o Universal Folk Song retrotraen tiernamente a aquellas ideas, anta?o en boga, de energ¨ªa c¨®smica, espiritualidad y universalismo. Pero el mensaje transgresor de Coltrane, Ayler o el Rollins m¨¢s aventurado de entonces resultan en el potente tono de Vercher atemperados por el l¨²dico tapiz caribe?o que tejen los percusionistas de su grupo. Este neo free ha perdido la angustia, lo que tampoco est¨¢ nada mal. Un m¨²sico abierto al futuro, a seguir.